viernes, 12 de abril de 2019

¡Que me orino, que me orino!

Estos días hemos sido informados de las situaciones límite en alguna cooperativa agrícola, donde las trabajadoras no eran relevadas a tiempo para ir al lavabo e, inevitablemente, acababan aliviándose en el mismo puesto de trabajo. 
No es infrecuente esta situación. La sobrecarga de esfínteres, sin posibilidad de ir al baño, se da en las cadenas de montaje (automóvil) y en las cadenas de despiece (mataderos de aves, etc). De hecho, suele ser práctica habitual en algunas empresas obligar a los trabajadores a usar pañales absorbentes para que, llegado el caso, se orinen encima y no deban dejar el puesto de trabajo.



A veces, la calidad de vida laboral y el bienestar no es lo que más importa a los empleadores. En el sector citrícola (y otros muchos) hay que encajarlo todo, incluso hacerse pis in situ por necesidades de la producción. Es lo que tiene trabajar en cadena (o, quizás, encadenado). Muchos/as se orinan encima, y no es precisamente de risa. Repasamos las vicisitudes de las encajadoras de naranjas en este post recuperado de la hemeroteca, cuyo enlace está debajo.

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