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viernes, 20 de septiembre de 2013

Empleos 'verdes', trabajo sucio

Las ‘tecnologías verdes’ para el medio ambiente no están exentas de peligros para la seguridad y salud de los trabajadores


La etiqueta ‘verde’ se asocia con ecología y ‘viste’ mucho. Sin embargo, siguiendo la analogía de un refrán, no es verde todo lo que se anuncia como tal, como no es oro todo lo que reluce.
La recogida y separación de residuos se considera empleo verde. Quizás sea así en el primer mundo si se dispone de los medios adecuados. Definitivamente, no es un empleo verde cuando se desenvuelve en condiciones de pobreza e insalubridad, normalmente en lugares del tercer mundo.


Empleos ‘verdes’, trabajo sucio

Las ‘tecnologías verdes’ para el medio ambiente no están exentas de peligros para la seguridad y salud de los trabajadores


La etiqueta ‘verde’ se asocia con ecología y ‘viste’ mucho. Sin embargo, siguiendo la analogía de un refrán, no es verde todo lo que se anuncia como tal, como no es oro todo lo que reluce.
La recogida y separación de residuos se considera empleo verde. Quizás sea así en el primer mundo si se dispone de los medios adecuados. Definitivamente, no es un empleo verde cuando se desenvuelve en condiciones de pobreza e insalubridad, normalmente en lugares del tercer mundo.


De hecho, la gestión y el reciclado de residuos podría ser uno de los sectores emergentes de la economía verde con más riesgos para la salud laboral, según un informe de la Agencia Europea de Salud y Seguridad en el Trabajo (OSHA).
Aunque ciertos trabajos tengan la consideración de “verdes”, las tecnologías que se emplean en los mismos no lo son en absoluto. Las tecnologías verdes son, por lo general beneficiosas, aunque debe hacerse un análisis profundo antes de su aplicación si no queremos resultados adversos o, incluso, contrarios a los perseguidos. Por ejemplo, la sustitución de algunas sustancias dañinas para el medio ambiente por otras ‘amistosas’ con el medio ha resultado ser peligrosa para la salud de los trabajadores. Así, el cambio de pinturas con disolvente a pinturas de base acuosa ha comportado la adición de biocidas. Análogamente, sustituir los hidro-clorofluorocarbonos por los clorofluorocarbonos aumenta el riesgo de exposición a carcinógenos y la probabilidad de incendios.

¿Cegados por las buenas intenciones?...
Parece obvio, pues, que lo que es bueno para el medio ambiente, no siempre es bueno para las personas. Haremos breve cita de algunos otros ejemplos:
-Fabricación de paneles fotovoltaicos. Esta actividad, uno de los paradigmas de la sostenibilidad y el ecologismo, emplea más 15 materiales peligrosos. Entre otros riesgos, los trabajadores pueden verse expuestos al teluro de cadmio, cuya manipulación es peligrosa al ser altamente cancerígeno. También afrontan riesgos convencionales: caídas, trabajo a las elevadas temperaturas, en espacios reducidos, electrocución, etc.
-Fabricación de aerogeneradores eólicos. Los trabajadores pueden verse expuestos a riesgos químicos derivados de la exposición a  gases, vapores y polvos nocivos.
Cualquier actividad económica implica un equilibrio entre el riesgo y el beneficio, en el que, dependiendo de la actividad, el riesgo puede variar desde la mera pérdida material al daño a la salud o la pérdida de la vida. Sea verde o no, el trabajo siempre genera el riesgo de accidentes y enfermedades, cuya reducción o eliminación constituye uno de los principios fundamentales de la seguridad laboral.
La evaluación de los peligros laborales asociados a las tecnologías verdes y actividades conexas deviene así un tema de importancia capital que, en consecuencia, no puede dejarse al azar. No tiene sentido que estos nuevos trabajos, llamados no sólo a mejorar el entorno, sino también a revitalizar la economía y generar empleo, se creen con prisa y desorden sin atender a su calidad e ignorando su incidencia en la salud laboral, máxime cuando pueden degenerar en una lacra social antes de que se tomen las adecuadas medidas de protección. En otras palabras, la razón de fondo de la ‘filosofía’ verde no puede cegarnos ni nublarnos el entendimiento: hay que relativizar el valor de la etiqueta ‘verde’, que, a priori, tiene mucho ‘glamour’.
Seguidamente, abordamos los empleos verdes con el foco puesto en la seguridad y salud laboral.

Energía solar
El grupo de las energías renovables, que atrae el interés de los inversores, está creciendo rápidamente y, según las previsiones, acelerará el ritmo en los próximos años. Estimaciones conservadoras establecen que este sector estaría empleando globalmente más de cuatro millones de trabajadores (la mitad en el segmento de los bio-combustibles). El interés por las energías alternativas puede hacer el sector de las energías renovables crezca hasta generar veinte millones de empleos hacia 2030.
La energía solar se transforma en electricidad mediante paneles fotovoltaicos. Los riesgos laborales están presentes en la fabricación, instalación y al final del ciclo de vida de los paneles, cuando se convierten en un residuo. Al fabricarlas, se emplean más de 15 sustancias peligrosas: los peligros se derivan de los productos químicos usados conjuntamente con las obleas de silicio, componente principal de las placas. La fabricación de las células solares, componente de las placas supone el uso de productos de limpieza que pueden ser tóxicos. Por tanto, los trabajadores que fabrican los módulos fotovoltaicos y sus componentes deben protegerse de la exposición a las sustancias que manejan.
Los paneles solares se convierten en un residuo electrónico al final de su vida útil (20-25 años). Contienen materiales nuevos, como teluro de cadmio y arseniuro de galio, cuyo reciclaje es complejo, presentado un reto tecnológico para la seguridad, la salud y la protección del medio ambiente.
Algunos peligros físicos que afrontan los trabajadores al instalar paneles solares son similares a los de la construcción, como las caídas de altura, manejo manual de cargas, temperaturas extremas (altas o bajas), trabajo en espacios confinados y electrocución durante construcción y mantenimiento. Existe un peligro adicional, que afecta en este caso a la salud de los bomberos y los residentes, derivado de los humos que se liberan de la combustión módulos fotovoltaicos en caso de incendio en un edificio que los tenga instalados.

Reciclar es verde. No así las condiciones de trabajo de muchos recicladores. El trabajo de reciclado puede ser sucio, contaminante, poco atractivo o peligroso, además de mal pagado, incluso en países desarrollados

Energía eólica
La fuerza del dios Eolo ha experimentado un gran auge de uso en la última década, esperándose que prosiga su expansión. Laboralmente, este sector industrial abarca el desarrollo de proyectos, fabricación de turbinas (aerogeneradores) y componentes, construcción, instalación, explotación y mantenimiento de los cada vez más presentes molinillos. Los riesgos en la fabricación son similares a los de la industria del automóvil o la construcción aeroespacial, mientras que los riesgos derivados de la instalación y el mantenimiento son asimilables a los de la construcción. Los trabajadores pueden quedar expuestos a sustancias químicas como las resinas epoxy, estireno y disolventes, gases nocivos, polvos, nieblas y vapores, humos de fibra de vidrio, endurecedores, aerosoles y fibras de carbono. También corren peligros físicos por la existencia de partes en movimiento, así como el trabajo manual en la fabricación y el mantenimiento de las palas o aspas. Son problemas de salud comunes las dermatitis, mareos, somnolencia, daños hepático y renal, ampollas, quemaduras químicas o causticaciones, así como insidiosos efectos (presuntamente mutagénicos) en la reproducción sexual.

Durante el mantenimiento no pueden obviarse peligros físicos como las caídas de altura, trastornos musculo-esqueléticos (TME) y posturas forzadas al trabajar en espacios confinados, carga física para subir a las torres, electrocución y lesiones ocasionadas por la maquinaria rotante o la caída de objetos. No es posible la estimación numérica de los accidentes por la falta de datos estadísticos.

Energía hidráulica
Genera electricidad sin la quema de combustibles fósiles, por lo que no produce las emisiones asociadas al carbón, petróleo o gas. El impacto ambiental proviene del embalsamiento del agua, reducción del nivel de agua y cambios en sus flujos, así como la construcción de pantanos, carreteras o líneas de alta tensión. La energía hidráulica proporciona más del 17% de la electricidad mundial, convirtiéndose, con diferencia, en la energía renovable más importante de las usadas en la generación de electricidad.
Los peligros y riesgos asociados con la construcción, explotación y mantenimiento de grandes plantas hidráulicas son los mismos que encontramos en la construcción y en el transporte y distribución de energía eléctrica. Incluye las lesiones que provocan equipos mecánicos y el manejo de materiales, los riesgos por accidente eléctrico durante la instalación o construcción de líneas aéreas o soterradas, la exposición química al gas de hexafluoruro sulfúrico, y al bifenilo policlorado.
Los trabajadores deben estar provistos con equipo de protección que incluya los cinturones de seguridad y equipo de protección contra las caídas de altura, protección respiratoria y protección eléctrica. Asimismo dispondrán de protocolos de respuesta a emergencias in situ, ya que muy frecuentemente los accidentes más graves se producen durante la construcción de las grandes presas. Estas instalaciones también pueden tener un impacto social grave si provoca el desplazamiento de las comunidades y los pueblos indígenas locales.

Bio-energía
El sector de las bio-energías está teniendo un rápido desarrollo, incluye bio-combustibles, bio-gas y bio-masa para generar calor y electricidad. El desarrollo futuro de esta tecnología se hará empleando materias primas como las algas, monocultivos y grasas animales/aceites de cocina usados. Una de las preocupaciones medioambientales es el empleo de suelo agrícola para cultivar las ‘cosechas energéticas’. Los bio-combustibles están en el punto de mira de los investigadores y medioambientalistas por su efecto sobre el alza del precio de los alimentos o la pérdida de biodiversidad, dependiendo el alcance de su efecto del cuidado que se ponga en la gestión del recurso.
En forma líquida, sólida o gaseosa, la bio-energía también despierta preocupaciones medioambientales y las relativas a la seguridad y la salud de los trabajadores. Los peligros, que surgen principalmente de la producción de materia prima, son similares a los de la agricultura y el sector forestal. La producción de cultivos tradicionales como caña de azúcar o soja se asocia con la exposición a los fitosanitarios. La recolección manual de la caña de azúcar también implica la carga física en lugares típicamente húmedos y calurosos. En casos extremos, puede producirse la muerte del trabajador por agotamiento (golpes de calor). Durante los procesos térmicos, se produce la exposición a sustancias carcinógenas, gases, monóxido de carbono, óxidos de azufre, plomo, compuestos orgánicos volátiles (COVs), trazas de mercurio (se evapora a partir de los 40º C), metales pesados y dioxinas procedentes de la combustión de materia. La polución emitida por unidad de energía generada dependerá del refinamiento de la tecnología empleada.
Almacenada, la biomasa supone un peligro de fuego, y que el material usado para los procesos no siempre es fácil de almacenar. También existe el riesgo de explosión cuando se dispersan pequeñas partículas en el aire. Por otra parte, la biomasa puede causar polución del aire, dispersión de esporas y líquidos residuales con potencial para afectar a la salud, lo que implica una manipulación y almacenaje muy cuidadosos.
Los problemas de seguridad de los aspectos citados son muy similares a procesos análogos en el sector de los recursos fósiles: operación de turbinas de gas, almacenaje seguro, manipulación y transporte de líquidos inflamables. Es vital disponer de códigos de buenas prácticas para la anticipación, identificación, evaluación y control de peligros y riesgos, sean conocidos o no.

Gestión de residuos y reciclaje
Reciclar es ‘verde’, no así las condiciones de trabajo de muchos recicladores debido, principalmente, al empleo de prácticas no apropiadas: por ejemplo, quemar cableado con aislante de plástico para recuperar el cobre produce humos tóxicos y dioxinas que contaminan el medio ambiente y a los recicladores.
Reciclar se está convirtiendo en parte integral del diseño de producto y la gestión de residuos. Sin embargo, las nuevas tecnologías de reciclado pueden desatar nuevos riesgos dada la presión para preservar las cualidades y prestaciones de los productos. Asimismo, la recogida de productos de desecho puede conllevar la manipulación de sustancias peligrosas, desde nanomateriales y nuevos tipos de químicos hasta el continuo crecimiento de residuos electrónicos (cargados de sustancias tóxicas). Igualmente, los procesos de reciclado y valorización energética de los residuos pueden generar peligros como la producción de gases o explosiones.
La futura minería-vertedero de recursos hará que aumenten las exposiciones a sustancias nocivas. Los perjudicados serán los países pobres, destino habitual de las exportaciones de residuos de las primeras economías mundiales. En la guía jerárquica de la gestión de los residuos, la prevención es la primera opción, y la eliminación (o reciclado) el último recurso. En la práctica, no es así. El trabajo de reciclado puede ser sucio, contaminante, poco atractivo o, incluso, peligroso, además de mal pagado, incluso en países desarrollados. Un estudio sobre las condiciones de trabajo en los centros de reciclado de Suecia señalaba la necesidad de acciones preventivas, como mejora de la maquinaria y el equipo, además de mayor formación, especialmente en el manejo de residuos peligrosos.
En el Reino Unido, trabajadores de una estación de reciclado de residuos eléctricos sufrieron envenenamiento por mercurio debido a su trabajo de reciclaje de las ‘eco-bombillas’ (bajo consumo) debido a procedimientos inadecuados de trabajo. Otro ejemplo es el reciclaje de chatarra, que ocupa a muchos trabajadores. En Estados Unidos, las causas más comunes de enfermedad en esta industria son el envenenamiento con metales pesados, trastornos musculo-esqueléticos por movimientos repetitivos, enfermedades o desórdenes dermatológicos o respiratorios.
En la mayoría de países en vías de desarrollo, el creciente volumen de residuos ha desbordado a los gobiernos. Con frecuencia, los residuos médicos infecciosos y los desechos tóxicos de la industria no son separados de la basura doméstica antes de ir a parar a los vertederos. En este panorama sombrío encontramos que la actividad de reciclado es ejercida principalmente por trabajadores de la economía llamada ‘informal’. Las estimaciones cifran el número de recicladores mundiales entre 15 o 25 millones. China, el mayor generador de residuos del mundo, emplea una cifra estimada de 10 millones de personas en el reciclaje. Los recogedores de residuos son, por lo general, personas vulnerables, pobres, normalmente mujeres y niños, que se encuentran continuamente expuestos a sustancias peligrosas, materiales agresivos y todo tipo de patógenos. Por si fuera poco, carecen de reconocimiento social o económico. La situación se agrava con la irrupción en los vertederos de nuevos desechos electrónicos de nocividad tan poderosa como desconocida.
·Desguace de buques
En la medida que reduce la necesidad de explotación minera para obtener materia prima, el desmantelamiento y reciclaje de barcos puede clasificarse como una fuente potencial de ‘empleo verde’. Sin embargo, las características de los barcos y los materiales altamente contaminantes que llevan convierten el desguace en una fuente de peligros para la salud laboral y medioambiental debido a condiciones de trabajo inadecuadas. Los peligros incluyen la exposición a sustancias peligrosas como amianto, aceites y combustibles, pinturas tóxicas, PCBs, isocianidas, ácido sulfúrico, plomo y mercurio. Hay que contar también los riesgos físicos, mecánicos, biológicos, ergonómicos y psicosociales.

Riesgos ‘verdes’ en sectores tradicionales
·Minería
La minería, a cielo abierto o subterránea, es uno de los sectores más peligrosos. Entre los riesgos, encontramos fuego y explosiones, electrocuciones, exposición al polvo de sílice, mercurio, otros productos químicos y calor. La silicosis es una de las enfermedades profesionales más graves, que provoca una progresiva discapacidad física, que se hace permanente por el deterioro de la capacidad pulmonar.
Por otra parte, es bien conocido el impacto medioambiental de la minería a través de sus distintos contaminantes. El impacto medioambiental y sobre la salud que tiene el mercurio se hace evidente en muchas zonas mineras, además de liberarse a la atmósfera y contribuir así a la propagación y globalización de la toxina. La minería informal del oro, que emplea el mercurio para extraer el metal precioso, supone otro daño a la salud de las personas y del medio natural.
·Agricultura y silvicultura
El uso de fertilizantes químicos y fitosanitarios representa un problema de salud en esta actividad, que se ve minimizado en la llamada agricultura ecológica al utilizar sólo fertilizantes orgánicos. Pese a los evidentes beneficios de la biotecnología agrícola, no se ha desarrollado una gran investigación sobre las implicaciones que pueden derivarse para la salud y la seguridad de los trabajadores, o las consecuencias para el medio ambiente.
Los peligros derivan de los procedimientos de producción, así como de las habilidades y conocimientos de los trabajadores para manejar los productos de la agricultura biotecnológica. Se necesitan nuevos sistemas de manipulación para evitar la contaminación cruzada y asegurar el almacenaje aséptico. Hay que prevenir el daño que puede inducir la inhalación del polvo generado por productos modificados genéticamente, etc.
La actividad forestal también genera empleos verdes, cuyos riesgos laborales son muy similares a los de la explotación forestal convencional. La única diferencia estriba en que la gestión sostenible se apoya en trabajadores competentes, lo que mejora las condiciones de seguridad laboral. El desarrollo de los empleos verdes en este sector depende de la puesta en práctica de condiciones de ‘empleo decente’, a partir de los ‘Decent Work Standards’ y las recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
·Construcción y rehabilitación
La construcción es un contribuyente típico de los gases de efecto invernadero. Por tanto, las nuevas construcciones que son eficientes energéticamente y la rehabilitación sostenible tienen un gran potencial para la creación de empleos verdes que, en contrapartida, exigen habilidades y conocimientos que no son necesarios en la construcción convencional.
Los riesgos de la construcción verde no difieren de los de la construcción convencional (moverse en el espacio de trabajo, trabajar en altura, uso de herramientas manuales y eléctricas, riesgos eléctricos, espacios confinados, almacenamiento y manipulación de productos químicos). La instalación de fuentes de energías renovables en los tejados, nuevos materiales de construcción, aislantes y pinturas conteniendo nanomateriales pueden convertirse en fuentes de riesgos laborales.
En la rehabilitación, la exposición al amianto es un riesgo frecuente y de difícil cuantificación, que requiere trabajadores y equipos de protección especializados.

Despiece 1
Empleo ‘verde’
Según la definición más citada, procedente del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA, 2008), el empleo verde es “el trabajo en la agricultura, el sector manufacturero, las actividades de investigación y desarrollo (I+D),  administrativas y de servicios, que contribuye de forma importante a la conservación o la restauración de la calidad ambiental. En concreto, pero no de manera exclusiva, esto incluye puestos de trabajo que ayudan a proteger los ecosistemas y la biodiversidad; a reducir el consumo de energía, materiales y agua mediante estrategias de alta eficacia; a ‘descarbonizar’ (quema de fuentes de energía contaminantes) la economía, y a reducir al mínimo o totalmente la generación de todas las formas de residuos y contaminación”.
La Comisión Europea (2012) entiende por empleos verdes “los que cubren todos los puestos de trabajo que dependen del medio ambiente o que se crean, se sustituyen o se redefinen (en términos de dotación de un carácter ecológico a los conjuntos de capacidades, métodos de trabajo, perfiles, etc.) en el proceso de transición hacia una economía más verde”, y añade que “esta definición amplia es complementaria y no se opone a la del PNUMA”, mencionada anteriormente.
Los empleos verdes también pueden abarcar no sólo el puesto de trabajo “ecológico” directo, sino llegar a la cadena de suministro. Los empleos verdes pueden ser directos, indirectos o inducidos.

Despiece 2
Tecnologías verdes, empleos ‘negros’
Aquí nos lavamos las manos frente a los residuos. La exportación de residuos peligrosos desde la UE a países no pertenecientes a la OCDE está prohibida desde 1998, aunque existe una triste constancia en las instancias comunitarias (CE) de que “esta legislación se elude casi sistemáticamente”. Europa se ‘lava las manos’ y –cuando puede- exporta el trabajo sucio. Paradigmático es el caso del portaviones francés Clemenceau (contaminado con amianto) que ha errado por los mares hasta que, finalmente, entrara para el desguace en un puerto británico. India y España (Gijón) fueron otros posibles destinos.
El desguace mundial de buques se ha multiplicado por seis entre 2007 y 2009 (pasando de los 4,2 millones de toneladas brutas a los 24,9 millones de toneladas brutas). Ello está motivado, entre otros motivos, por “la retirada de los petroleros monocasco, la crisis económica y el aumento de la flota mundial”, señalan fuentes de la Euro-Cámara.
Se estima que más de 5 millones de toneladas de materiales potencialmente nocivos procedentes de los buques que se desguacen entre 2006 y 2015 terminarán en astilleros de desmantelamiento. Por este motivo, los eurodiputados proponen que sólo los astilleros o instalaciones que se acrediten ante la UE puedan manejar materiales peligrosos sobre suelos impermeables o poseer instalaciones de tratamiento de residuos aguas abajo y que operen conforme a las normas de la UE en materia de protección de la salud humana y del medio ambiente. Asimismo, estos desguaces deberían quedar sometidos a auditorías periódicas de salud ambiental y laboral. 

lunes, 22 de julio de 2013

El lado oscuro del progreso

Teléfonos móviles y dispositivos empleados en las ‘TIC’,
auténticos escollos para la salud laboral



El problema ha llegado para quedarse: vivimos en la sociedad de la información, o ‘TIC’ (Tecnología de la Información y del Conocimiento) que, mal gestionada, se convierte en infobesidad (inflación de información), adicción-dependencia y problemas de salud, tanto física como mental.
Muchos ya no entienden la vida sin internet ni telefonía móvil, cuando hace 20 años vivíamos en la galaxia pre-internet. Sin embargo, el uso de estas tecnologías debe hacerse con prudencia y moderación, pues pueden convertirse en un arma de doble filo.

No hay rosa sin espinas. El axioma funciona con los avances tecnológicos. La gasolina propició la motorización, el transporte y la autonomía personal. Ahora padecemos contaminación y calentamiento global. Los móviles y las TIC (Tecnologías de la Información y el Conocimiento) dan alas a nuestra comunicación. Sin embargo, encierran un lado oscuro que, muchas veces, está aún por descubrir.


El lado oscuro del progreso

 (PL 76) RIESGOS EMERGENTES. RIEM-TelefoníaMóvil_TIC.doc. Manuel Domene. Palabras: 3.439

Teléfonos móviles y dispositivos empleados en las ‘TIC’,
auténticos escollos para la salud laboral



El problema ha llegado para quedarse: vivimos en la sociedad de la información, o ‘TIC’ (Tecnología de la Información y del Conocimiento) que, mal gestionada, se convierte en infobesidad (inflación de información), adicción-dependencia y problemas de salud, tanto física como mental.
Muchos ya no entienden la vida sin internet ni telefonía móvil, cuando hace 20 años vivíamos en la galaxia pre-internet. Sin embargo, el uso de estas tecnologías debe hacerse con prudencia y moderación, pues pueden convertirse en un arma de doble filo.

No hay rosa sin espinas. El axioma funciona con los avances tecnológicos. La gasolina propició la motorización, el transporte y la autonomía personal. Ahora padecemos contaminación y calentamiento global. Los móviles y las TIC (Tecnologías de la Información y el Conocimiento) dan alas a nuestra comunicación. Sin embargo, encierran un lado oscuro que, muchas veces, está aún por descubrir.
Con sus avances tecnológicos, la industria –y su aliada, la sociedad consumista- primero crean los problemas y, muy a posteriori, aceptan buscar soluciones ‘ad-hoc’ para problemas que se arrastraron previamente durante décadas.

‘Yo no estoy contra el progreso…’
Lo entonó con mucha elocuencia un cantante brasileño: nadie se opone al progreso, si éste no encierra trampas. En el resto de casos, el principio de cautela o desconfianza resulta elemental. A las pruebas nos remitimos.
Un estudio de Dynamic Markets, para la empresa de productos ergonómicos Fellowes, sostiene que “casi un 90% de españoles ha sufrido en los últimos tres años diversas dolencias debido al tiempo empleado delante del ordenador, el portátil o la tableta”.
La conclusión no sorprende al promotor del estudio por cuanto constata que “los usuarios españoles permanecen un promedio de 7,2 horas diarias delante de dispositivos, lo que representa la cifra más alta de Europa. Asimismo, un 15% de estos usuarios trabaja de un modo nómada permanentemente, mientras que la mayoría sigue un estilo itinerante de trabajo (o semi-nómada), lo que provoca la adopción de posturas inadecuadas en puestos y lugares de trabajo tan improvisados como inadecuados.

Pegados al móvil y otros ‘gadgets’
Los móviles –y la parafernalia TIC-, además de crear dependencia, provocan estrés y disminución de la productividad, dificultando además la conciliación de la vida laboral con la privada.
Ya en 2011, Volkswagen decidió atajar este mal impidiendo que los empleados recibieran correos electrónicos fuera del horario laboral. Garantizar la seguridad y salud de los trabajadores en plantilla es una obligación legal (Ley 31/1995) de toda empresa. Sin embargo, dicho precepto parece no regir para el área psicológica, en general. 
El coordinador técnico de Grupo Geseme, Salvador Tremps, explica que ya hay empresas que han decidido prohibir el uso del teléfono móvil en los despachos (compañías farmacéuticas). Aún así afirma que “las empresas no son conscientes del aluvión de enfermedades generadas por las nuevas tecnologías”. Incluso, existe el caso de multinacionales que obligan a contestar los correos electrónicos laborales en un máximo de dos horas. Esta supuesta efectividad acabará saldándose, a corto-medio plazo, con situaciones de estrés y depresión.
Un riesgo, que es general para los trabajadores, se convierte en un desafío permanente para las llamadas ‘profesiones tecnológicas’, que incluye gestores de comunidades web (community manager), programadores, redactores, maquetadores, coordinadores… y, en general, todos los profesionales que se pasan su jornada laboral frente a las ‘maquinitas’ (teclistas de introducción de datos, tele-marketinianos, call-centers). En definitiva, la expansión de las TIC convierte en legión a sus potenciales usuarios, que por el hecho de serlo engrosan la lista de potenciales víctimas.
La conexión permanente es responsable del estrés y el malestar psicológico (fatiga, insomnio, ansiedad...) En el entorno laboral se produce aislamiento y disminución del rendimiento, déficit de comunicación interpersonal, dificultades para el trabajo en equipo… A ello hay que añadir la perniciosa dependencia, con efectos sobre la salud mental. Una vez que el trabajo invade la vida privada, las personas son propensas a sufrir enfermedades y accidentes, viendo disminuida así su calidad de vida. Entre los factores de riesgo se cuentan la fatiga visual, trastornos musculo-esqueléticos, afecciones cardio-vasculares, o problemas endocrinos. La literatura divulgativo-científica se ha llenado de términos curiosos como e-trombosis, pulgar de blackberry, síndrome del ojo seco, síndrome del mouse, epilepsia fotosensible, o insomnio tecnológico. Son trastornos incompatibles con una vida saludable, que se abordan en el resto de este artículo.

“E-trombosis”, nuevo riesgo de los operarios informáticos
Nuevos estudios añaden la “e-trombosis” a los peligros de pasar muchas horas sentado frente a pantallas de visualización de datos (PVD’s). Las personas que pasan toda su jornada laboral ante el ordenador pueden desarrollar coágulos de sangre debido a la inmovilidad prolongada que ello supone, como recogen diversos estudios médicos e informaciones diversas difundidas por algunas empresas informáticas. Microsoft tiene varias páginas en Internet dedicadas al tema. Y Logitech, uno de los principales fabricantes de teclados y ratones, incluye en sus productos etiquetas con instrucciones y consejos prácticos para evitar incomodidades a los usuarios.
A afecciones como dolores de espalda, molestias en algunas articulaciones y problemas oculares se añade, ahora, un problema circulatorio similar al que pueden sufrir los pasajeros de largos vuelos en avión, el llamado “síndrome de la clase turista”, y que ha venido a denominarse “e-trombosis”. Para evitar las nuevas dolencias derivadas de las nuevas tecnologías, los médicos recomiendan pasear, estirar las piernas, beber mucha agua y no consumir alcohol.
La dolencia ha sido estudiada por especialistas de Nueva Zelanda y el Reino Unido, bajo la dirección del doctor Richard Beasley, y su estudio ha sido publicado en el “European Respiratory Journal”. Los autores señalan que esta enfermedad casa con los síntomas de la “trombosis venosa profunda”, que fue diagnosticada por primera vez durante la Segunda Guerra Mundial entre personas que permanecían inmóviles muchas horas en los refugios antiaéreos de Londres.

Pulgar de Blackberry
El “pulgar de blackberry” es un trastorno que provoca sobrecarga de huesos y tendones del pulgar, la mano (y que puede derivar al resto de la extremidad superior, cuello, etc.). La causa no es otra que el movimiento repetitivo y las tensiones que se ejercen sobre un dedo que, en absoluto, fue pensado para escribir en mini-teclados.
Hace diez años, pocos usuarios escribían más de un mensaje sms al día. En cambio con los smartphones y servicios como el Whatsapp, el tecleo se ha convertido en una actividad incesante y, peor aún, invalidante, lo que llama la atención de clínicos, ergónomos e investigadores.
En los teclados de ordenador, las teclas se han reservado para los cuatro dedos dotados de mayor destreza en cada mano. Limitándose los dos pulgares a la pulsación de la barra espaciadora, lo que no comporta grandes solicitaciones mecánicas, justo lo contrario de lo que ocurre con los teclados de las blackberry y los smartphones. Este síndrome se produce por un abuso mecánico.
-Sobreuso de la articulación trapecio-metacarpiana (rizartrosis). También se ha conocido en el pasado como ‘artrosis de la costurera’, y no es más que un uso repetitivo de dicha articulación, cuya sobrecarga provoca la inflamación y degeneración del tejido articular, lo que se manifiesta causando dolor y limitación del movimiento.
-Tendinitis. Por otra parte, el problema implica una inflamación de los tendones que van al pulgar, causándose una tendinosis / tendinitis, cuyo único remedio es limitar –o eliminar- el factor estresor. De lo contrario, casi toda la musculatura que interviene en el pulgar provoca dolor en la zona de la articulación, el dedo y la muñeca. Es habitual  la sensación de fatiga precoz así como dolor al esfuerzo.
Para evitar estas dolencias (que también han sido etiquetadas como ‘Nintendonitis) los ergónomos recomiendan las pausas durante la escritura de mensajes (preferentemente acortarlos), estirar los dedos y abrir la palma de la mano cuanto sea posible, apoyar el brazo sobre una superficie al escribir y evitar que los brazos queden suspendidos en el aire (no contestar mensajes caminando).
-Utilizar el resto de los dedos al escribir, no únicamente los pulgares.
-Descansar y dejar a un lado el teléfono.
A propósito de responder los mensajes mientras se va caminando, la costumbre, bautizada como ‘Texting’, está siendo sancionada con multas en New Jersey (Texting While Walking Banned in New Jersey Town). En este caso, no es por la ergonomía, sino por la integridad física de los ‘texters’, que suelen sufrir atropellos y otros accidentes por su falta de atención del entorno.

El dedo pulgar acusa la sobrecarga ergonómica derivada del tecleo continuo

·¿Y el cuello de Blackberry?
También podríamos hablar del ‘cuello de blackberry’ o síndrome del cuello tenso, resultado de hablar a través del móvil, una función que sería la principal de los teléfonos, y que –paradójicamente- ya no es la más usada. Los síntomas del cuello tenso (cuello tecnológico, según otras fuentes) incluyen: hombros ‘redondeados’ (hacia adentro), dolor entre los omóplatos, dolores de cabeza por migraña, y la fatiga muscular, nudos en los hombros, el cuello apretado, entumecimiento o el hormigueo (“pinchazos”) en el antebrazo hasta los dedos. Ello es la consecuencia de ejecutar actividades con el cuello en flexión.
·El síndrome del ‘mouse’
No acabaremos el apartado de trastornos musculo-esqueléticos sin citar a nuestro ‘amigo’ el ratón, cuyo uso –y los movimientos repetitivos que comporta- provocan tendinitis (inflamación tendinosa), tenosinovitis (inflamación del revestimiento del tendón), epicondilitis (inflamación de la inserción del tendón con el hueso), y síndrome del túnel carpiano (compresión del nervio mediano a la altura de la muñeca). Todo ello causa dolor, entumecimiento y distrofia funcional.

Síndrome del ojo seco (xeroftalmia)
Hacer un uso intensivo de la vista no es gratuito: los ojos se cansan y se resecan. El ojo seco (xeroftalmia) también está propiciado por el calentamiento que generan las microondas (radiación electromagnética que acompaña a los dispositivos eléctricos y electrónicos). El ojo seco es un síntoma habitual en usuarios y operadores de pantallas de visualización de datos (PVDs).
La sequedad ocular es una alteración de la película lagrimal susceptible de provocar molestias oculares. El principal síntoma de sequedad ocular es la sensación de cuerpo extraño o de arenilla en los ojos, siendo también muy frecuentes el picor, que puede ser intenso, y el enrojecimiento, la visión borrosa o la sensibilidad a la luz. Los cuadros más graves presentan pequeños derrames. La sintomatología se ve agravada por las condiciones ambientales y, por supuesto, por el uso intensivo de pantallas de datos y equipo eléctrico. En este sentido, conviene utilizar pantallas de baja radiación, hacer pausas y descansos, o parpadear frecuentemente para forzar el humedecimiento del ojo. También es muy recomendable recurrir a las lágrimas artificiales o soluciones oftálmicas a base de carmelosa sódica, que lubrican, relajan y apaciguan el picor ocular.
El ojo seco no es un problema menor, puede acarrear graves consecuencias (queratitis, cicatrices, pérdida de la visión, úlceras de córnea), por lo que, al margen de la prevención ya indicada, es recomendable efectuar periódicos controles oftalmológicos específicos.

Insomnio tecnológico
No se puede pasar de un estado de excitación sensorial al sueño reparador en unos minutos. Nuestro cerebro necesita –utilizando un símil automovilístico- ir ‘bajando de vueltas’ antes de ‘desconectarse’. Quienes siguen la nefasta costumbre de usar un ordenador portátil en la cama (o incluso ven la tele en el dormitorio) tienen casi todos los números de la rifa para padecer insomnio o, como mínimo, no gozar de un sueño de calidad. El uso de ordenadores, tabletas o smartphones (ocio digital) provoca vigilia, es decir, falta de sueño a la hora de dormir, como lo pueden hacer la cafeína, nicotina, el alcohol o, simplemente, las preocupaciones. La mala calidad del sueño será el inicio de muchos problemas de salud, entre ellos –y nada desdeñable- la obesidad. Dormir poco engorda: se reduce el gasto energético, aumentando paralelamente la ansiedad y, como consecuencia, la ingesta calórica.
Son muchos los miles de víctimas del insomnio tecnológico. Según explica Manel Salamero (Área de Psicología del Hospital Clínic de Barcelona), “la exposición a la luz artificial de las pantallas de estos dispositivos antes de dormir inhibe la liberación de melatonina, la hormona que fomenta el sueño, provocando cambios en el ritmo cardíaco y dificultando así el sueño”.
El problema deriva de una mala conducta que afecta por igual a hombres y mujeres desde la adolescencia. Según los estudios del Hospital Clínic, los hombres usan más los videojuegos antes de ir a dormir, mientras que las mujeres se comunican por Whatsapp y envían sms. Esta problemática no existía cuando la humanidad no dominaba la iluminación artificial y estaba, por tanto, supeditada a seguir y respetar los ciclos circadianos en función de la luz, un reloj interno al que no solemos hacer caso por el ocio digital y la tecnología que imperan en nuestros días.
“Un aspecto importante –afirma Salamero– es que para poder dormir profundamente necesitamos disminuir la actividad cerebral una hora antes de irnos a la cama”. Por ello recomienda una serie de rutinas que faciliten la desconexión, primando el hecho que “los seres humanos son animales diurnos, y es el cambio de rutinas el que lo vuelve nocturno”.
En palabras de la doctora Wyse (Universidad de Aberdeen. Reino Unido): “la luz eléctrica permitió a los humanos infringir la antigua sincronización entre el ritmo del reloj biológico humano y el entorno. Durante el último siglo, los ritmos diarios en los horarios de comidas, sueño y trabajo han desaparecido gradualmente de nuestra vida. El reloj biológico apenas puede seguir el patrón de nuestro estilo de vida, muy irregular. Esto provoca problemas metabólicos y de otros tipos en la salud, al tiempo que incrementa la probabilidad de padecer obesidad”.

No se puede pasar de un estado de excitación sensorial al sueño reparador en unos minutos. Nuestro cerebro necesita –utilizando un símil automovilístico- ir ‘bajando de vueltas’ antes de ‘desconectarse’.

Epilepsia fotosensible
Los expertos están relacionando las TIC con los desórdenes del sueño (insomnio), epilepsia fotosensible, estrés y depresión. Los usuarios deben ser conscientes que necesitan un tiempo de recuperación después de un uso intensivo de la aparatología que usamos a diario, que excita nuestro cerebro y carga de electricidad nuestro cuerpo.
El cerebro es un órgano sensible, bombardeado a diario por ‘bits’ de información en formas diversas, una de ellas la luz. Las PVDs centellean o parpadean de una forma imperceptible al ojo humano, aunque no al cerebro, que se encarga de conectar los impulsos o parpadeos para crear una imagen fija. ¿Cuántos ‘inputs’ ha recibido un cerebro después de permanecer 8 horas frente a una pantalla? Sin duda, muchos. Más estímulos visuales de los que son convenientes para considerarnos a salvo (no agredidos por la tecnología).
Muchas personas tolerarán esta exposición sin problemas aparentes. Otras no. Las personas con epilepsia fotosensible desarrollan ataques de epilepsia tras ser expuestos a ciertos estímulos visuales que producen nuestros aparatos tecnológicos. Luces intermitentes, alternancia o cambio de imágenes (como en discotecas, vehículos de emergencia, películas de acción, programas de televisión, videojuegos, etc.) pueden provocar la crisis epiléptica en personas predispuestas, y agotamiento visual, en cualquiera.
El síndrome viene determinado por la sensibilidad a la intensidad de la luz, frecuencia en el destello, nivel de iluminación, longitud de onda y nivel de parpadeo de la persona afectada. El sentido común recomienda la prevención, basada en sencillas pautas: 
-Mantener una distancia de seguridad con respecto a la pantalla/monitor.
-Controlar el tiempo de exposición y hacer pausas regulares para descansar la vista.
-Reducir el brillo de las pantallas, evitando parpadeos excesivos y exposiciones a este tipo de estímulos en lugares poco iluminados.

La sociedad de la información y sus tecnologías generan adicción y dependencia

Los culpables: ‘infobesidad’ y tecno-adicción
Estudiadas algunas de las consecuencias, conviene apuntar las causas: encontramos una causa social (exógena a la persona, como es la sociedad de la información y su carga de info-inflación, que suele ser info-basura), y otra causa personal, relacionada con los hábitos y la conducta (la tecno-adicción).
·La sociedad de la infobesidad (o info-basura…)
Vivimos info-agobiados (mucha información que procesar en poco tiempo). Así, la infobesidad sería la compulsión por responder a los estímulos que llegan hasta nosotros vía TIC. Dicho en términos prácticos, la obsesión de mirar –y gestionar- el correo electrónico.
Es obvio que el infobeso se ve saturado en su capacidad y lo que debiera de ser un medio de trabajo, tristemente acaba convirtiéndose en un fin en sí mismo, un círculo vicioso tan improductivo como pernicioso para la salud mental y el llevar una vida equilibrada.
Entonces, ¿qué hacer ante la recepción masiva de e-mails? Pues actuar con realismo: es imposible controlarlos. Por tanto, hay que saber cuándo mirar el correo, que, según los expertos, no debe pasar de 2 o 3 veces al día. No hay que obsesionarse, pues, en la mayoría de los casos, estar pendiente del correo nos robaría todo el tiempo que necesitamos para nuestro trabajo productivo.
La info-inflación de info-basura no sabe de horarios. Por eso es triste encontrar a personas que, sentadas a la mesa, deben ignorar la comida y al resto de comensales, mientras deslizan presurosos pulgares sobre las pantallas táctiles de sus dispositivos móviles. La infobesidad puede llegar a ser extenuante y convertirse en un enemigo (te mata, si la trabajas; y si no la trabajas, también te mata por el efecto ‘mono’. Hay quien siente frustración si no recibe un mínimo de mensajes diarios…). No es exagerado comparar la infobesidad con una epidemia que va dejando info-agobiados por doquier.
Thierry Venin, investigador del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS), indica que “la urgencia sucede a la urgencia”. Y aclara que “nada más recibir un email hay que responderlo, o el remitente nos llama para preguntarnos si lo recibimos. Además, cuando tenemos un minuto libre vamos al buzón de correo para ver si hay algo nuevo. Es como una adicción”.
Los infobesos se hallan prendidos en una espiral de ansia por leer, abrir correos, categorizarlos, contestar… lo que acaba generando un caos contrario a la intención de sus víctimas, que sería gestionar el correo con eficiencia. Pero, hemos de conocer nuestros propios límites, sin sobrepasarlos.
Los que han desarrollado este padecimiento acusan elevado nivel de estrés, angustia, ansiedad y frustración por la avalancha de información, es decir su triste infobesidad que, poco a poco, adquiere tintes dramáticos.
La pérdida de talento y de tiempo es evidente: según ORSE, “más del 56% de los usuarios de correo electrónico emplean dos horas al día como mínimo administrando el buzón; y cerca del 38% recibe más de 100 emails”.
La infobesidad tiene solución: hay que poner límite a la entrada de inputs. Seguramente el mundo no cambiará por leer –o dejar de leer- un correo.
·La tecno o TIC-adicción
Cuando una persona consulta su buzón continuamente, contesta de inmediato, se estresa si la respuesta se demora, o consulta su móvil en todo momento y lugar… puede decirse que ha caído en las garras de la sociedad de la información, en la infobesidad. Se ha convertido en un tecno-adicto o TIC-adicto.
Se le conoce también como síndrome de fatiga informativa. Surgido en la era digital, inicialmente sólo afectaba a ejecutivos, profesionales y personas que trabajaban habitualmente con estas herramientas y que sentían, cada vez más, la carga excesiva de información.
Ahora la tecno-adicción se ha generalizado. Millones de usuarios (incluso niños) tienen a su alcance smartphones y otros juguetes tecnológicos sin los que ya no se atreven a concebir la vida (¡antes muertos que salir de casa sin el móvil!). A estos dependientes hay que explicarles que la vida es perfectamente posible fuera de internet, incluso más rica. Estamos asistiendo al empobrecimiento palpable del lenguaje tanto escrito como hablado, que se traduce en la creación de códigos de palabras sincopadas y jergas particulares; o la utilización de la tecnología durante gran parte del día como sustitutivo de las relaciones personales (sin máquina interpuesta). Internet no puede ser nuestra única forma de comunicación, porque las relaciones virtuales, o dejan de ser virtuales, o dejan de ser relaciones. No hay solución de continuidad en esa materia. Hacerlo todo por internet supone el aislamiento y hasta la auto-liquidación.
La tecno-adicción genera tecno-estrés, que convierte la multi-tarea (multi-tasking o síndrome de las ventanas) en un hábito caótico, y las fobias en una cruz del tecno-estresado. Entre los ‘demonios’ de los info-agobiados se cuentan: la velocidad del software (61% de los casos), la velocidad de la máquina (60%), que el sistema se cuelgue (54%), la pérdida de datos (46%), los errores de programación (45%), recibir mensajes no deseados (44%) y la dificultad para comprender el ‘interface’ o jerga informática (44%). No es extraño que muchos usuarios desarrollen sentimientos contradictorios de amor-odio por ciertos desarrolladores de software y hardware TIC.

jueves, 31 de enero de 2013

Más allá de la evaluación de riesgos psicosociales

(PL 74) CONGRESOS, JORNADAS y EVENTOS. CJE-RiesgoPsicosocial.doc. Manuel Domene. Palabras: 1.807
¡El riesgo psicosocial no se mide con un sonómetro!

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A mediados de diciembre, Fundación Prevent y Audit & Control Estrés organizaron en Barcelona una Jornada para “ir más allá del riesgo psicosocial”, presentando “experiencias y modelos novedosos de cómo el bienestar psicosocial puede ser una oportunidad para la innovación y el crecimiento de la organización y sus personas”.
Al inicio del acto, Montse Moré, directora de Fundación Prevent, advirtió que “el riesgo psicosocial es permanente, afectando a personas y organizaciones”. Por ello, instó a los asistentes a “promover las empresas saludables, que favorecen entornos de trabajo sostenibles y más competitivos”.

La prevención de riesgos laborales no puede descuidar el contexto psicosocial.
El factor humano requiere ‘ergonomía emocional’

A diferencia de los riesgos físicos (visibles o tangibles), “el riesgo psicosocial -como diría la primera ponente- no se mide con un sonómetro”. Sin embargo, existen metodologías para detectarlo y cuantificarlo. La Jornada de Prevent abogaba por ir un paso más allá de la evaluación de riesgos psicosociales, para entrar de lleno en lo que formularon como “la gestión responsable del bienestar psicosocial”. ¿Qué les duele hoy día a los empleados (en su parte emocional)?
Moral –y también legalmente- la empresa está obligada a velar por la salud mental de sus trabajadores. Es una obligación insoslayable, especialmente en una época como la actual que registra alarmantes niveles de estrés y patologías mentales con origen en el mundo del trabajo.

Auditoría de los riesgos psicosociales
Manuela Brinques, directora técnica de Full Audit, esbozó el proceso de evaluación y la planificación de medidas, que son algunos de los criterios básicos en cualquier auditoría de la gestión de los riesgos psicosociales. Subrayó que toda empresa debe plantearse en su proceso de evaluación “si ha evaluado los riesgos psicosociales y, en ese caso, si ha utilizado una metodología específica, y si aquélla ofrece fiabilidad y es contrastada”. Otros factores no desdeñables son la competencia de los técnicos evaluadores, la confidencialidad de las informaciones obtenidas, el grado de participación (representatividad de la muestra), etc. El segundo paso (planificación de medidas), debería contemplar, según explicitó Brinques, la identificación de las medidas correctoras específicas.
Dado que el riesgo/padecimiento psicosocial, en expresión de Brinques, “no se puede medir con un sonómetro”, se necesitan metodologías específicas. Al respecto, citó la Metodología FPSICO del INSHT y el Método ISTAS21 / PSQCAT21 (Adaptación del método COPSOQ).
Para finalizar, Manuela Brinques sintetizó una ‘radiografía’ del estado actual de la evaluación de riesgos psicosociales en las empresas (a partir de una muestra que incluye sectores de actividad muy diversos del país). Señaló, entre otros puntos, que “en muchos casos no existen estudios específicos, habiéndose evaluado algunos factores dentro de las evaluaciones generales de las empresas. En ocasiones, las empresas argumentan que no hay indicios de riesgos psicosociales. Los factores de riesgo con peor valoración son: carga mental, autonomía personal y posibilidades de promoción. En muchos casos, después de evaluar, no se identifican las medidas preventivas. Finalmente, los factores de riesgo relacionados con la turnicidad y la nocturnidad no son tratados con el rigor y la especificidad que requieren”.

La Inspección quiere empresas saludables, no tóxicas
Lucía Pancho, Subdirectora general de Estrategia y Ordenación de la Inspección de Trabajo de Cataluña, presentó en primicia los resultados de una campaña de la Inspección centrada en la evaluación de los riesgos psicosociales en las empresas de la Comunidad Autónoma. Constituían la muestra 41 empresas de más de 50 trabajadores de los sectores de trabajo social, telemarketing y transporte de pasajeros. La campaña, que primaba la faceta divulgativa por encima del aspecto coercitivo o punitivo, se focalizó en el riesgo psicosocial en sus diferentes formas: estrés, violencia física, violencia psíquica (acoso moral y sexual, discriminación), y la fatiga físico-mental. Estos riesgos afectan negativamente a las necesidades, posibilidades y expectativas del trabajador, además de menoscabar la salud no sólo de los trabajadores, sino también de las organizaciones.
Los datos extraídos de la campaña reflejan que el 81% de las empresas de la muestra habían evaluado sus riesgos psicosociales, frente a un 12% que no los había evaluado, y un 7% de empresas que los había evaluado sólo de forma parcial. El 94% de las empresas que habían evaluado el riesgo psicosocial lo había hecho con una metodología contrastada. La identificación de los riesgos muestra una prevalencia de la fatiga/tiempo de trabajo (31%), y carga de trabajo (31%), claridad del rol (9%), cambios frecuentes-incertidumbre (5%), otros factores (23%). No se identifica la violencia interna por ninguno de los encuestados.
La actuación de la Inspección de Trabajo de Cataluña se ha materializado en requerimientos, que se revisarán a lo largo de 2013, ya que “queremos organizaciones saludables”, dice la representante de la autoridad laboral.

Saber, querer y hacer
Carmen Soler, presidenta de ErgoCV, basó su exposición en la psicología positiva y el cambio actitudinal y emocional para evitar figuras tan denostadas como son los líderes o los trabajadores “tóxicos”. Al respecto, dijo que “las emociones nos hacen inteligentes, y nosotros tenemos la posibilidad de transmutar las negativas en positivas. Se trata de recuperar la esencia, los valores y los compromisos en las organizaciones, creer en nosotros mismos y en nuestras capacidades”.
Este cambio actitudinal necesita una voluntad férrea, que la ponente ilustró parafraseando a Goethe: “No basta saber, hay que querer. No basta querer, hay que hacer”. En su lista de actitudes positivas, Soler incluye “desaprender para aprehender hacia un nuevo liderazgo, potenciando las habilidades de relación. Las políticas de conciliación en todas las etapas de la vida del trabajador; los horarios positivos, que forman parte de las organizaciones saludables; la promoción de la salud: dieta, descanso, deporte, políticas de conciliación… Así –decía Soler- vamos hacia modelos de organización saludables y resilientes, esto es, que consiguen crecerse con la adversidad”.
Carmen Soler, que argumentó que la persona en la organización es un puente de valor, siempre que se encuentre feliz con el rol que le toca desempeñar, reivindicó el “trabajo con pasión”, proponiendo como modelo la expresión de Picasso “Yo no pinto lo que veo, pinto lo que siento”. En definitiva, se trata de rechazar el inmovilismo y cambiar de actitud con la vista puesta en el concepto –a veces abstracto- de felicidad en el puesto de trabajo; o a pesar de él, en algunas ocasiones.

Arbora, un buen lugar para trabajar
Con 1.200 empleados y 3 plantas, una de las señas de identidad de Arbora-Ausonia es la innovación, actitud que deriva de una política estricta de calidad, seguridad y medio ambiente, “porque queremos ser un buen lugar para trabajar”, decía Francesc Cuende Jefe Corporativo de Prevención de la citada firma.
Arbora, según dijo el ponente, evaluó el riesgo psicosocial “en un proceso que duró 2-3 años, con una planificación precisa”. Actualmente, desarrollan planes de acción por plantas y trabajo de campo, con sesiones formativas del personal, así como seguimientos trimestrales.
¿Qué mejoras psicosociales distinguen a Arbora y la convierten en una empresa deseable para trabajar? Cuende ofreció algunos detalles de prácticas que, siendo sencillas, han resultado exitosas para mejorar el clima laboral de la empresa:
-Proyecto ‘Simply’. Simplificación de procesos entre los trabajadores.
-Tarjetón ‘Busy’ – ‘Available’ (Libre – Ocupado). Evita conflictos por interrupciones no deseadas.
-Actas simples. Tienen una sola hoja. Han recibido un premio de innovación sobre comunicación interna.
-Optimización de reuniones. Se evitan las sesiones interminables. Una pegatina roja ‘identifica’ a los que llegan tarde.
-La participación en equipos multidisciplinares queda limitada a 3.
-Se imparte formación en exigencias emocionales. Taller ‘Energía y Emociones’, campaña ‘Escuela de espalda’, campañas de salud “E2-pills”, etc. La empresa imparte un promedio de 60 horas de formación por persona, y dos cursos anuales.
“El éxito de las medidas avala el compromiso de la dirección y la constancia de los trabajadores, demostrando que potenciar los aspectos de salud es rentable”, concluía Francesc Cuende.

Evaluación + Intervención = a resiliencia
José F. Martínez-Losa, director de  Audit & Control Estrés, ofrecía la fórmula de la evaluación del riesgo psicosocial y la intervención proactiva como medio para obtener la resiliencia (superar las dificultades fortaleciéndose con las mismas).
Identificó como enemigo del bienestar psicosocial al estrés, del que dijo que está presente en las organizaciones como un iceberg (existe mucho padecimiento oculto, que merma la fluidez del talento, dificultando también el normal desenvolvimiento de la vida laboral de los trabajadores). “El estresado es incapaz de salirse del piñón fijo que le oprime. Los estresados son como ‘zombies’, con tantos fuegos que apagar que no pueden añadir valor a la organización”, afirmaba Martínez-Losa.
Según el ponente, para afrontar el estrés, el trabajador necesita competencias como el auto-control, gestión de las emociones, cuidado de sí mismo, eficiencia, flexibilidad, u orientación al apoyo social, entre otras. “La clave –decía- está en desarrollar el talento de las personas de manera que hagan llegar a buen puerto a la empresa. Los resultados organizacionales se basarán en lo que hagamos o dejemos de hacer. Es la voluntad la que transforma los valores en acciones tangibles”.
El especialista en afrontamiento del estrés también enfatizó el valor de la personalidad resistente, cuyas bondades son “compromiso y control como actitudes ante el mundo y la vida, además de disposición de responder a los retos”.

Microsoft España: empleados emocionalmente equilibrados
Olga Gacio, responsable del servicio mancomunado de prevención de riesgos laborales de Microsoft, esbozó la política de su compañía, denominada ‘Equilibrio Emocional 2.0, que es, según dijo, “una de las claves del éxito y la salud de nuestro empleado”. Cabe recordar que Microsoft fue reconocida en 1987 con el distintivito ‘Best Place to Work (Mejor lugar para trabajar), distinción que ha revalidado desde entonces hasta la fecha. Olga Gacio afirmó que “las personas son la razón del éxito de Microsoft”. En contrapartida, la empresa se ocupa del bienestar psicosocial de su fuerza laboral de distintas maneras:
-Medidas de conciliación de la vida personal y laboral. Flexibilidad laboral y para elegir la fecha de las vacaciones.
-Medios que permiten al empleado influir con su ‘feed-back’ en la gestión de la compañía.
-Apoyo psicológico confidencial (telefónico).
-Posibilidad de hacer deporte, participar en actividades de ONG’s, etc. en horario laboral.
-Oficinas diseñadas para ayudar a trabajar, con espacios específicos según las necesidades del usuario.
“En definitiva, -decía Gacio- existe una cultura corporativa centrada en la persona, con la implicación de la dirección. La empresa, con valores positivos, como el trabajo en equipo, la perseverancia y la productividad, consigue retener el talento y ser más rentable. Por eso, los empleados somos parte de la clave del éxito de Microsoft”. En Microsoft, donde no existe control de absentismo, hay una menor incidencia del riesgo psicosocial gracias a la creación de un clima de trabajo favorable, algo que podríamos denominar como ‘ergonomía emocional’.

© Manuel Domene Cintas. Periodista.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Disruptores endocrinos (DE), un atentado contra nuestro sistema hormonal

(PL 72). TRABAJO y SALUD. TRASAL-DisruptoresEndocrinos.doc. Manuel Domene. Palabras: 3.452

Afectan a la salud de los individuos expuestos, alterando la reproducción sexual 
y herencia biológica

“Un disruptor endocrino o alterador hormonal es una sustancia química capaz de alterar el equilibrio hormonal, pudiendo provocar diferentes efectos adversos sobre la salud de las una personas o de sus descendientes. Estas sustancias pueden ser causa de perjuicios para la salud como el cáncer, alteraciones del comportamiento y anomalías reproductivas”, señala el Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS).

Disruptor endocrino u hormonal (Endocrine Disrupting Chemicals, EDC, según el acrónimo inglés) es toda sustancia química, ajena a un organismo, y con potencial para modificar el equilibrio hormonal. Esto supone que tienen capacidad para interferir con diversos procesos fisiológicos controlados por hormonas, generando respuestas endocrinas tan inesperadas como adversas en personas o animales.
Los disruptores endocrinos, que son muy numerosos, se presentan bajo formas variadas, pudiendo ser tanto de origen natural como artificial. En ocasiones presentan una elevada virulencia con dosis pequeñas. Uno de sus efectos más ostensibles es su interferencia en la herencia genética y la reproducción sexual, provocando anomalías como genitales ambiguos o testículos alojados fuera del saco escrotal. 

Ningún biberón de la UE puede contener Bisfenol A, de cuya inocuidad se duda

Exposición ‘urbi et orbi’
Como nos recuerda la AEET (Asociación Española de Ecología Terrestre), “la exposición de los seres vivos a los disruptores endocrinos es universal, ya que se encuentran repartidos por todo el mundo como consecuencia de un empleo generalizado. Contribuye a ello su baja biodegradabilidad, el transporte a otros lugares por el aire, el agua y la bio-acumulación en la cadena trófica”.
El reservorio de estas sustancias nocivas suele ser la grasa corporal, por lo que son transmitidos de madres a hijos a través de la gestación y  posterior lactancia.
“Las formas de exposición y las vías de entrada de los contaminantes hormonales son muy diversas, pero debido a su acumulación en la cadena alimentaria, la vía digestiva es la principal ruta de exposición para el hombre. Tanto es así que la composición de las mezclas lipofílicas (afines a las grasas) encontradas en los tejidos humanos varía de acuerdo con las diferencias regionales en el uso de estos compuestos y con los hábitos dietéticos de las poblaciones expuestas (Woodruff et alt., 1994)”, cita la AEET.

Antecedentes (La Primavera Silenciosa)
Para acabar de entrar en contexto, y cuando se cumplen cincuenta años de la muerte de la malograda Rachel Carson, justo es referirse a su legado, “Silent spring” (La primavera silenciosa), libro en el que se vislumbran, como punta de iceberg, los riesgos profundos y mortíferos que podrían ejercer ciertas sustancias sobre el medio ambiente, máxime cuando la salud humana depende inexorablemente de la salud ambiental.
El término ‘disruptor endocrino’ se crea en 1991 (atribuido a Theo Colborn, y pronunciado en una conferencia cuando era miembro de la World Wildlife Fundation). En la literatura científica aparecería en un artículo que data de 1993, en el que se establece que “algunas sustancias difundidas en el ambiente alteran o bloquean los mecanismos endocrinos, y una exposición a largo plazo puede provocar efectos permanentes”. Entre estas sustancias encontramos hormonas, compuestos vegetales (fito-estrógenos), materias para la fabricación de plásticos y, cómo no, la inacabable letanía de subproductos y residuos industriales con poder contaminante. A su condición de distorsionador endocrino unen el de COP (Compuesto Orgánico Persistente). Es decir, resulta difícil expulsarlos del organismo por excreción.
Las alertas, que motivaron la obra de la precursora Carson, surgieron a partir de la década de los años 50 del siglo pasado con la ocurrencia de cambios contra natura en la conducta de especies animales: pérdida del instinto reproductor, mortandades masivas, malformaciones y muerte prematura de ejemplares jóvenes, o debilitamiento del sistema inmunitario de especies afectadas por sustancias químicas muy variadas, que aparecían en los alimentos o el entorno de los seres afectados (dioxinas, PCB, DDT, etc.).

Mecanismos de acción (tóxico-cinética)
Todo fenómeno emergente contiene muchas incógnitas derivadas fundamentalmente de la falta de información, y su estado difuso. Con todo, se cuenta con evidencias suficientes para poder señalar que los mecanismos de acción de los DE son la suplantación, bloqueo o alteración de las funciones hormonales de los seres vivos.
Algunas sustancias replican o copian la acción de las hormonas, confundiendo a sus receptores celulares. El DDT, PCB, PBB y algunos estrógenos vegetales actúan sobre los receptores estrogénicos, alterando las conductas sexuales y reproductivas. Otros disruptores ejercen una acción antagonista (contraria) a la de las hormonas del sistema endocrino (antiestrógenos). Hay disruptores con efecto antiandrógenos (pérdida de masculinidad). En este punto, sólo cabe recordar la ‘anécdota’ del mandatario boliviano, Evo Morales, glosando los perjuicios que causa el pollo sobre la caracterización de su ser masculino. El disruptor modifica la síntesis y metabolismo de hormonas naturales, elevando o disminuyendo sus niveles fisiológicos. Es el caso de los fitoestrógenos (flavonas, isoflavonas, cumestanos, lignanos) y mico-estrógenos, que favorecen la aparición de glándulas mamarias en machos. El mecanismo de tergiversación hormonal no es otro que la moodificación los niveles de los receptores hormonales. El reducido nivel de las hormonas endógenas en nuestro organismo explica que estas sustancias exógenas (disruptores) produzcan efectos adversos sobre el sistema endocrino, incluso con dosis tan bajas que su posible efecto tóxico pasa inadvertido.

Algunos nombres de la lista negra
·DDT (Diclorodifeniltricloroetano) es un insecticida empleado contra la malaria y otras enfermedades transmitidas por insectos. Su uso se prohibió en la década de los 70, pero su efecto bio-acumulativo en el último peldaño de la cadena trófico (hombre) provocó su dispersión por todo el planeta. Se comprobó que afectaba al desarrollo reproductivo (disminución de la fertilidad de hombres e inmadurez sexual de mujeres).

España utilizó profusamente los PCB, otro disruptor endocrino, como líquido aislante-refrigerante 




·PCB (Policloruros de Bifenilo) compuestos clorados que se usan en la industria de los refrigerantes y lubricantes. Los efectos de una exposición aguda al los PCBs eran bien conocidos por las compañías que siguieron los procesos de fabricación de la propietaria, Monsanto, constatando los efectos en sus propios trabajadores. Al contacto con la piel produce una severa reacción similar al acné (cloracné), disparando el riesgo de tumores hepáticos y cerebrales. Tóxico para el tiroides, incrementa la incidencia de la obesidad infantil en niños expuestos en el periodo de gestación, aumentando el riesgo de que padezcan enfermedades como la diabetes. El envenenamiento con aceite de cocina contaminado con PCB, en Japón y Taiwán, condujo a la prohibición internacional del uso de los PCB en 1977.
·Bisfenol A (BPA). Se emplea básicamente para hacer plásticos y, aunque no es de los compuestos más tóxicos, se encuentra “hasta en la sopa”, como escribía María Sánchez-Monge (El Mundo, 2/12/2011), formando parte de muy diversos envases alimentarios, además de que existen importantes dudas sobre su inocuidad. Un estudio revela la existencia de concentraciones elevadas de Bisfenol A en la orina de personas que consumen sopa enlatada, respecto de la que consumen caldo casero, por ejemplo.

Una investigación de ‘The Journal of the American Medical Association’ (JAMA) alude al riesgo de que “el recubrimiento interior de las conservas pueda mezclarse con el alimento y pasar al organismo”. El BPA se emplea, por ejemplo, en botellas de plástico, en los envases de comida pre-cocinada o en los recipientes plásticos de cocina. También forma parte de las resinas epoxi que recubren el interior de las latas de productos en conserva.
El mundo informa que “Francia se ha convertido en el país pionero en la lucha contra el ubicuo compuesto químico. El pasado 12 de octubre, la Asamblea Nacional gala aprobó su prohibición en cualquier envase alimentario a partir del 1 de enero de 2014, iniciativa que supone una ampliación de la actual normativa europea”.
Mediante experimentación animal se ha comprobado que el Bisfenol A afecta a la reproducción, las glándulas mamarias, el metabolismo, el cerebro y el comportamiento. En humanos, afectaría al metabolismo de los azúcares y las grasas, relacionándoselo también con las enfermedades cardiovasculares, incluso con niveles bajos de exposición, dentro de los límites que establece la UE.
Lo que hace quince años era sólo una sospecha, ya cuenta con confirmación epidemiológica, por lo que Nicolás Olea, catedrático de la Universidad de Granada, pide una acción urgente por parte de las autoridades, antes de que “sea demasiado tarde”, advierte. Esta opinión es compartida por Miquel Porta -Instituto de Investigación Hospital del Mar (IMIM), de Barcelona, quien reconoce que existe una evidencia suficiente de que “el Bisfenol A no es agua bendita, es un disruptor endocrino”, y se están produciendo múltiples llamadas de atención “que deben conducir a la industria a buscar alternativas”.

PVC y ftalatos, veneno medioambiental sin paliativos
Cualquier lista de disruptores no puede dejar de incluir estas dos sustancias. El PVC (policloruro de vinilo) es un plástico con un contenido de hasta el 57% de cloro. Su fabricación y empleo industrial implica la formación y emisión al medio ambiente de sustancias organo-cloradas tóxicas, persistentes y bio-acumulativas.
Los gases, aguas residuales y residuos emitidos y vertidos por las fábricas de este plástico contienen cloruro de vinilo, hexa-clorobenceno, PCB, dioxinas y otras muchas sustancias organo-cloradas extremadamente tóxicas. El PVC es nocivo durante todo su ciclo de vida: el proceso de fabricación y su incineración genera emisión de dioxinas a la atmósfera, a lo que se añade el agravante de la migración (liberación al ambiente) de los aditivos del PVC, plastificantes que le dotan de flexibilidad. Ello condujo a la grave conclusión de que el PVC puede considerarse como un “veneno medioambiental”, según sentencia del Tribunal Superior de Viena, Austria el 31 de Marzo del 94).
La nocividad del PVC se ve potenciada por la amalgama de productos asociados. Así, puede contener hasta un 60% de aditivos, que le confieren estabilidad, plasticidad o rigidez, color, etc., convirtiéndolo en un indeseable ‘cóctel’ de compuestos químicos, tóxicos en su mayoría.
Si el producto de PVC es blando o flexible (mangueras y tuberías flexibles, tapicerías, suelos o papeles pintados de vinilo), es porque contiene plastificantes. Los plastificantes del vinilo son los ftalatos, unos compuestos que han resultado cancerígenos en animales de laboratorio y que además son estrogénicos, esto es, pueden alterar el sistema hormonal.

Dioxinas: toxicidad comestible
Más del 90% de la exposición humana se produce a través de los alimentos, especialmente los productos cárnicos y lácteos, pescados y mariscos. La acumulación tóxica procedente de las dioxinas se aloja en el tejido graso. 
Refiriéndose a las fuentes de contaminación por dioxinas, citamos a la OMS, que señala que “las dioxinas son fundamentalmente subproductos de procesos industriales, pero también pueden producirse en procesos naturales como las erupciones volcánicas y los incendios forestales.
Las dioxinas son subproductos no deseados de numerosos procesos de fabricación tales como la fundición, el blanqueo de la pasta de papel con cloro o la fabricación de algunos herbicidas y plaguicidas. En cuanto a la liberación de dioxinas al medio ambiente, la incineración descontrolada de desechos (sólidos y hospitalarios) suele ser la causa más grave, dado que la combustión es incompleta. Existe tecnología que permite la incineración controlada de desechos con bajas emisiones”.
“Mientras en el resto de Europa se buscan soluciones para frenar la creciente contaminación por dioxinas, la sociedad española permanece ajena a este peligro, y las administraciones no solamente lo ignoran, sino que además se muestran reticentes a prohibir la fabricación de productos que contienen o crean dioxinas, rehúsan las tecnologías industriales que evitan su formación, y promueven la construcción de plantas incineradoras, que son el principal foco de emisión”, denuncian diversos organismos relacionados con la salubridad del medio ambiente en nuestro país.

Entre los efectos perniciosos, cabe destacar que las dioxinas pueden desplazarse a gran distancia desde la fuente de emisión, y que se bio-acumulan en la cadena alimentaria. Los fetos de seres humanos son muy sensibles a sus efectos tóxicos. Por si fuera poco, no existe un nivel seguro de exposición a las dioxinas (la bio-acumulación es como un efecto repetitivo). Las dioxinas producen cáncer en el ser humano. Dosis inferiores a las asociadas con cáncer ocasionan alteraciones en los sistemas inmunitario, reproductor y endocrino. Otros problemas son los trastornos del desarrollo y el neuro-desarrollo, y alteraciones de las hormonas tiroideas y esteroideas y de la función reproductiva. Los efectos sobre el desarrollo son el criterio de valoración de la toxicidad más sensible, de modo que los niños, especialmente los lactantes con el pecho materno, constituyen la población de mayor riesgo. 

Triclosan, bajo sospecha
Triclosan es una sustancia, de cuya toxicidad se sospecha, que cohabita con los humanos para ‘mejorar’ nuestra higiene personal.
Según ‘Mundo Orgánico, “muchos productos como jabón para manos, pasta dental y lavaplatos contienen una sustancia tóxica llamada Triclosan, y son frecuentemente rotulados como ‘antibacterianos’, ‘antimicrobianos’, con denominaciones de fantasía que aluden a sus propiedades higiénicas. A pesar del consejo del FDA (Food & Drug Administration, EEUU) el uso del Triclosan está permitido en muchos productos cosméticos.
Una de los peores inconvenientes del Triclosan es su persistencia  en el ambiente (COP), siendo, al igual que el BPA (Bisfenol A) un disruptor endocrino, una sustancia que interfiere con la normal segregación hormonal. Mientras ha cundido cierta alarma sobre el Bisfenol A (retirada de biberones y barnices de latas de conserva), existe un exasperante tranquilidad e inacción en el caso del ‘higiénico’ Triclosan.
Los fabricantes de productos que contienen la sustancia siempre pueden aludir a la falta de evidencias suficientes y contrastadas. Sin embargo, estudios de experimentación con animales han demostrado que el Triclosan altera su regulación hormonal. Cabría admitir, sin embargo, que los datos sobre los efectos en los animales no siempre son válidos para predecir los efectos sobre las personas. Otros estudios bacterianos han apuntado la posibilidad de que el Triclosan pudiera contribuir a arrasar todo tipo de bacterias corporales (tanto las perjudiciales como las beneficiosas), con la consiguiente disminución de las defensas; o podría hacer algunas bacterias resistentes a los antibióticos. Efectos todos ellos que, bajo la coartada de mejorar la higiene, no hacen sino comprometerla seriamente bajo un halo de glamour temporal.

Conocido por su efecto bactericida, el Triclosan se usa en jabones y productos de higiene

Otros enemigos de la salud hormonal
No es nuestra intención –además de que es imposible- agotar el tema, ni citar listas interminables de nombres casi ininteligibles, excepto para los químicos. No obstante, en nuestra pequeña check-list vamos a dejar de incluir a los siguientes: PBDE (Polibromodifeniléteres), PBB (Polibromuros de bifenilo), estireno; compuestos de uso agrícola (pesticidas, insecticidas, funguicidas). Existe sospecha de posible acción disruptiva endocrina en compuestos como el Clordano, Clordecone, Mirex, Trifenilestaño, Oxafeno, Lindano, HCB, Linurón, Acetoclor, Alaclor, Maneb, Thiram, Metam sódico, Zineb, Vinclozolina y Atrazina. Metoxicloro, piretroides sintéticos, Triazina, Kepona, Dieldrín y Dicofol. Endosulfán y HCB (hexaclorobenceno), Tributilestaño.
Incluiremos los disolventes: 1,2,4-triclorobenceno, percloroetileno, octacloroestireno. Alquilfenoles: p-nonilfenol, octilfenol, resorcinol.
Componentes de las plantas como fito-estrógenos, mico-estrógenos. Es toda una ‘orgía’ de nomenclatura quimiforme, cuyo único seguimiento es un trabajo arduo, facilitado mediante las listas actualizadas e información que publican diversos organismos (Subsport, Cleantool, Cleanersolutions, TURI, INRS, ISTAS, INSHT, etc.).
Pero no podemos demonizar la química, máxime si aceptamos el aforismo de que “todo es química”. Al mundo químico pertenece el agua, la sustancia más universal y familiar para los seres vivos. También la cerveza, y ésta contiene ciertas hormonas similares a las femeninas que propician un aumento de las glándulas mamarias en los hombres. Por tanto, el disruptor endocrino (DE) está –como ya se dijo- también en la naturaleza. El problema surge de la potenciación de estas sustancias nocivas por la mano del hombre (desarrollo de sustancias de síntesis sin criterios bio-éticos).

Relación dosis-respuesta
La respuesta no tiene una relación lineal con la dosis, existiendo diferentes combinaciones de dosis-respuesta:
-Aumento acelerado. A mayor dosis, mayor respuesta, con variación monótona y agravamiento progresivo de los efectos.
-Efectos agravados para dosis muy bajas o altas.
-Efectos agravados para dosis intermedias.
Si tenemos en cuenta el periodo de latencia, o retraso de los efectos respecto de la exposición, y los efectos de bio-acumulación en el medio o en los propios organismos, se comprende la dificultad de establecer un modelo único de acción y de establecer los valores límite. El cuadro adjunto relaciona la exposición y los efectos en función de algunas variables que influyen sobre la toxicidad.

Relación dosis-respuesta (exposición y efectos) 
de los Disruptores Endocrinos
Los disruptores endocrinos tienen características
 peculiares en su toxicidad.   Dichas características son:
·Momento de la exposición
Permite diagnosticar la gravedad del efecto y la evolución posterior. Los efectos son distintos dependiendo de la fase del desarrollo (embrión, feto, organismo perinatal o adulto).
·Efecto latente
Los efectos no se observan tras la exposición del individuo, sino en su descendencia. En las exposiciones embrionarias, las consecuencias no son evidentes hasta la edad adulta del afectado.
·Inexistencia de dosis de exposición umbral
No se observa un efecto tóxico del compuesto. Caso de darse, presenta un nivel inferior al reconocido como límite de seguridad para otros aspectos toxicológicos.
·Acción combinada de DE
En algunos casos, se produce una acción conjunta de varios disruptores endocrinos, con efectos que pueden ser sinérgicos, aditivos o antagónicos.
Efectos sobre las personas expuestas y su descendencia
·Mujeres expuestas
Cáncer de mama, endometriosis, muerte embrionaria y fetal, malformaciones en la descendencia.
·Hombres expuestos
Cáncer de testículo, cáncer de próstata, reducción del recuento espermático, reducción de calidad del esperma, disminución del nivel de testosterona, modificaciones de concentraciones de hormonas tiroideas.
·Hijas de personas expuestas
Pubertad precoz, cáncer vaginal, mayor incidencia de cánceres, deformaciones en órganos reproductores, problemas en el desarrollo del sistema nervioso central, bajo peso de nacimiento, hiperactividad, problemas de aprendizaje, disminución del coeficiente de inteligencia y de la comprensión lectora.
·Hijos de personas expuestas:
Criptorquidia o no descenso testicular, hipospadias, reducción de la densidad espermática, disminución del nivel de testosterona, problemas en el desarrollo del sistema nervioso central, bajo peso de nacimiento, hiperactividad, problemas de aprendizaje, disminución del coeficiente de inteligencia y de la comprensión lectora. (Fuente: ISTAS).

Lechuga, pepino y tomate: ¿dieta saludable?
El recurso a la dieta vegetariana –¿y saludable?- puede provocar inesperadas sorpresas. Lechugas, tomates y pepinos son los alimentos con mayor índice de contaminación por disruptores endocrinos en el mercado europeo, según un informe de la organización no gubernamental PAN Europe (Pesticide Action Network), divulgado en julio de 2012, del que se hacía eco el diario ABC. El estudio cita hasta 30 tipos de químicos tóxicos (DE), presentes en los fitosanitarios y pesticidas, que perturban el sistema endocrino. La investigación de PAN ha utilizado los datos de la autoridad alimentaria europea (EFSA), concluyendo que “los consumidores europeos están potencialmente expuestos a residuos de pesticidas de conocido riesgo para la salud”.
El informe obra en poder de las autoridades comunitarias para su discusión en Bruselas a propósito de la legislación sobre pesticidas que deberá estar lista el próximo año. PAN denuncia el “vacío” en la regulación vigente sobre pesticidas, sin un criterio oficial para el concepto de disruptor endocrino (DE), y que infravalora el efecto de esos químicos en dosis bajas.

For ever young... si se puede
La eterna juventud (materia de tantos temas musicales) se ha buscado mediante cremas y afeites. Es obvio que algunas sustancias cosméticas (‘milagrosas’) actuales pueden ofrecer mucho más de lo que prometen: juventud para hoy, y decrepitud –cuando no enfermedad- para mañana.
La AEET (Asociación Española de Ecología Terrestre) advierte que “los compuestos químicos que son disruptores endocrinos cohabitan con los humanos, encontrándose presentes en ciertos productos de uso cotidiano: en el revestimiento de las latas de conserva (Brotons et alt, 1995; Kang et alt, 2003); el plástico con el que están fabricados los biberones (Brede  et alt., 2003); el espermicida que llevan incorporados los preservativos (Sonnenschein y Soto 1998); los selladores y blanqueadores dentales (Olea et alt, 1996, Pulgar et alt, 2000); algunos materiales de uso sanitario; detergentes industriales (Rudel et alt, 2003); filtros solares (Schlumpf  et alt, 2001, 2004); cosméticos varios (Hoppin et alt., 2003), y pesticidas (Sonnenschein y Soto 1998). La lista es interminable lo que hace pensar que la exposición humana es masiva y universal”.
Sin duda, la eterna juventud, ese deseo tan humano, puede truncarse y convertirse en pesadilla por efecto de un DE. La prudencia, información y uso responsable deben ser los mecanismos reguladores y preventivos.

® Manuel Domene Cintas