domingo, 28 de abril de 2019

28 de abril, una reivindicación tristemente necesaria

Hoy, 28 de abril, es un día capital en el calendario laboral. ¿Es necesario, en una sociedad hiper-informada, continuar reivindicando un día dedicado a la seguridad y la salud en el trabajo? Pudiera parecer que el mensaje es tan reiterativo como rutinario.
¿Cómo cotiza el valor vida? La cruda realidad nos demuestra que la sociedad no puede bajar la guardia ante los riesgos del trabajo y que, por lo tanto, la reivindicación del 28 de abril sigue siendo tan necesaria como el día de institución de la jornada. La siniestralidad es una ‘bestia dormida’, agazapada en los lugares de trabajo, que aprovecha cualquier fisura para obtener su tributo de incidentes o, peor aún, accidentes, sufrimiento humano y pérdidas económicas.

Con lenguaje menos metafórico pasaremos a evidencias que son incontrovertibles, como los repetidos casos de trabajadores (por lo general aprendices) que han perdido la vida durante su primer día de trabajo, o los casos de trabajadores que son literalmente triturados por máquinas peligrosas, provocándoles la muerte u horribles lesiones (no se trata de aguar la jornada a nadie. Las hemerotecas han dejado constancia de cuanto digo).
Son casos espeluznantes que, una vez más, denuncian la actitud de incumplimiento por parte de quienes deben velar por la seguridad de los trabajadores (responsabilidad coral). ¿Qué ‘ángel de la guarda’ acompañaba a esos trabajadores aprendices que nos dejaron en su primera jornada laboral? ¿Recibieron un Manual de Acogida? ¿Les habló alguien del riesgo y su prevención? ¿Qué resguardos o protecciones tenían las máquinas peligrosas que cercenaron los miembros (o la vida) de los trabajadores a los que atraparon en sus mecanismos?

No ignorar la realidad
Pero, ¡el riesgo es inherente a la vida!, podrá decir alguien. Así es: nacer es un riesgo, y vivir es mucho más arriesgado aún. De hecho, creemos que el riesgo puede considerarse como uno de los motores de la historia. Y, puesto que el riesgo va a ser una constante en nuestras vidas y nuestros trabajos, tenemos la obligación de gestionarlo con la prevención, una gran palabra –algo manida por el uso y abuso que hacemos- que alude a esa praxis necesaria y destinada a eliminar, minimizar y controlar los riesgos en el trabajo.

La jornada del 28 de abril nos recuerda que hemos de ser beligerantes con la siniestralidad (el trabajo es un medio para ganarse la vida, no para perderla)

En materia de prevención de los riesgos laborales no podemos estar a verlas venir porque, como decía un pensador español, “toda realidad ignorada prepara su propia venganza”. La sentencia, aplicada a nuestro entorno es palmaria: todo riesgo laboral ignorado acabará produciendo víctimas.
Cuando muchas empresas parecen haberse pasado a la ‘Prevención 2.0’ (bienestar laboral), hay una sangrante mayoría que no han hecho los deberes en la prevención básica, que tiene su nudo gordiano en la evaluación de riesgos laborales. ¿Habían evaluado sus riesgos las empresas con máquinas que causaron accidentes???
Antes hemos aludido a la responsabilidad coral o compartida. Por supuesto que las primeras responsabilidades recaen en las empresas, pero no podemos exonerar a trabajadores, delegados y técnicos de prevención, sindicatos, e Inspección de Trabajo que, cada uno en su lugar, deben trabajar por mejorar las condiciones de trabajo.
En cuanto a la Inspección de Trabajo, es deseable que el organismo relaje la persecución férrea de los papeles (documentación, trámites-procedimientos, gestión administrativa) de empresas comprometidas con la prevención para poner el foco en aquellas otras que son incumplidoras flagrantes de la LPRL, incurriendo reincidentemente en delitos de riesgo (poner en peligro a los trabajadores) y delitos de resultados o consecuencias (lesiones u homicidio imprudente).



Hoy, 28 de abril, es necesario que celebremos y reivindiquemos esta jornada. La misma nos recuerda que hemos de ser beligerantes con la siniestralidad (el trabajo es un medio para ganarse la vida, no para perderla); nos recuerda también que debemos perseguir los incumplimientos en seguridad/salud de los trabajadores de forma implacable. En suma, la sociedad debe asumir el 28 de abril como una especie de mantra que rechaza los bienes-servicios ‘manchados de sangre’, señalando a quienes se muestren tibios en esta beligerancia y contribuyendo a expulsar del mercado a los incumplidores, además de hacerles afrontar las responsabilidades penales en que hayan podido incurrir.
Mientras haya accidentes laborales, el 28 de abril será un día necesario. Ojalá podamos pronto cambiarlo por el ‘Día de la Siniestralidad Cero’.

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