Cada día es más frecuente la expresión ‘fabricación 4.0’, entendida como la cuarta revolución industrial, que avanza de la mano de la digitalización y la robótica. La
fabricación experimenta así un cambio sin precedentes, que tiene interesantes consecuencias en el campo laboral e
industrial.
Hubo una época en que la automatización fue el medio para reemplazar a los trabajadores. Actualmente los fabricantes
(mayoritariamente constructores de automóviles) usan la robótica para reforzar su fuerza laboral, permitiendo
que los trabajadores sean más eficientes,
al tiempo que ven reducida su carga
física. El uso de robots (muchas veces, humanoides) que colaboran con los trabajadores
constituye la última manifestación de un panorama industrial en efervescencia y
transformación. ¿Qué objetivo se persigue con esta legión emergente de máquinas
trabajadoras?
El uso de robots humanoides que colaboran con los trabajadores constituye la última manifestación de un panorama industrial en efervescencia y transformación
Evitar lesiones
Las aplicaciones
industriales que están empleando robots actualmente se caracterizan por la
ejecución de tareas repetitivas que
pueden suponer sobrecarga no sólo física sino también mental. Los ergónomos y
prevencionistas han constatado desde hace décadas la prevalencia de las lesiones músculo-esqueléticas en los empleos
industriales. La Comisión Europea considera los TME como un problema de
salud pública, ya que sobre
el 50% de la población europea declara dolores músculo-esqueléticos en alguna
parte del cuerpo. En los últimos quince
años se ha dado en España un aumento cuantitativo hasta llegar a suponer el 40%
del total de accidentes laborales. El peso de las TME en la salud laboral es
incuestionable: más del 80% de las enfermedades profesionales
reconocidas son debidas a factores ergonómicos. Entre las afecciones ósteo-musculares, que son las más
numerosas, prácticamente el 85% son enfermedades por fatiga de vainas tendinosas (irritación de la membrana que cubre
los tendones). Esta enfermedad se produce en codos, hombros o muñecas, debido a movimientos repetitivos, con o sin grandes
esfuerzos.
El robot
colaborador
La automovilística Audi ha sido una de las pioneras de su sector en poner
en la cadena de montaje a robots y humanos trabajando mano con mano. Fue el
caso de la planta de Ingolstadt. En España, Seat, otra filial del grupo matriz
VW, también ha implantado los robots colaboradores. Hay múltiples ventajas,
tanto para la fuerza de trabajo como para los gestores empresariales. Los
robots pueden trabajar prácticamente
24 horas ininterrumpidas, además de
lograr una eficiencia extrema en
tareas repetitivas con absoluta precisión, preservando la calidad y la
productividad de la factoría.
La delegación de ciertas funciones en el robot mejora la productividad
de algunas operaciones. En las tareas de montaje de componentes en el motor, el
trabajador humano dirige la operación,
y es el robot el que extrae las piezas de las cajas y las acerca a las manos
del operario, que se ahorra la ejecución
de ciclos repetitivos.
Según los responsables de calidad de Ingolstadt, “el robot ejecuta esta tarea tan rápido como cualquier operario, además no se equivoca ni sufre el cansancio que genera el movimiento repetitivo”. La colaboración estrecha tampoco crea problemas de seguridad para el trabajador, pues los robots colaboradores tienen propriocepción como los humanos y conocen siempre su ubicación espacial para interactuar armoniosamente con el entorno. Asimismo, van equipados con sistemas de detección de fuerza redundante para que no puedan causar daño físico si se produce contacto accidental con el humano.
Según los responsables de calidad de Ingolstadt, “el robot ejecuta esta tarea tan rápido como cualquier operario, además no se equivoca ni sufre el cansancio que genera el movimiento repetitivo”. La colaboración estrecha tampoco crea problemas de seguridad para el trabajador, pues los robots colaboradores tienen propriocepción como los humanos y conocen siempre su ubicación espacial para interactuar armoniosamente con el entorno. Asimismo, van equipados con sistemas de detección de fuerza redundante para que no puedan causar daño físico si se produce contacto accidental con el humano.
¿Son todo
ventajas?
La valoración varía en función del opinante. Mientras en círculos empresariales se vislumbra el principio del fin de la hegemonía de China
como fabricante mundial, los trabajadores
pueden percibir a los robots como un
implacable contrincante: no se cansa, no protesta, no necesita fiestas ni
vacaciones, es sumiso y eficaz, no tiene cambios de humor y nunca recurrirá a
la huelga como elemento reivindicativo. Por otra parte, los robots
colaboradores (o asistentes) liberan al trabajador de las tareas tediosas de
ciertas operaciones, lo que puede llevar al trabajador a quedar confinado
como ejecutor de una única tarea (mono-función)
que le lleve a caer en el aburrimiento. Asimismo, aunque de momento no sea el
caso, el asistente podría imponer su
ritmo de trabajo al operario… y ya sabemos quién acabaría cansándose antes.
Sin que sea el objetivo principal de la fabricación 4.0, más tarde o más
temprano la fuerza robótica desplazará a
los trabajadores manuales. Una parte encontrará trabajo en el área del
software-hardware de los propios robots, pero es probable que se genere un excedente de mano de obra que acabará
perjudicando a los menos preparados para competir en la que se considera la cuarta revolución industrial.
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