“En momentos de crisis
prima lo urgente sobre lo importante. Las empresas se olvidan de
conceptos como la RSC o el equilibrio
vida laboral/vida personal. Piensan en la rentabilidad. Para ello exigen mayor productividad a sus plantillas. La urgencia les hace decantarse por
la reducción de personal, la bajada de sueldos (…) Se trata de reducir costes. Así al dividir la
producción por el número de productores se hace más eficiente la empresa;
teóricamente se aumenta su productividad. Sin
embargo, con estas medidas los empleados pierden la moral y se alejan del
proyecto de empresa”. En tales términos se manifiesta el IESE en la introducción de su reciente
estudio “Productividad y Empresa
Saludable”. Creemos justificado el uso aquí del tópico “lo podrían haber
dicho más alto, pero no más claro”. Por seguir con expresiones coloquiales,
diremos que las reducciones de plantillas son ‘pan para hoy y hambre para
mañana’ y, a la postre, el empobrecimiento de la empresa, o cosas peores, como
su desaparición.
La rentabilidad de las empresas que promueven la salud es cuantificable, pero como el concepto salud-productividad es axioma, no es necesaria su demostración
El trabajador
necesita ‘cariño’
Todo empresario
que se precie de serlo debe tener una especial habilidad en retener el talento. Un empleado que no
se siente valorado y que intuye que la espada de Damocles pende sobre su cabeza
se desidentifica de la compañía, rompiendo las amarras o vínculos emocionales. “Cuando el trabajador piensa que la empresa
no le cuida, deja de cuidar a la empresa. La productividad cae”, dice el
IESE, añadiendo que “lo importante es que crezca la productividad por aumento
de producción por persona contratada, no que ocurra al revés: que cada vez se
produzca menos, aunque sea con menos personas”.
Al final, el dato definitivo de una empresa es su tasa de productividad/rentabilidad.
Obtenerlas no es gratuito y, por
razones morales, legales y económicas, el precio de contrapartida es, en expresión del IESE, “cultivar el buen ambiente entre los empleados. Por supuesto, que para
ello se necesitan políticas que los mantengan ilusionados y productivos”.
En este contexto, no hay mejor política que la promoción de un entorno saludable integral,
que ayude a los empleados a mantener un tono vital corporal y mental sano. Son
prácticas que a medio y largo plazo aumentan la productividad de los empleados.
Beneficios para la
empresa
Si los resultados
económicos de una empresa no pueden disociarse de la salud de sus trabajadores, no prevenir, además de caro, es
anti-rentable social y económicamente. He aquí algunos de los secretos encantos
(y beneficios) de la salud laboral:
-La no-prevención es
cara. Los accidentes volatilizan entre el 2,6 y el 3,8% del Producto
Nacional Bruto de la Unión Europea.
-Cumplimiento de la
legislación. Observar la legalidad vigente y cumplir con las medidas
preventivas aumenta el valor de la
empresa, además de evitar sanciones.
-Reducción de costes.
Técnicas sencillas producen un retorno económico al reducirse el absentismo-presentismo o poder optar a
beneficios por baja siniestralidad.
-Mejora de la
productividad. La satisfacción laboral del trabajador que se siente seguro
induce mejoras del rendimiento,
compromiso con la empresa y su productividad.
-Aumento del
bienestar laboral. Más salud y seguridad mejoran el clima laboral, y la empresa puede concentrarse en la actividad
productiva.
-Reducción de los
riesgos. El entorno de trabajo se convierte en una oportunidad para hacer salud, y no precisamente para
perderla.
-Optimización de la
calidad. El trabajo seguro propicia la innovación,
creatividad, y con ello aumenta la calidad del producto o servicio.
-Fidelización del
talento. Se reduce la rotación del personal, costes por bajas, tratamientos
médicos, etc.
-Aumento de la
competitividad. Una trayectoria positiva en los ámbitos citados se traduce
en la creación de ‘musculatura’ de
empresa.
Distintos abordajes
La empresa puede abrazar la salud laboral por distintas
causas:
-Perspectiva de
Recursos Humanos (RRHH). Orientadas a mejorar los indicadores de
productividad, rotación y absentismo. Pueden incluir completos programas
deportivos, nutricionales y de conciliación entre vida personal y profesional.
-Perspectiva
preventiva (PRL). Promueve las medidas de seguridad e higiene en el entorno
laboral y la prevención de enfermedades derivadas de la vida sedentaria (propia
de gran parte de los puestos de trabajo), así como los temas relacionados con
el estrés.
-Perspectiva de
Responsabilidad Social Corporativa (RSC). En el ámbito de la salud, la RSC
hace frente a enfermedades extendidas como el estrés, tabaquismo, alcoholismo,
obesidad, cardiovasculares, etc. Suelen incorporar en los programas a las
familias de los empleados y también a clientes y proveedores.
Y, por supuesto, el tamaño de la empresa no es eximente. Sin coartar la
libertad de sus trabajadores, las pymes, con la técnica del ‘nudge’ (empujoncitos) pueden cambiar hábitos, consiguiendo que el trabajo se convierta en una oportunidad para hacer salud.
La rentabilidad de las empresas que
promueven la salud es cuantificable, pero como el concepto
salud-productividad es axioma, no es
necesaria su demostración
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