Cada una de estas patologías se reconoce por la concurrencia de un conjunto de síntomas, más o menos manifiestos, y unas disfunciones organizativas, más o menos encubiertas, que están en el origen y son la causa de la enfermedad.
Las empresas que padecen ceguera organizacional ignoran la realidad -o directamente la niegan- lo que provoca un pobre desempeño y ritmo titubeante, lleno de tropezones
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