Prohibido por unos países o aplazado con moratorias en otros, el fracking suscita un debate social que no es gratuito. La fracturación hidráulica, la técnica de inyectar agua a presión en la roca de esquisto para liberar el petróleo o gas que contiene, se ha generalizado. Muchos países, liderados por Estados Unidos, persiguen la auto-suficiencia energética con la explotación de los llamados ‘hidrocarburos no convencionales’. El concepto engloba a los hidrocarburos que no han migrado a un reservorio sino que se encuentran en determinadas rocas (esquistos), por lo que la extracción hace necesario fracturar la roca.
Protección laboral. Seguridad, salud e higiene en el trabajo. Técnicas de prevención y protección de accidentes laborales. Equipo de Protección Individual (EPI). Trabajo y salud. Riesgos laborales emergentes. Riesgo Psicosocial. El trabajo es un medio para ganarse la vida y no para perderla, una oportunidad para hacer salud...
jueves, 31 de diciembre de 2015
Fracturación hidráulica (fracking), técnica controvertida
Prohibido por unos países o aplazado con moratorias en
otros, el fracking suscita un debate social que no es gratuito. La fracturación hidráulica, la técnica de inyectar agua a presión en la roca de esquisto para liberar el
petróleo o gas que contiene, se ha generalizado. Muchos países, liderados por
Estados Unidos, persiguen la auto-suficiencia
energética con la explotación de
los llamados ‘hidrocarburos no
convencionales’. El concepto engloba a los hidrocarburos que no han migrado
a un reservorio sino que se encuentran en determinadas rocas (esquistos), por
lo que la extracción hace necesario fracturar la roca.
La técnica, que parece no ser la panacea como proveedora de
energía a medio-largo plazo, despierta, además, la preocupación. En uso desde los años 40 del siglo pasado, el fracking es el proceso de
perforación del subsuelo previo a la inyección de una mezcla líquida a alta
presión en la roca para liberar el gas o crudo que almacena. Uno de sus
principales riesgos es la posible contaminación del agua tanto por aditivos químicos como por fugas de metano, el gas que se extrae de la roca
de esquisto, además de la posibilidad de que se produzcan movimientos de tierra (sismos de magnitudes variables).
Los detractores del fracking abogan por “una revolución energética del siglo XXI basada en la eficiencia y las energías renovables, no en más combustibles fósiles que acelerarán el cambio climático”
Algunos temores
asociados al fracking
Al margen de los numerosos riesgos laborales, el fracking constituye una
amenaza para la salud ambiental y la seguridad
de la población, cuyas manifestaciones pueden ser:
-Terremotos de diferente
intensidad. Estos seísmos son provocados principalmente por la inyección a
alta presión de fluidos, o cuando el proceso de fracturación se encuentra con
una falla del terreno que ya está soportando presiones geológicas.
-Posible
contaminación de acuíferos. Los problemas pueden surgir si la perforación, entubamiento
o cimentación no es eficiente.
-Inyección
química. La toxicidad potencial de las aguas residuales es difícil de evaluar
debido a que muchos aditivos químicos usados en el fluido de fracturación
hidráulica son secreto comercial no divulgado en algunos países.
-Aguas residuales.
Aproximadamente
entre el 25% y el 75% del fluido de fracturación inyectado vuelve a la
superficie. Las fugas o vertidos de estas aguas residuales son un riesgo
latente.
-Elevado consumo
de agua. Un sólo pozo requiere un promedio de 20 millones de litros de agua,
según informes (el doble de las prospecciones convencionales), lo que arroja
otra sombra de duda sobre la fractura hidráulica.
-Contaminación por
metano. La imagen más elocuente es la del agua del grifo que se inflama si se le
acerca una cerilla, debido a su contenido en gas metano.
-Calentamiento
global. Un equipo científico de la Universidad de Cornell, calculó que entre el
4%-8% de la producción total de metano de un pozo escapa a la atmósfera, donde
contribuye al conocido como ‘efecto invernadero’.
Controversia
Las Academias Nacionales de
Ciencias de la Unión Europea (EASAC) comunicaban recientemente su posición oficial de que no existen razones científicas o técnicas
para prohibir la exploración de gas de esquisto usando la fracturación
hidráulica.
La Declaración sugiere que, si se
introduce una normativa adecuada, es posible asegurar que los yacimientos
de gas de esquisto se extraen y se utilizan protegiendo el medio ambiente, los
recursos hídricos y las comunidades locales.
Los oponentes consideran que
tal afirmación no es más que enmascarar
los efectos reales de una industria
que no es sostenible. “El gas de esquisto no es la solución a los
retos energéticos. Necesitamos una revolución
energética del siglo XXI basada en la eficiencia y las energías renovables,
no en más combustibles fósiles que acelerarán el cambio climático”, asegura el
activista de Friends of the Earth, Tony Bosworth.
En España hay cinco permisos concedidos para crear sondeos por fracking que están a la
espera del correspondiente informe de impacto ambiental. Los enclaves son:
Burgos, Campos de Montiel (Albacete-Ciudad Real), Guadalajara, País Vasco y
Cantabria, que cuentan con un rechazo social unánime.
Glifosato: breve argumentario que justifica la precaución
Conocido en muchos círculos como el ‘herbicida total’, el glifosato es un Disruptor Endocrino y un Compuesto Orgánico Persistente. Como ‘biocida’ tiene el efecto colateral de afectar también a la vida de las personas y del ecosistema. Un estudio publicado en Annals of Bioanalytical Chemistry revela que el glifosato, ingrediente activo del herbicida ‘Roundup’ (y otras marcas menos conocidas), se queda en las aguas subterráneas en las zonas donde se aplica, demostrando una baja biodegradabilidad.
Glifosato: breve argumentario que justifica la precaución
Conocido en muchos círculos como el ‘herbicida total’, el glifosato
es un Disruptor Endocrino y un Compuesto Orgánico Persistente. Como
‘biocida’ tiene el efecto colateral de afectar también a la vida de las personas y del ecosistema. Un estudio publicado en Annals of Bioanalytical
Chemistry revela que el glifosato, ingrediente activo del herbicida ‘Roundup’
(y otras marcas menos conocidas), se queda en las aguas subterráneas en las
zonas donde se aplica, demostrando una baja
biodegradabilidad.
La persistencia en el medio natural lleva al glifosato a
pasar a las aguas y los acuíferos. Esta contaminación del agua conlleva peligros para la salud y cambios en los ecosistemas.
Antes de degradarse, el glifosato también se ha oxidado en el aire de la
atmósfera. Ello quiere decir que ha formado parte del aire respirable. Y,
mezclado con otros polucionantes del aire, se ha descompuesto por efecto de la
luz y del oxígeno, dando origen a lo que conocemos como ‘smog fotoquímico’, o
mezcla de gases resultantes de la degradación.
La EPA (Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos) tiene catalogado al glifosato como sustancia tóxica de Clase III
Toxina
ubicua
Sin ánimo de propagar alarmismos innecesarios, conviene saber que
estamos ante una sustancia que no
sólo contamina a los trabajadores que la emplean, sino a toda la población ya
que invade muchos ámbitos.
-Aire. El glifosato se
detecta en muestras de aire. Aunque pueda estar en estratos atmosféricos
alejados de los humanos, puede precipitar
con la lluvia, por lo que el medio aéreo no es inocuo, y el glifosato puede
ser un ‘ingrediente’ del peligroso cóctel respiratorio que nos envuelve.
-Comida. El glifosato
entra en la cadena trófica de varias maneras: involuntaria, mientras se
bio-degrada en el medio; y voluntaria, a través de cultivos (normalmente transgénicos y resistentes a la sustancia),
que consume directamente el hombre, o animales que, posteriormente, entran en
nuestra cadena de alimentación.
-Bebida. La sustancia se
ingiere directamente en el agua, o
en líquidos de consumo humano
(zumos, bebidas) que estén elaborados a partir de productos tratados con el
agente químico.
Diversas investigaciones publicadas en The National Library of Medicine
señalan 17 reacciones adversas,
incluyendo, genotoxicidad (reproducción), neurotoxicidad (sistema nervioso),
hepatotoxicidad (hígado), nefrotoxicidad (riñones) y, por supuesto,
carcinogenicidad. La EPA (Agencia de
Protección Ambiental de los Estados Unidos) tiene catalogado al glifosato como sustancia tóxica de Clase III. Sus
propiedades teratogénicas (capacidad de inducir malformaciones fetales) le ha
valido la comparación con el “Agente Naranja”. Además, es un veneno rápido: una
dosis de sólo 30 gramos es mortal para un adulto.
Burocracia y
oscurantismo
La Unión Europea ignoraba, en febrero de 2015, un informe científico que
podría haber conducido a la prohibición de 31 pesticidas (incluido el glifosato)
con ventas de miles de millones de euros. Las disputas internas y la presión de los fabricantes fueron
determinantes del resultado.
La polémica se enardeció cuando, el viernes 20 de marzo, la Agencia Internacional para la Investigación
sobre el Cáncer (IARC) inclinaba la balanza al hacer públicos sus criterios
según los cuales tres pesticidas eran “probablemente”
cancerígenos y otros dos -que ya han sido prohibidos o restringidos- lo
eran “posiblemente”. Entre los probables se encontraba el glifosato, si bien la
IARC matizaba que su calificación se había efectuado sobre la base de “pruebas limitadas” de cáncer entre los
seres humanos. El fabricante impugnó inmediatamente la clasificación de la IARC
alegando que se habían ignorado datos científicos relevantes.
Sea como fuere, ante las dudas-preocupaciones que genera el glifosato, Francia y Alemania ya han apelado al principio de precaución. En España, donde el glifosato encabeza las
ventas de herbicidas, el ministerio de
Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente no
ha adoptado ninguna medida, ni tan sólo de información pública. Entre el
alarmismo y la inacción –creemos- existe un término medio.
lunes, 27 de julio de 2015
Desintoxicación digital
Después de hablar en un post reciente de la “Intoxicación digital”, toca hablar ahora de su antítesis. ¿Qué se entiende por desintoxicación digital?
Lo primero que sorprende es que –aun pareciéndolo- no hablamos de nada
nuevo. Basta escribir el concepto en un ‘buscador’ para que Internet nos
devuelva miles de resultados. Desintoxicación
digital es liberarse de la adicción tecnológica que crean dispositivos como
smartphones y tabletas, llegando a
afectar –alterándolo- nuestro comportamiento social.
Quizás sea necesario recuperar algunas costumbres 'analógicas' |
Pasamos demasiado tiempo en internet, y muchas personas confiesan abiertamente su
preferencia por las relaciones digitales en detrimento de las interpersonales. Basta salir a la calle para ver el panorama de ‘yonquis del móvil’ que se nos ha instalado con carácter de epidemia. No en vano, habla de ello la OMS, y los psicólogos clínicos dan la voz de alarma. La OMS define la “adicción como una enfermedad que crea dependencia”. La adicción a las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) es hacer un uso compulsivo, repetitivo y prolongado con incapacidad para controlar o interrumpir su consumo y con consecuencias sobre la salud, la vida social, familiar, escolar o laboral.
‘Digital detox’
El uso de neologismos extranjeros no es gratuito, sino la constatación
de que –por suerte- en otros lugares del planeta ya han descubierto el problema
y se han puesto a hacerle frente, siendo un paso lógico el empezar por ponerle
identidad.
‘Enclaustramientos’ temporales practicando la meditación –obviamente desprovistos de los aparatitos de la discordia- o carísimos tratamientos clínicos para casos extremos son las soluciones al uso para la ‘digital detox’
El primer paso obligado es la consulta con un especialista o unidad especializada para la
evaluación y toma de conciencia del problema, reconociendo la existencia del
mismo. Sin esta condición, cualquier otra actividad está abocada al fracaso.
Como en cualquier proceso adictivo, hay que seguir un tratamiento centrado en el cambio de hábitos y actitudes y el control
de los impulsos. En definitiva, el objetivo principal del tratamiento es
recobrar el control y la capacidad de decisión, conseguir una modificación de
la conducta; es decir rescatarnos
del mundo digital y –si es necesario para nuestra salud laboral y social- devolvernos al mundo analógico, que
imperaba hace sólo 20 años.
Volver a ser
‘analógicos’
Sabemos que la tecnología digital ha defenestrado a la analógica, que
consideramos obsoleta e imposible para los tiempos modernos. Sin embargo, en
términos de salud laboral, volver a lo analógico –hasta cierto punto- puede
ayudar.
La recuperación de los adictos digitales ya es un campo literario donde
se mezclan terapias con las ‘aportaciones’ de servicios especializados. ‘Enclaustramientos’
temporales practicando la meditación –obviamente desprovistos de los aparatitos
de la discordia- o carísimos tratamientos clínicos para casos extremos son las
soluciones al uso.
Sin embargo, en este post seré drástico –quizás pueda permitírmelo por
no ser tecnológico-dependiente. La
terapia definitiva pasa por hacer un ‘mutis digital’ total. Probemos a apagar el móvil; las vacaciones
inminentes para muchos serán la excusa y el acicate perfecto. Una vez apagado
ese ‘tirano’ a baterías, atrevámonos a
volver a ser analógicos y, aún más importante, a gozar con lo analógico. ¿Se acuerda del inexplicable encanto que
tenía escribir cartas manuscritas a
su novia/o y depositarlas en un buzón, o haber de desplazarse al único
locutorio público de su lugar de veraneo para “poner una conferencia”, y hablar unos minutos con ella/él? Era
toda una ‘aventura analógica’ que
nos permitía saborear la vida en su dimensión real.
Hasta ayer nos vendían lo de “establecimiento con zona wi-fi” como un
valor añadido. Hoy ya proliferan los
‘hoteles detox’, cuyo público encanto está en que no tienen internet, ni
nada que se le parezca. Y mañana, igual que pasa con la ‘zonas libres de humo’,
empezaremos a encontrar carteles del estilo de ‘zona libre de wi-fis’.
Mejor eso que ver un padre desnaturalizado –adicto tecnológico- que
prefirió hacer un video (con
Smartphone) del nacimiento de su hijo en el coche, a echar una mano a
su mujer en el trance, y dar la bienvenida a su hijo a este mundo digital con
un ‘abrazo analógico’; es decir, con todo el calor de la humanidad, y no con un
frío y distante vídeo.
Advierto que las imágenes no son aptas para todas las sensibilidades.
¡Disfrute de sus vacaciones y, sobre
todo, desintoxíquese de este ‘empacho digital’ que nos han impuesto!
Desintoxicación digital
Después de hablar en un post reciente de la “Intoxicación digital”, toca hablar ahora de su antítesis. ¿Qué se entiende por desintoxicación digital?
Lo primero que sorprende es que –aun pareciéndolo- no hablamos de nada nuevo. Basta escribir el concepto en un ‘buscador’ para que Internet nos devuelva miles de resultados. Desintoxicación digital es liberarse de la adicción tecnológica que crean dispositivos como smartphones y tabletas, llegando a afectar –alterándolo- nuestro comportamiento social.
lunes, 29 de junio de 2015
Mud's feet giants
Few months ago, was held in Barcelona the Mobile World Congress, with public and critics success, according to the classic expression. Indeed Internet is revolutionizing the economy, and our lives. But it must be remembered that, along with virtual worlds, the real world coexists, with real problems that come with humanity since the dawn of time.
The gurus of this neo-science that we know as IKT (Information and Knowledge Technologies) are selling the ‘Internet of things’ to us. Today we are nothing without Internet.
Gigantes con los pies de barro
Hace algunos meses se celebró en Barcelona el Mobile World Congress, con éxito de público y crítica, según la expresión ya clásica. Sin duda Internet está revolucionando la economía, además de nuestras vidas. Pero conviene recordar que, junto a los mundos virtuales, coexiste el mundo real, con problemas reales que acompañan a la humanidad desde la noche de los tiempos.
Los gurús de esta neo-ciencia que conocemos por la sigla TIC (Tecnologías de la Información y el Conocimiento) nos están vendiendo el ‘Internet de las cosas’. Hoy ya no eres nadie sin Internet.
Mud’s feet giants
Few months ago, was held in
Barcelona the Mobile World Congress,
with public and critics success, according to the classic expression. Indeed
Internet is revolutionizing the economy, and our lives. But it must be remembered
that, along with virtual worlds, the
real world coexists, with real problems that come with humanity since the
dawn of time.
The gurus of this
neo-science that we know as IKT (Information and Knowledge Technologies) are
selling the ‘Internet of things’ to us. Today
we are nothing without Internet. Even things
to be somewhat need the Internet
connectivity, otherwise, what kind of things are, or want to be? Let’s look
at an example: in cars we used to assess motor torque depending on the r.p.m.
Now that is outdated; new vehicle
buyers choose depending on its Internet
connection, and its speed (in Kilobytes / second). We look for 3G, 4G, or
higher speeds.
The ‘Internet of things’ is
also campaigning in favor of the fridge
connected to the net of nets. In the cybernetic society there’s no time to control
if we run out of our ham turkey supply. Therefore, we need the fridge to be a smart one and thus avoiding
breakage of stock by connecting with our supermarket and forwarding the
relevant orders.
All this is fantastic and,
although we look at it with some hilarity, we think it contributes to the
progress of civilization. However, it is
desirable not to get intoxicated by technology and relaxing the permanent alertness
status.
Going into the preventive
field, we admit that the fridge –or industrial cold storage system- connected
to the Internet can greatly simplify management, for example, in a food
processing industry (a manufacturer of prepared salads, for concreteness),
optimizing it for logistics requirements, or others. But what does it serve any
food industry to have a cybernetic cold storage system if it stores
contaminated products due to poor or inaccurate handling?
Technology (Internet of things) and virtual worlds cannot lead us to
forget that some tiny molecular corpuscles (bacteria) have enough power as to
make us fall, making clear that, if
they stand in our way, they can cut our rush
of crazy giants with clay feet. In other words, any food industry that boasts
itself will be thoroughly concerned about the healthiness of its product. Both
the health of its workers and that of the consumers are at stake due to
possible toxic infections. Fixed that aspect, they will always have the
Internet of the things as an additional option.
Unarmed in front to bacteria
Bacteria -in its biodiverse variety- kill humans in the real world. The paradigm -recent and pitiless- can be found in the death of Pau, the six years old child, from Olot (Girona - Spain), defeated by diphtheria after his fruitless struggle of a month. We should not forget that bacteria exist and also kill in internet’s times.
Bacteria -in its biodiverse variety- kill humans in the real world. The paradigm -recent and pitiless- can be found in the death of Pau, the six years old child, from Olot (Girona - Spain), defeated by diphtheria after his fruitless struggle of a month. We should not forget that bacteria exist and also kill in internet’s times.
Gigantes con los pies de barro
Hace algunos meses se celebró en Barcelona el Mobile World Congress, con
éxito de público y crítica, según la expresión ya clásica. Sin duda Internet
está revolucionando la economía, además de nuestras vidas. Pero conviene recordar
que, junto a los mundos virtuales, coexiste el mundo real, con problemas reales
que acompañan a la humanidad desde la noche de los tiempos.
Los gurús de esta neo-ciencia que conocemos por la sigla TIC
(Tecnologías de la Información y el Conocimiento) nos están vendiendo el
‘Internet de las cosas’. Hoy ya no eres nadie sin Internet. Incluso, las cosas
para ser algo ya necesitan la conectividad con Internet, en caso contrario,
¿qué clase de cosa son, o aspiran a ser? Veamos algún ejemplo: en los coches
solíamos valorar el par de giro del motor en función del régimen de
revoluciones. Ahora eso está anticuado; los nuevos compradores eligen su
vehículo en función de su conexión a Internet, y de su velocidad (en
Kilobytes/segundo). Buscamos velocidades 3G, 4G, o superiores.
El ‘Internet de las cosas’ también hace campaña a favor de la nevera
conectada a la red de redes. En la sociedad cibernáutica no hay tiempo para
mirar si se agotó la provisión de jamón de pavo en nuestra nevera. Por tanto,
necesitamos que ésta sea inteligente y evite la rotura de stock conectándose
con nuestro supermercado y cursando los pedidos pertinentes.
Todo esto es fantástico y, aunque lo contemplamos con cierta hilaridad,
creemos que contribuye al progreso de la civilización. Sin embargo, es deseable
que no nos dejemos embriagar por la tecnología y relajemos el estado de alerta
permanente.
Entrando en el terreno preventivo, entendemos que la nevera –o cámara
frigorífica industrial- conectada a Internet puede simplificar enormemente la
gestión, por ejemplo, de una industria de transformación alimentaria (un
fabricante de ensaladas preparadas, para mayor concreción), optimizándola para
los requerimientos de logística, u otros. Pero, ¿de qué le sirve a cualquier
industria alimentaria tener una cámara cibernáutica si ésta almacena productos
contaminados debido a una pobre o deficiente manipulación?
La
tecnología (Internet de las cosas) y los mundos virtuales no pueden hacernos
olvidar que unos minúsculos corpúsculos moleculares (bacterias) tienen poder
suficiente para tumbarnos, demostrándonos que, si se cruzan en nuestro camino,
pueden truncar nuestra carrera de alocados gigantes con los pies de barro.
Dicho de otra manera, toda industria alimentaria que se precie se preocupará
exhaustivamente por la salubridad de su producto. La salud de sus trabajadores
y la de los consumidores está en juego por las posibles toxiinfecciones.
Solucionado ese aspecto, siempre les quedará el Internet de las cosas como una
opción más.
Inermes ante las bacterias
Las bacterias –en su variedad bio-diversa- matan seres humanos en el mundo real. El paradigma –reciente y despiadado- lo tenemos en la muerte de Pau, el niño de seis años, de Olot (Girona – Spain), vencido por la difteria después de su lucha infructuosa de un mes. Y es que las bacterias existen, y también matan en los tiempos de internet.
miércoles, 24 de junio de 2015
‘Offshore’: trabajar a destajo con riesgos severos
Las jornadas laborales en las plataformas petrolíferas (Offshore) son extenuantes. Trabajar en
una plataforma petrolífera es una actividad
intrínsecamente peligrosa para la salud física y la mental por
desarrollarse en un entorno hostil.
Cada semana de trabajo debería alternarse con una de
descanso, aunque parece que la regulación
horaria no va con el trabajo offshore ni las políticas empresariales, donde
no se aplica la Directiva
Europea sobre Tiempo de Trabajo (2003/88/CE), como denuncian las
organizaciones sindicales de diversos países.
En un contexto de vacío
legal, cabe destacar el acuerdo que alcanzó el Parlamento Europeo en
febrero de 2013 encaminado a crear una Directiva
sobre seguridad en plataformas offshore.
El asunto no es baladí. Los trabajadores se quejan de que “todo el tiempo en la plataforma
es tiempo de trabajo. Puedes encontrarte en la cama, pero debes estar
disponible para el trabajo si eres requerido, además debes responder a las
alarmas y emergencias. Estás sujeto al control del empresario, y tus 12 horas
de descanso no son necesariamente tuyas”.
Según Colin
MacFarlane, profesor emérito de la Strathclyde University (Glasgow), “la
fatiga, la falta de sueño y los cambios de turnos están sustancialmente
relacionados con los accidentes en este trabajo”.
Compartir espacio de camarote con uno o incluso más colegas supone vivir en el hacinamiento, padecer falta de espacio y, lo que es peor, sufrir perturbaciones del sueño
Riesgos
generales del ‘offshore’
Son riesgos habituales los fenómenos físicos como ruido y vibraciones. La exposición al petróleo crudo y a los productos químicos que lo acompañan puede
provocar dermatitis y lesiones de la
piel. Existe la posibilidad de exposición aguda y crónica a una gran
variedad de materiales y sustancias químicas insalubres:
-Petróleo
crudo, gas natural y ácido sulfhídrico
durante la perforación y los reventones.
-Metales
pesados, benceno y otros contaminantes
presentes en el crudo.
-Amianto,
formaldehido, ácido clorhídrico y otras
sustancias químicas y materiales peligrosos como las sustancias radiactivas
naturales.
-Explosión e
incendio. Al perforar un pozo
petrolífero siempre existe el riesgo de reventón y que se genere una nube de
gas y vapor seguida de explosión e incendio. Un incendio fuera de control puede
suponer la pérdida de vidas humanas, hundimiento de la plataforma y catástrofe
medioambiental.
Proximidad
forzosa
Aunque lo más usual es que impere un espíritu de camaradería, la plataforma puede ser un terreno abonado
para el ejercicio de la violencia
laboral entre trabajadores, o para padecer un demoledor aislamiento en una situación de proximidad forzosa, circunstancia harto
paradójica, pero posible cuando no existe una buena relación entre los
trabajadores (a menudo de nacionalidades y culturas diferentes).
El tipo de comodidades
del espacio personal de los trabajadores y la cantidad-calidad del sueño también son aspectos cruciales.
Compartir espacio de camarote con uno o incluso más colegas supone vivir en el hacinamiento, padecer falta de espacio
de almacenamiento y –lo que es peor- sufrir perturbaciones del sueño a causa de
contingencias comunes como son los ronquidos y la actividad ajena. “Es
peor que estar en la cárcel –bromean. No puede subestimarse el estrés al que
estamos sometidos. Falta de sueño, alarmas intempestivas y repetidas, batir de
puertas. Es difícil acostumbrarse a la falta de privacidad y de comodidad”.
Pese a su frialdad, las plataformas son el hogar de una tripulación mayoritariamente masculina
(en torno al 95%). Actualmente no es raro disponer de baño propio, wi-fi,
teléfono y televisión, comodidades
que hacen más llevadera la estancia en una especie de ‘cárcel flotante’ en medio de la nada oceánica, y donde
convenciones de tierra como los horarios, los descansos del fin de semana o las
actividades de recreo quedan relativizadas por imperativos del trabajo.
'Offshore': trabajar a destajo con riesgos severos
Las jornadas laborales en las plataformas petrolíferas (Offshore) son extenuantes. Trabajar en una plataforma petrolífera es una actividad intrínsecamente peligrosa para la salud física y la mental por desarrollarse en un entorno hostil.
Cada semana de trabajo debería alternarse con una de descanso, aunque parece que la regulación horaria no va con el trabajo offshore ni las políticas empresariales, donde no se aplica la Directiva Europea sobre Tiempo de Trabajo (2003/88/CE), como denuncian las organizaciones sindicales de diversos países.
martes, 23 de junio de 2015
Las bacterias existen
Cada día somos más propensos a involucrarnos con los mundos virtuales.
Sin embargo, no conviene perder de vista la realidad cotidiana. Puede sonar a
perogrullada, pero no está de más recordar de vez en cuando que las bacterias no sólo existen, sino que
incluso coexisten alojadas en nuestro propio organismo, que actúa como
huésped, además de estar presentes en el medio natural (cadena trófica) y, sin duda, el laboral.
Por fortuna, nuestro sistema
inmunológico nos defiende. Cuando no es así, una bacteria tan
insignificante como omnipresente como es la listeria se convierte en un foco de enfermedad con posibles consecuencias fatales.
Manipulación de
alimentos
La humanidad dio un paso aséptico cuando empezó a cocinar los alimentos, pues la temperatura los esteriliza. Sin
embargo, el mismo proceso de elaboración
entraña riesgos para los trabajadores de la cadena alimentaria.
Investigaciones recientes han revelado que la listeria puede instalarse en los mataderos y en los establecimientos
que procesan la carne, la leche o el pescado. Pero tampoco están libres de
sufrir este patógeno las fábricas de procesado
de frutas y verduras, cocinas industriales y servicios de catering.
La listeria puede
transmitirse a los humanos a través de la ingestión de alimentos contaminados,
así como en cualquier fase de la cadena alimentaria, durante la producción agropecuaria, el procesamiento,
la distribución, y preparación para el consumo. De todos modos, muy pocos
de los infectados por la bacteria desarrollan la enfermedad, aunque ésta está en expansión. Ante la evidencia del avance de la listeriosis, la OMS ha incluido a la listeria en la
nómina de ‘enfermedades de estudio’.
La listeria puede provocar una
grave infección del Sistema Nervioso Central (SNC), que degenera en cuadros de meningitis, con una rápida evolución
La listeriosis provoca dos
cuadros clínicos diferentes: la gastroenteritis
o la acción invasiva. El primero puede presentarse en portadores que se
mantienen asintomáticos (2-5%), o portadores con afecciones gastrointestinales
en un rango que va desde moderado a severo. El cuadro invasivo cursa con una
sintomatología inicial de fiebre, calambres abdominales, diarrea, fatiga, dolor
de cabeza y dolor muscular.
El reservorio de
la listeria
Estos microorganismos
encuentran en los alimentos el
reservorio ideal para multiplicarse, y las actividades propias de la industria
alimentaria facilitan su dispersión, a veces, en forma de bio-aerosoles (nieblas de contenido biológico dispersas en el aire).
Algunos son patógenos oportunistas o pueden generar procesos de sensibilización.
Las vías de
entrada son el contacto con la piel y las mucosas, la penetración a través de
heridas, mordeduras, arañazos, pinchazos o cortes con materiales
corto-punzantes (cuchillos, huesos astillados, etc.), la ingestión como consecuencia de
malos hábitos higiénicos y la inhalación de bio-aerosoles. La primera manifestación de
la listeriosis es una sepsis o
septicemia, cuyo significado literal es “podredumbre”, condición que se da por
la invasión del caudal sanguíneo, y
tiene manifestaciones poco específicas como el estado febril. Caso de progresar la enfermedad, se produce una infección del Sistema Nervioso Central (SNC). Esta grave infección
degenera en cuadros de meningitis,
que tienen una rápida evolución (sólo días). Los signos de alarma son el dolor
de cabeza, fiebre alta y, sobre todo, la rigidez de nuca, todo un clásico en
esta enfermedad.
La prevención
básica –ya sea en mataderos u otros centros de trabajo con riesgo de presencia
de la bacteria- es la utilización de
protecciones para la piel y los ojos (básicamente guantes y gafas
protectoras, pero también otros equipos
de protección -pantallas faciales- según sea la actividad), así como ropa de trabajo que cubra la mayor
parte del cuerpo y mandil impermeable.
Las bacterias existen
Cada día somos más propensos a involucrarnos con los mundos virtuales. Sin embargo, no conviene perder de vista la realidad cotidiana. Puede sonar a perogrullada, pero no está de más recordar de vez en cuando que las bacterias no sólo existen, sino que incluso coexisten alojadas en nuestro propio organismo, que actúa como huésped, además de estar presentes en el medio natural (cadena trófica) y, sin duda, el laboral. Por fortuna, nuestro sistema inmunológico nos defiende. Cuando no es así, una bacteria tan insignificante como omnipresente como es la listeria se convierte en un foco de enfermedad con posibles consecuencias fatales.
viernes, 19 de junio de 2015
El tóner y el ‘pulmón de oficinista’
Quien considere la oficina
como lugar seguro, debe ir cambiando de idea. La calidad del aire interior representa un problema de salud. La atmósfera de la oficina (continente) puede
estar contaminada por múltiples sustancias vinculadas al contenido. Por
ejemplo, el mobiliario, suelos y revestimientos (vapores de formaldehido),
tapizados y otros materiales sintéticos, productos químicos, tóner. Este cóctel
de polución ambiental afecta a la
salud de los trabajadores, que desarrollan el síndrome de lo que se ha etiquetado como “pulmón de oficinista”, pero que no es un asunto nuevo, sino que
existe desde el despegue de la reprografía.
Productos químicos
en la oficina: tóner
La oficina es un reservorio de
sustancias aerodispersas donde se mezcla el olor de los rotuladores, tintas, pegamentos, líquido
corrector, el tóner de las impresoras y otros productos químicos susceptibles
de emitir vapores a temperatura ambiente, y causar síntomas similares a la
inhalación de formaldehido (compuesto orgánico presente en pinturas, barnices,
disolventes, etc.). Entre los potenciales agresores ponemos el foco en las tintas en polvo (tóner).
Nunca deben emplearse brochas, pinceles o soplar sobre el polvo de tóner residual depositado en los cartuchos, porque, en ese caso, las micro-partículas quedan dispersas en el aire
Las partículas de tóner tienen una granulometría (diámetro) que oscila
entre 10 y 20 micras. Ejercen efectos irritantes y sensibilizantes sobre
las vías respiratorias: estornudos, tos crónica, irritaciones en la piel y ojos
e, incluso, dolores de cabeza. Como micro-partículas, son muy inhalables, y
tanto más nocivas cuanto más pequeñas son.
Un estudio australiano (2007) concluye que las impresoras láser liberan partículas muy pequeñas de tóner en el
aire y pueden ser inhaladas profundamente en los pulmones, lo que
representa un potencial de riesgo para la salud, causando –en el mejor de los
casos- cuadros alérgicos.
De todos modos, desde hace décadas existe constancia epidemiológica del
alto índice de morbi-mortalidad entre trabajadores cuyo puesto de trabajo
estaba en la proximidad de máquinas fotocopiadoras. Ello llevó a la firma
inventora de la xerografía
a buscar alternativas al tóner en polvo.
Recientemente, la Administración de Finanzas de NRW (Nordrhein
Westfalen), “Land” de Alemania, con 137 centros y más de 18.000 impresoras y
copiadoras láser, desarrolló pruebas que ratificaban los efectos nocivos del tóner emitido por la maquinaria y su elevada
incidencia en el absentismo laboral por enfermedad.
El citado estudio, conducido por el Instituto Landesgewerbeanstalt
Bayern (LGA), establecía como requisito para limitar las emisiones de
impresoras-copiadoras su limpieza
frecuente. Asimismo, desarrolla un protocolo para la limpieza por parte de
los usuarios, debiendo usar una aspiradora
con filtro de partículas HEPA (alta eficacia). Nunca deben emplearse
brochas, pinceles o soplar sobre el polvo de tóner residual depositado en los
cartuchos, porque, en ese caso, las micro-partículas quedan dispersas en el
aire y son inhaladas por los trabajadores.
Potencial nocivo
Basta decir que el tóner no
es una sustancia inocua, como lo demuestra el hecho de que debe contar con su FDS (Ficha de Datos de Seguridad). En
la misma se hace constar que la IARC
(Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer) considera el negro de humo
como carcinógeno del grupo 2B para humanos.
Entre las dolencias inducidas pueden citarse las neumopatías granulomatosas (afectación del pulmón con tumoración),
adenopatías con afectaciones pleurales
y, en definitiva, enfermedades del
aparato respiratorio. Como alérgeno, el tóner es responsable de la
aparición de mucosidad en la nariz, picor de ojos y paladar e incluso
erupciones cutáneas, alterando el sentido del olfato, la vista, el gusto y el
tacto. La primera reacción alérgica es la hipersensibilidad, la segunda puede
ser fatal si se presenta el shock anafiláctico (respuesta inmunológica intensa
cuando el alérgeno accede al sistema circulatorio).
El tóner y el ‘pulmón de oficinista’
Quien considere la oficina como lugar seguro, debe ir cambiando de idea. La calidad del aire interior representa un problema de salud. La atmósfera de la oficina (continente) puede estar contaminada por múltiples sustancias vinculadas al contenido. Por ejemplo, el mobiliario, suelos y revestimientos (vapores de formaldehido), tapizados y otros materiales sintéticos, productos químicos, tóner. Este cóctel de polución ambiental afecta a la salud de los trabajadores, que desarrollan el síndrome de lo que se ha etiquetado como “pulmón de oficinista”, pero que no es un asunto nuevo, sino que existe desde el despegue de la reprografía.
jueves, 18 de junio de 2015
Autopsias: nulo 'glamour' y mucho riesgo
Algunas series televisivas han conseguido hacernos convivir con lo que vamos a llamar ‘dimensión necrológica’ con aparente normalidad. Nunca han faltado en las pantallas seriales de ‘zombies’ y muertos vivientes, que pasean por ciudades desiertas, u otras aproximaciones cinematográficas al trabajo de los patólogos (forenses o clínicos) que practican –en las pelis- necropsias a cadáveres con el mismo entusiasmo que un chef podría poner en la preparación de un plato-delicatessen.
Autopsias: nulo ‘glamour’ y mucho riesgo
Algunas series
televisivas han conseguido hacernos convivir con lo que vamos a llamar ‘dimensión necrológica’ con aparente
normalidad. Nunca han faltado en las pantallas seriales de ‘zombies’ y muertos
vivientes, que pasean por ciudades desiertas, u otras aproximaciones
cinematográficas al trabajo de los
patólogos (forenses o clínicos) que
practican –en las pelis- necropsias
a cadáveres con el mismo entusiasmo que un chef podría poner en la preparación
de un plato-delicatessen.
No cuestionamos que muchos patólogos puedan
disfrutar con su trabajo científico al desentrañar
los secretos de la muerte que se encuentran ocultos en un cuerpo sin vida.
En cualquier caso, lejos de los edulcorados modelos de cartón-piedra
televisivos, las necropsias (o
autopsias) no tienen ningún encanto, además de concentrar una lista de riesgos
que –cualitativa y cuantitativamente- provocan, en el mejor de los casos,
alarma y prevención.
Proceso
crítico
Entre los profesionales (médicos patólogos y
forenses) la idea más común es que “la
autopsia es uno de los procesos críticos desde el punto de vista de la
seguridad y salud”. Al llevar a cabo esta práctica, los médicos, técnicos y
personal subalterno que interviene está expuesto a riesgos como sobreesfuerzos, cortes con herramientas, contactos
eléctricos, caídas, exposición a agentes quimicobiológicos, y a radiaciones
ionizantes.
Desarrollarlos todos será objeto de un
reportaje extenso en la revista Protección
Laboral, por lo que este ‘post’ se limitará a dar unas pinceladas sobre los
riesgos químico-biológicos, además de querer combatir una imagen ‘glamourosa’,
que poco o nada se corresponde con la realidad.
Las exposiciones prolongadas a bajas concentraciones de formaldehido pueden provocar irritación ocular, inflamación palpebral y erupciones
·Contaminantes quimicobiológicos en las
autopsias
Los cadáveres sometidos a la necropsia
ocasionan el derrame abundante de
fluidos biológicos que, además de contaminar el área de trabajo, pueden
provocar resbalones y caídas. Sin embargo, su carga más nociva es la biológica,
con la posible transmisión de
enfermedades como la hepatitis B o C, tuberculosis, SIDA, etc. Por citar
algún ejemplo, en España tenemos que lamentar la muerte de un patólogo que
contrajo en la mesa de disección la enfermedad de las vacas locas. En el caso
de los misioneros muertos recientemente por ébola, no se practicaron las
autopsias porque los protocolos de bioseguridad lo prohíben expresamente.
El responsable del riesgo químico en las autopsias es el formaldehido, parte constituyente de las soluciones de formol. Este
clásico, omnipresente en los ambientes medico-científicos, se emplea para conservar tejidos u órganos; además de
inyectarse directamente en los cadáveres para enlentecer la putrefacción.
Basta decir que dicha sustancia tiene la
consideración de carcinógeno por
parte de la Organización Mundial de
la Salud, si bien no existe un amplio consenso al respecto. Al margen de las
clasificaciones, el hecho concluyente es que las exposiciones prolongadas a bajas concentraciones de formaldehido pueden provocar irritación ocular, inflamación palpebral y
erupciones. La inhalación de vapores puede ocasionar tumores en las vías respiratorias. Las soluciones acuosas son muy
irritantes, siendo la causa de dermatitis
y quemaduras.
Como ocurre con los fluidos biológicos, un cadáver también puede liberar efluentes
químicos. Pensemos en el potencial tóxico (en la sala de autopsias) de un
cuerpo que haya sido envenenado con cianuro.
Los agentes quimicobiológicos asociados a las
necropsias pueden contaminar a los patólogos y resto de personal por contacto e inhalación,
fundamentalmente. De ahí la importancia de contar con salas equipadas con sistemas de ventilación y extracción del
aire, ‘arte’ que –como ya hemos dicho en alguna ocasión- no consiste en la
mera instalación de ventiladores. Otras medidas complementarias son: empleo de recipientes herméticos para el formaldehido,
reducción al mínimo de los niveles de
exposición (excesivamente altos, según estudios), y control médico del personal expuesto. Por cierto, la mascarilla quirúrgica que usa el médico
protege, en todo caso, al cadáver, pero no a su portador, por lo que no sirve de nada.
Ante la banalización de la dimensión
necrológica en nuestra sociedad, nos sumamos a la línea de pensamiento que
reivindica unas condiciones de seguridad
y salubridad para quienes deben hurgar en las entrañas de la muerte por motivos
laborales.
miércoles, 17 de junio de 2015
Intoxicación digital
¿Somos felices hoy (2015)? ¿Estamos mejor que otras generaciones que nos
precedieron?
Nos vamos a dormir con el móvil
(comprobando whatsapp, correo u otros); quizás ha sido la tableta –más raramente el ordenador
portátil- los que nos han dado las ‘buenas noches’ con el titilar de sus pantallas y el
afloramiento incansable de datos. Vivimos poli-informados
y poli-violentados.
El wi-fi de nuestro
dispositivo detecta en la cabecera de la cama ‘tropecientas’ redes; algunas
tienen incluso mayor intensidad de señal que nuestra propia red doméstica. Las radiaciones electromagnéticas de ese
entramado invisible de electricidad sucia son las que “velarán nuestro sueño”. Por supuesto, nos cuesta conciliarlo, y ya
sabemos por experiencia que no va a ser reparador.
Despertamos
cansados. El despertador se jubiló gracias al móvil. Paramos la alarma y, como
tenemos nuestro Smartphone en la
mano, lo consultamos. No sabemos exactamente qué buscamos; es una inercia compulsiva la que nos impele
por aplicaciones y pantallas sin haber puesto los pies en el suelo.
Estamos en el trabajo. El ordenador
nos mantiene comunicados con el ciber-mundo.
Entran y salen correos electrónicos
mientras trabajamos –o lo intentamos- con nuestra aplicación principal. Recibimos
notificaciones de Facebook y de Linkedin
y, casi sin querer, nos salimos de nuestro guión y ya estamos leyendo comentarios y contestando comentarios
como posesos. “La gente debe aburrirse
mucho, para estar siempre emitiendo y re-emitiendo en las redes…”, pensamos.
Pero el dedo se nos desliza en el ratón.
Mientras tanto nuestro Smartphone no permanece ocioso, la aplicación de whatsapp está abierta y han entrado
varios mensajes de nuestros contactos,
junto con una ración extra de mensajes de nuestro grupo preferido… Además, alguno de los corresponsales es de los impacientes
y pretende que lo pospongamos todo para contestar
a la velocidad del rayo. Los efectos de la cafeína empiezan a diluirse y
sentimos que navegamos en un mar
proceloso de bits y que no sabemos exactamente qué hacemos, ni por qué
estamos enfrascados en una batalla tan desigual, además de estéril.
“¿Se
acabaría el mundo si practicase un mutis digital?”. Pero no nos atrevemos. Seguimos on-line mientras
intentamos hacer algo de trabajo productivo en nuestro ordenador. El síndrome de las ventanas abiertas
(diversas aplicaciones de Windows ejecutándose en paralelo) ya no es nada en
comparación con nuestro síndrome actual
de la multi-conexión (multi-dispositivo) permanente y poli-tóxica. Siempre tenemos que estar disponibles:
nos sentimos víctimas, pero somos incapaces de abortar el flujo de megabytes en
circulación.
Hemos caído en el “Phubbing” y estamos ignorando a los que comparten nuestro entorno físico para prestar atención a otros seres ‘autistas’
Adicción-frustración
La compulsión digital deja
paso a la frustración: nuestro
trabajo real no avanzó mucho, pero nos sentimos terriblemente cansados y nuestra cabeza está próxima
a la ebullición. Nos resistimos a
creer que nos hemos convertido en adictos
a la comunicación por internet, pero hay signos evidentes:
-Dependemos de los
dispositivos electrónicos, en especial el Smartphone. Ya dudamos de la
viabilidad de la vida sin él.
-Nos pone de los
nervios quedarnos sin batería, lo que provocaría la caída de todas las
comunicaciones y el vínculo con el ciber-mundo.
-Lejos de mejorar, nuestra
relación social real se estanca o retrocede. Hemos caído en el “Phubbing” y estamos
ignorando a los que comparten nuestro entorno físico para prestar atención a
otros seres ‘autistas’ y situados lejos de nuestro espacio físico. Antes en una
reunión, en torno a la mesa, por ejemplo, solíamos disfrutar de una
conversación con los otros comensales. Ahora cada uno departe con fruición con lejanos partners, totalmente ajeno al
amigo-compañero que tiene a su lado.
En definitiva, estamos
sustituyendo los amigos reales por los partners digitales. En plena revolución
de las comunicaciones hemos caído en el aislamiento
autista (eso sí, un aislamiento en comunicación permanente con el
ciber-mundo).
Pero, ¿tiene todo esto algo que ver con la salud laboral? Sin duda: todo lo que afecta a nuestra salud –sólo
hay una- afecta al rendimiento laboral,
la satisfacción personal y la calidad de vida, que se encuentra en
retroceso. No es alarmismo pronosticar que, dentro de poco, los hospitales de
referencia van a tener que abrir unidades
especiales para el tratamiento de la adicción digital, igual que existen
las unidades de ludopatía, deshabituación tabáquica o alcoholismo.
El ‘asalto
digital’ de cada día
La adicción
digital es un ‘ladrón’. Nos roba tiempo y salud. Nuestra jornada laboral fue poco productiva y,
además, estresante. Las maquinitas nos
han dominado y coartado la libertad. No hemos hecho lo que queríamos hacer, ni
todo lo que teníamos que hacer… Nuestras cervicales
están rígidas, los ojos resecos y cansados, los dedos (o zonas de la mano) empiezan a
sufrir parestesias (entumecimiento y
hormigueo). “¿Qué estoy haciendo con mi
salud?” –nos preguntamos entre whatsapp y whatsapp.
Al día siguiente vuelta a
empezar. Nos preparamos sin fuerzas para un nuevo ‘asalto digital’. Este tóxico
conductual que está imponiendo la ‘sociedad de la información’ mal
entendida puede acabar con nosotros, y ya lo vamos captando. La noche anterior,
mientras esperábamos que el sueño
nos liberase de nosotros mismos, llegamos a pensar que, en cualquier época
pasada, la humanidad fue más libre
que ahora –y puede que hasta más feliz.
¿Hasta cuándo podremos
hacer frente al ‘asalto digital’ diario?
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