Las jornadas laborales en las plataformas petrolíferas (Offshore) son extenuantes. Trabajar en
una plataforma petrolífera es una actividad
intrínsecamente peligrosa para la salud física y la mental por
desarrollarse en un entorno hostil.
Cada semana de trabajo debería alternarse con una de
descanso, aunque parece que la regulación
horaria no va con el trabajo offshore ni las políticas empresariales, donde
no se aplica la Directiva
Europea sobre Tiempo de Trabajo (2003/88/CE), como denuncian las
organizaciones sindicales de diversos países.
En un contexto de vacío
legal, cabe destacar el acuerdo que alcanzó el Parlamento Europeo en
febrero de 2013 encaminado a crear una Directiva
sobre seguridad en plataformas offshore.
El asunto no es baladí. Los trabajadores se quejan de que “todo el tiempo en la plataforma
es tiempo de trabajo. Puedes encontrarte en la cama, pero debes estar
disponible para el trabajo si eres requerido, además debes responder a las
alarmas y emergencias. Estás sujeto al control del empresario, y tus 12 horas
de descanso no son necesariamente tuyas”.
Según Colin
MacFarlane, profesor emérito de la Strathclyde University (Glasgow), “la
fatiga, la falta de sueño y los cambios de turnos están sustancialmente
relacionados con los accidentes en este trabajo”.
Compartir espacio de camarote con uno o incluso más colegas supone vivir en el hacinamiento, padecer falta de espacio y, lo que es peor, sufrir perturbaciones del sueño
Riesgos
generales del ‘offshore’
Son riesgos habituales los fenómenos físicos como ruido y vibraciones. La exposición al petróleo crudo y a los productos químicos que lo acompañan puede
provocar dermatitis y lesiones de la
piel. Existe la posibilidad de exposición aguda y crónica a una gran
variedad de materiales y sustancias químicas insalubres:
-Petróleo
crudo, gas natural y ácido sulfhídrico
durante la perforación y los reventones.
-Metales
pesados, benceno y otros contaminantes
presentes en el crudo.
-Amianto,
formaldehido, ácido clorhídrico y otras
sustancias químicas y materiales peligrosos como las sustancias radiactivas
naturales.
-Explosión e
incendio. Al perforar un pozo
petrolífero siempre existe el riesgo de reventón y que se genere una nube de
gas y vapor seguida de explosión e incendio. Un incendio fuera de control puede
suponer la pérdida de vidas humanas, hundimiento de la plataforma y catástrofe
medioambiental.
Proximidad
forzosa
Aunque lo más usual es que impere un espíritu de camaradería, la plataforma puede ser un terreno abonado
para el ejercicio de la violencia
laboral entre trabajadores, o para padecer un demoledor aislamiento en una situación de proximidad forzosa, circunstancia harto
paradójica, pero posible cuando no existe una buena relación entre los
trabajadores (a menudo de nacionalidades y culturas diferentes).
El tipo de comodidades
del espacio personal de los trabajadores y la cantidad-calidad del sueño también son aspectos cruciales.
Compartir espacio de camarote con uno o incluso más colegas supone vivir en el hacinamiento, padecer falta de espacio
de almacenamiento y –lo que es peor- sufrir perturbaciones del sueño a causa de
contingencias comunes como son los ronquidos y la actividad ajena. “Es
peor que estar en la cárcel –bromean. No puede subestimarse el estrés al que
estamos sometidos. Falta de sueño, alarmas intempestivas y repetidas, batir de
puertas. Es difícil acostumbrarse a la falta de privacidad y de comodidad”.
Pese a su frialdad, las plataformas son el hogar de una tripulación mayoritariamente masculina
(en torno al 95%). Actualmente no es raro disponer de baño propio, wi-fi,
teléfono y televisión, comodidades
que hacen más llevadera la estancia en una especie de ‘cárcel flotante’ en medio de la nada oceánica, y donde
convenciones de tierra como los horarios, los descansos del fin de semana o las
actividades de recreo quedan relativizadas por imperativos del trabajo.
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