Después de hablar en un post reciente de la “Intoxicación digital”, toca hablar ahora de su antítesis. ¿Qué se entiende por desintoxicación digital?
Lo primero que sorprende es que –aun pareciéndolo- no hablamos de nada
nuevo. Basta escribir el concepto en un ‘buscador’ para que Internet nos
devuelva miles de resultados. Desintoxicación
digital es liberarse de la adicción tecnológica que crean dispositivos como
smartphones y tabletas, llegando a
afectar –alterándolo- nuestro comportamiento social.
Quizás sea necesario recuperar algunas costumbres 'analógicas' |
Pasamos demasiado tiempo en internet, y muchas personas confiesan abiertamente su
preferencia por las relaciones digitales en detrimento de las interpersonales. Basta salir a la calle para ver el panorama de ‘yonquis del móvil’ que se nos ha instalado con carácter de epidemia. No en vano, habla de ello la OMS, y los psicólogos clínicos dan la voz de alarma. La OMS define la “adicción como una enfermedad que crea dependencia”. La adicción a las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) es hacer un uso compulsivo, repetitivo y prolongado con incapacidad para controlar o interrumpir su consumo y con consecuencias sobre la salud, la vida social, familiar, escolar o laboral.
‘Digital detox’
El uso de neologismos extranjeros no es gratuito, sino la constatación
de que –por suerte- en otros lugares del planeta ya han descubierto el problema
y se han puesto a hacerle frente, siendo un paso lógico el empezar por ponerle
identidad.
‘Enclaustramientos’ temporales practicando la meditación –obviamente desprovistos de los aparatitos de la discordia- o carísimos tratamientos clínicos para casos extremos son las soluciones al uso para la ‘digital detox’
El primer paso obligado es la consulta con un especialista o unidad especializada para la
evaluación y toma de conciencia del problema, reconociendo la existencia del
mismo. Sin esta condición, cualquier otra actividad está abocada al fracaso.
Como en cualquier proceso adictivo, hay que seguir un tratamiento centrado en el cambio de hábitos y actitudes y el control
de los impulsos. En definitiva, el objetivo principal del tratamiento es
recobrar el control y la capacidad de decisión, conseguir una modificación de
la conducta; es decir rescatarnos
del mundo digital y –si es necesario para nuestra salud laboral y social- devolvernos al mundo analógico, que
imperaba hace sólo 20 años.
Volver a ser
‘analógicos’
Sabemos que la tecnología digital ha defenestrado a la analógica, que
consideramos obsoleta e imposible para los tiempos modernos. Sin embargo, en
términos de salud laboral, volver a lo analógico –hasta cierto punto- puede
ayudar.
La recuperación de los adictos digitales ya es un campo literario donde
se mezclan terapias con las ‘aportaciones’ de servicios especializados. ‘Enclaustramientos’
temporales practicando la meditación –obviamente desprovistos de los aparatitos
de la discordia- o carísimos tratamientos clínicos para casos extremos son las
soluciones al uso.
Sin embargo, en este post seré drástico –quizás pueda permitírmelo por
no ser tecnológico-dependiente. La
terapia definitiva pasa por hacer un ‘mutis digital’ total. Probemos a apagar el móvil; las vacaciones
inminentes para muchos serán la excusa y el acicate perfecto. Una vez apagado
ese ‘tirano’ a baterías, atrevámonos a
volver a ser analógicos y, aún más importante, a gozar con lo analógico. ¿Se acuerda del inexplicable encanto que
tenía escribir cartas manuscritas a
su novia/o y depositarlas en un buzón, o haber de desplazarse al único
locutorio público de su lugar de veraneo para “poner una conferencia”, y hablar unos minutos con ella/él? Era
toda una ‘aventura analógica’ que
nos permitía saborear la vida en su dimensión real.
Hasta ayer nos vendían lo de “establecimiento con zona wi-fi” como un
valor añadido. Hoy ya proliferan los
‘hoteles detox’, cuyo público encanto está en que no tienen internet, ni
nada que se le parezca. Y mañana, igual que pasa con la ‘zonas libres de humo’,
empezaremos a encontrar carteles del estilo de ‘zona libre de wi-fis’.
Mejor eso que ver un padre desnaturalizado –adicto tecnológico- que
prefirió hacer un video (con
Smartphone) del nacimiento de su hijo en el coche, a echar una mano a
su mujer en el trance, y dar la bienvenida a su hijo a este mundo digital con
un ‘abrazo analógico’; es decir, con todo el calor de la humanidad, y no con un
frío y distante vídeo.
Advierto que las imágenes no son aptas para todas las sensibilidades.
¡Disfrute de sus vacaciones y, sobre
todo, desintoxíquese de este ‘empacho digital’ que nos han impuesto!
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