martes, 15 de enero de 2019

‘Robo-ética’: regulación de las relaciones hombre-robot

Las “personas electrónicas”, robots colaboradores (o ‘cobots’) ya hicieron su debut en el cine hace décadas asumiendo diferentes ‘papeles’. Ahora, la realidad supera a la ficción, y los androides, con músculo de acero e inteligencia de chip, empiezan a compartir espacio con los humanos, ya sea poniendo tornillos en una cadena de montaje de automóviles, o atendiendo al personal en la recepción de un hotel.



De la mano de la inteligencia artificial, las personas electrónicas han llegado para quedarse y, puesto que tienen que convivir con los humanos, el legislador llena el vacío legal con los primeros principios robo-éticos.

Reglas legales civiles europeas en robótica
Anticipándose a una hipotética rebelión de las máquinas, la Unión Europea ha instado a la Comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento para la puesta a punto de normas de seguridad, éticas y legales que regulen los importantes avances que se están logrando en el campo de la robótica y de la inteligencia artificial.
En tanto que personas electrónicas, los robots tienen obligaciones y derechos, pudiendo hacer frente a reclamaciones por responsabilidad en caso de daños. A continuación, una síntesis de este ‘semi-decálogo’ (sólo tiene 9 puntos) en fase de borrador.
1. Proteger a los seres humanos de los daños causados por robots
La dignidad humana, lo primero. Se pide que los robots incorporen el ‘botón de la muerte’, un ‘reset’ a la brava por si la máquina comienza a incordiar, o no hace aquello para lo que se concibió.
2. Respetar el rechazo de la atención por parte de un robot
Cualquier persona humana (hijo de vecina) puede negarse a ser atendido por una persona electrónica (robot). Ciertamente, existen campos críticos: ¿qué anciano/a de geriátrico admitiría que un robot le diera de comer o le cambiara de pañal?
3. Proteger la libertad humana frente a los robots
¿Puede un robot tener ‘alma’ de dictador y coartar la libertad del ser humano con el pretexto de protegerlo? El software es rígido (ceros y unos, sin matices). Para evitar extra-limitaciones del robot, se prima la autonomía de decisión de la persona. La pregunta es: ¿cómo reaccionará el robot cuando sea desautorizado por el humano? 
A veces debemos frotarnos los ojos para empezar a asimilar, pero no hay vuelta atrás. Cada día hay más robots humanoides entre nosotros, con precios en torno a los 30.000 euros
 4. Proteger a la humanidad contra las violaciones de la privacidad cometidas por un robot
Los robots que interactúan con humanos capturan gigabytes de información de sus partners. En suma, son auténticas máquinas de espionaje… Dicha información puede plantear un escollo para el derecho a la intimidad de la persona, especialmente si alguien hace ‘cantar’ al robot.
5. Gestión de datos personales procesados por robots
Los robots que sepan hacer uso del ‘Big Data’, sabrán más de nosotros que nosotros mismos. Y, trabajando en red, pueden intercambiar información de nuestros datos con otros robots… Se vislumbra aquí una grave vulnerabilidad del género humano frente a la máquina cibernética, que requiere la intervención del legislador.
6. Proteger a la humanidad contra el riesgo de manipulación por robots
En la película ‘Her’ veíamos las consecuencias de enamorarse de una robot, y padecer las vicisitudes del amor, pero ejercidas con precisión matemática por una máquina con capacidad de aprender. Dicho de otro modo, que es mejor enfurruñarse con la parienta que con una robot de aplastante lógica cartesiana. El principio robo-ético en este caso debe proteger a las personas de intimar con robots (recuérdese que los robots pueden simular emociones… crear una ficción de amor…). El mejor consejo para almas solitarias es que sustituyan el robot de compañía por el animal de compañía. Si éste le muestra aprecio, será una emoción biológica real, no una función electrónica de una máquina.
7. Evitar la disolución de los vínculos sociales
Los humanos somos seres sociables. Necesitamos, por tanto, el contacto con nuestros semejantes. No podemos abandonarnos en manos de robots autónomos, que, al tiempo que nos prestan todo tipo de servicios, nos impiden el contacto con los profesionales humanos que nos darían los mismos servicios. En suma, el legislador entiende que el robot no puede sustituir completamente a los seres humanos.
8. Igualdad de acceso al progreso en robótica
No debería haber segundas divisiones en cuanto al acceso a los avances robóticos. Ya existe una brecha digital evidente que, si se agudiza, conducirá a una sociedad claramente distópica, alejada del ansiado bienestar.
9. Restringir el acceso humano a las tecnologías de mejora
Los ‘cyborg’ son para las películas. De momento los seres biónicos (hibridaciones de humano y sistema robótico) no se contemplan. La esencia humana y su dignidad deben ser protegidas tal como son, sin añadidos ciber-mecánicos.
A veces nos asalta el pensamiento de que la tecnología avanza más rápido que nuestra propia capacidad de comprensión. Esto es cierto para la robótica y los robots colaboradores. Ciertamente, debemos frotarnos los ojos para empezar a asimilar, pero no hay vuelta atrás. Cada día hay más robots humanoides entre nosotros, con precios en torno a los 30.000 euros.

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