La modelización del
concepto de calidad de empleo puede hacerse basándose en aspectos subjetivos: se centra en la
idea de que la calidad del empleo es la utilidad que una persona obtiene de su
empleo (depende de atributos del puesto como el salario, las horas trabajadas y
el tipo de tareas), o aspectos
objetivos: las características del puesto que satisfacen las necesidades de
las personas en relación con el trabajo.
El ICE de Asempleo
Este índice, que se ha basado en los datos de la Encuesta de
Población Activa (EPA) y la Muestra Continua de Vidas Laborales (MCVL) pone el foco en seis dimensiones que han
considerado vitales para hablar de la calidad de un puesto: condiciones de trabajo, cualificación y
formación, combinación de trabajo y vida continua, salarios, perspectivas
profesionales y estabilidad en el empleo. Los desarrolladores del modelo
han puesto el énfasis en que permita “la medición de los resultados para un
periodo de tiempo largo, actualizarse con una periodicidad anual y compararse
entre colectivos, en particular, según su tipo de contrato; a la vez que puede
aplicarse a otros países de nuestro entorno para elaborar comparaciones
posteriores”.
El marco referencial
para nuestro país lo tenemos en la propuesta
de la Comisión Europea sobre calidad de vida laboral, que hace referencia a
un conjunto de diez dimensiones:
-Calidad intrínseca del puesto de trabajo.
-Cualificaciones, aprendizaje continuado y desarrollo
profesional.
-Igualdad de género.
-Salud y seguridad en el trabajo.
-Flexibilidad y seguridad.
-Inclusión y acceso al mercado de trabajo.
-Organización del trabajo y equilibrio con la vida
cotidiana.
-Diálogo social.
-Diversidad y no discriminación.
-Productividad del trabajo y desarrollo económico general.
El índice contempla seis dimensiones: condiciones de trabajo, cualificación y formación, combinación de trabajo y vida continua, salarios, perspectivas profesionales y estabilidad en el empleo
Entre sus diversas conclusiones, el ICE de Asempleo apunta
que “según las características personales de los individuos, el perfil que
disfruta de mayor calidad en su
empleo es el de trabajador de mayor
edad, que ocupa un puesto no manual,
cualificado, y que tiene estudios terciarios (superiores)”. No hace
distinción entre varones y mujeres, dado que ambos sexos obtienen puntuaciones
muy parecidas en todas las dimensiones.
En cuanto a recomendaciones
para la calidad del empleo en España, se sugieren actuaciones en: seguridad y
estabilidad del empleo, calidad del entorno de trabajo y de los puestos.
-Seguridad y
estabilidad del empleo. Deberían articularse en torno al concepto de la “flexiseguridad” (la búsqueda de la
competitividad no puede ir en detrimento de la seguridad laboral). La línea de
trabajo principal sería “la articulación de medidas eficaces y decididas desde
los poderes públicos para combatir el
excesivo nivel de la rotación laboral injustificada, (persiguiendo de forma
eficaz el fraude en el uso de la contratación temporal), con la colaboración de
los agentes económicos y sociales para promover la estabilidad en el empleo (no
necesariamente en el puesto)”, propone el ICE de Asempleo. Para dicho fin
sugiere la implantación de “programas parecidos a los que se desarrollan en el
ámbito de la siniestralidad laboral, como el sistema de reducción de las
cotizaciones por contingencias profesionales a las empresas que hayan
contribuido especialmente a la disminución y la prevención de la siniestralidad
laboral, o como el programa de adhesión voluntaria “PreVea” al que se podían
acoger las empresas de alta siniestralidad laboral”.
-Calidad del entorno
de trabajo y de los puestos. El objetivo es lograr una vida laboral
satisfactoria “mejorando –cita Asempleo- el contenido humano del trabajo”. Para
tal fin se debería incrementar la autonomía y las oportunidades para el aprendizaje,
la capacidad de decisión y la participación, así como las buenas prácticas
de la dirección de las empresas y las buenas relaciones sociales en el lugar de
trabajo. La calidad del puesto también requiere la limitación de la carga y la presión para realizar el trabajo así
como el control de la exposición a factores de riesgo físico para la salud y de
intimidación o abuso en el lugar de trabajo. Son áreas de mejora la distribución del tiempo de trabajo con vistas a
mejorar la conciliación entre vida personal y profesional (evitar horarios
‘anti-sociales’), la potenciación del
trabajo a tiempo parcial voluntario, o la implantación de la jornada laboral
continua. Con respecto a la seguridad laboral, deben aplicarse las medidas
oportunas para reducir el impacto en la
salud de aspectos específicos del entorno físico.