Este post reproduce parcialmente el artículo del mismo título, publicado en una revista sectorial el ya lejano 2015.
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La alta densidad de animales en espacios confinados en contacto con humanos provoca casos de zoonosis (enfermedades que, saltando la barrera entre especies, pasan de los animales a los humanos). Simultáneamente, la alta densidad de población y la elevada movilidad (viajes, turismo, inmigración) contribuyen a la rápida expansión mundial de las zoonosis y otras enfermedades infecciosas, causando una mortandad anual.
Nuevas amenazas para la salud
Se estima que, cada año, fallecen alrededor de 320.000 trabajadores en todo el mundo debido a enfermedades transmisibles causadas por riesgos biológicos: virus, bacterias, insectos u otras especies animales. Aunque la mayor parte de las muertes se producen en países en desarrollo, unas 5.000 víctimas de estas enfermedades pertenecen a la Unión Europea. La exposición femenina es mayor al desempeñar trabajos con riesgos biológicos y exposición más elevada.
La lista de infecciones de alcance mundial incluye el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS), la gripe aviar y el ébola, sin olvidar la reaparición de otras enfermedades ‘clásicas’ como el cólera y la fiebre amarilla. La velocidad y el volumen del tráfico y el comercio internacionales posibilitan la expansión de los patógenos por todo el mundo. Ya en 2007, el Observatorio Europeo de Riesgos advertía sobre los riesgos biológicos emergentes y sus efectos en la población laboral de la UE, “especialmente –citaban- sobre los agricultores, el personal sanitario o a las personas que trabajan en sectores como el del tratamiento de residuos”. El informe también indicaba que “se conoce poco sobre estas amenazas, y en muchos lugares de trabajo los riesgos biológicos no se analizan ni se previenen adecuadamente”. Por ello, proponía “adoptar un enfoque global y multidisciplinario en relación con la salud y la seguridad en el trabajo, la salud pública, la protección medioambiental y la seguridad alimentaria”.
Epidemias globales
Con frecuencia, los riesgos biológicos han sido subestimados, y sólo los brotes más virulentos –y con repercusión mediática- generan alarma social y cierta reacción político-sanitaria (actual ‘crisis’ del ébola en España, a raíz de la infección de la enfermera del hospital Carlos III).
En el siglo XXI han aparecido nuevos microorganismos patógenos, toxinas que viajan en la economía globalizada (gran volumen de tráfico y comercio internacional). Dado que muchas de estas enfermedades son zoonosis (enfermedades transmitidas de los animales al ser humano), los trabajadores en situación de mayor riesgo son los que están en contacto con animales infectados, o con aerosoles, polvo o superficies contaminadas por sus secreciones. Los trabajadores relacionados con el comercio internacional y los expuestos a personas infectadas, como los profesionales sanitarios y las tripulaciones de aviones y otros medios de transporte, constituyen otros grupos de alto riesgo.
Una investigación de la OMS, la FAO y la World Organisation for Animal Health (salud animal) identificó las siguientes enfermedades zoonóticas claves en Europa:
-Agentes zoonóticos con repercusión en la salud pública. Destacan el virus de la gripe aviar, patógenos resistentes a los medicamentos y las cepas más virulentas de la bacterias de transmisión alimentaria.
-Zoonosis con impacto actual y crecimiento potencial. Se encuentran las encefalopatías espongiformes (vacas locas), el virus Hanta, la rabia, el virus de orthopox, la encefalitis transmitida por garrapatas, la hepatitis E (porcinos), la enfermedad de Lyme, Rickettsia spp., tuberculosis (bovina / aviar), tularemia, Brucella melitensis, marina brucelosis, echinococcusmultilocularis, echinococcus granulosus, leishmaniosis, taenia solium, triquinelosis, baylisascaris ascaris (larva migrans), toxoplasmosis y criptosporidiosis / giardiasis.
-Agentes zoonóticos importados de fuera de Europa: la fiebre de Rift Valley, virus del dengue, virus del Nilo Occidental, virus alfa, la influenza pandémica, el SRAS, coronavirus, la viruela del simio, paratuberculosis, virus Borna, patógenos transmitidos a través de sangre y productos sanguíneos, patógenos de los ambientes marinos (Vibrio spp., la gripe A / B, el virus de Calici, Brucella spp., nematodos) etc. En definitiva, una lista que puede producir pavor.
Erradicada aparentemente en España (años 70), actualmente asistimos a la reactivación de la infección ocasionada por la transmisión de la bacteria Mycobacterium tuberculosis desde portadores enfermos a personas sanas cuando se produce el contacto durante el tiempo suficiente (entorno familiar, laboral, de ocio…).
El mayor riesgo de desarrollar la enfermedad lo tienen niños y ancianos y las personas con inmunodepresión, en especial los infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Es una enfermedad infecciosa que puede ser letal si no se diagnostica y trata.
Ningún país ha conseguido todavía erradicar esta patología, aunque el 80% de los nuevos casos, según la Organización Mundial de la Salud, se producen en 22 países –la mayoría del África subsahariana y Asia– y el 95% de las personas que fallecen por su causa viven en países en vías de desarrollo. En la actualidad no se dispone de una vacuna completamente eficaz, y la aparición de multi-resistencias a los fármacos que habitualmente se emplean en su tratamiento es uno de los principales retos a los que se enfrenta la medicina.
En Barcelona, en 2008 la incidencia de la enfermedad subió un 15% respecto al año anterior. Este dato está en consonancia con el alarmante incremento en otras ciudades europeas, como París y Londres, que llegan a cuadriplicar la incidencia barcelonesa (que es de 29 casos por 100.000 habitantes). La progresión de la enfermedad tiene que ver con sus cepas multi-resistentes, la duración del tratamiento, pero sobre todo, la pobreza y el descuido.
Zoonosis
Más de tres cuartos de las enfermedades humanas (emergentes o re-emergentes) en la actualidad son zoonosis, causadas por patógenos de animales o sus productos derivados. La mayoría de estas enfermedades emergentes pasan de reservorios de la vida salvaje a humanos tanto directamente como a través de animales domésticos. La aparición de estas zoonosis cada vez es más reconocida como un problema global con un potencial impacto grave en la salud humana, y una tendencia alcista.
Cuando aparece un virus contagioso, su diseminación global se considera inevitable y, con toda probabilidad, rápida. Las pandemias del último siglo rodearon el mundo en 6-9 meses, incluso en una época en que la mayoría de los viajes transcontinentales eran por barco. Actualmente, la estimación es que los virus emergentes pueden alcanzar todos los continentes en menos de tres meses. Por ejemplo, el SRAS se propagó rápidamente a 30 países, pese a no ser un virus muy infeccioso.
La combinación de factores provoca la aparición y propagación de zoonosis, entre éstos:
-La intensidad y volumen del transporte internacional de personas, animales y productos.
-La intensificación de la agricultura, así como nuevas prácticas en la cría de animales y producción alimentaria para satisfacer la demanda proteica del mercado.
-La demografía y el número creciente de personas con deficiencias inmunitarias a causa del envejecimiento poblacional.
-Factores ecológicos como el cambio climático, urbanización, uso (abuso) del territorio y deforestación, lo que incrementa el contacto entre humanos, animales domésticos y fauna salvaje, aumentando el riesgo de contagio animales-humanos.
-Factores relacionados con el agente causal de enfermedades, como el aumento de su virulencia y resistencia a los medicamentos, la adaptación a los nuevos vectores y huéspedes, así como la mutación y la recombinación en los seres humanos y otros animales después de la exposición a múltiples agentes patógenos (por ejemplo, los virus transmitidos por los alimentos o la gripe).
El cierre de fronteras y restricciones de la movilidad pueden retrasar pero no frenar la entrada de microorganismos en los países, pues ya sabemos que, por ejemplo, no es posible controlar las migraciones de las aves salvajes, que pueden ser portadoras transnacionales de los agentes patógenos.
Hasta la fecha, la investigación sobre riesgos biológicos en el ambiente de trabajo ha sido limitada, pudiendo afirmarse que ha estado bastante relajada la vigilancia de las infecciones y enfermedades de transmisión.
Medidas de control ambientales
La OMS aconseja mantener a los infecciosos en habitaciones cerradas, separadas del resto del hospital y con presión negativa respecto al espacio circundante de forma que el aire contaminado no escape de la habitación al resto del hospital.
La ventilación creará un flujo de aire unidireccional, evitando la recirculación del mismo (entrada y salida diferenciadas). Si es necesario, por motivos arquitectónicos, pueden emplearse sistemas cerrados de filtración y recirculación (con filtros HEPA).
Las habitaciones deben limpiarse por personal protegido con EPI, con agentes antivirales de amplio espectro y probada eficacia frente a los virus. La lencería utilizada debe eliminarse colocándola en contenedores de material biológico peligroso.
La gestión de los residuos y especialmente la ropa contaminada merecerían un capítulo aparte. En muchas ocasiones, es al quitarse la ropa y desecharla cuando se produce la infección, siendo además un foco posible de contaminación cruzada.
La lista de infecciones de alcance mundial incluye el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS), la gripe aviar y el ébola, sin olvidar la reaparición de otras enfermedades ‘clásicas’ como el cólera y la fiebre amarilla. La velocidad y el volumen del tráfico y el comercio internacionales posibilitan la expansión de los patógenos por todo el mundo. Ya en 2007, el Observatorio Europeo de Riesgos advertía sobre los riesgos biológicos emergentes y sus efectos en la población laboral de la UE, “especialmente –citaban- sobre los agricultores, el personal sanitario o a las personas que trabajan en sectores como el del tratamiento de residuos”. El informe también indicaba que “se conoce poco sobre estas amenazas, y en muchos lugares de trabajo los riesgos biológicos no se analizan ni se previenen adecuadamente”. Por ello, proponía “adoptar un enfoque global y multidisciplinario en relación con la salud y la seguridad en el trabajo, la salud pública, la protección medioambiental y la seguridad alimentaria”.
Epidemias globales
Con frecuencia, los riesgos biológicos han sido subestimados, y sólo los brotes más virulentos –y con repercusión mediática- generan alarma social y cierta reacción político-sanitaria (actual ‘crisis’ del ébola en España, a raíz de la infección de la enfermera del hospital Carlos III).
En el siglo XXI han aparecido nuevos microorganismos patógenos, toxinas que viajan en la economía globalizada (gran volumen de tráfico y comercio internacional). Dado que muchas de estas enfermedades son zoonosis (enfermedades transmitidas de los animales al ser humano), los trabajadores en situación de mayor riesgo son los que están en contacto con animales infectados, o con aerosoles, polvo o superficies contaminadas por sus secreciones. Los trabajadores relacionados con el comercio internacional y los expuestos a personas infectadas, como los profesionales sanitarios y las tripulaciones de aviones y otros medios de transporte, constituyen otros grupos de alto riesgo.
Una investigación de la OMS, la FAO y la World Organisation for Animal Health (salud animal) identificó las siguientes enfermedades zoonóticas claves en Europa:
-Agentes zoonóticos con repercusión en la salud pública. Destacan el virus de la gripe aviar, patógenos resistentes a los medicamentos y las cepas más virulentas de la bacterias de transmisión alimentaria.
-Zoonosis con impacto actual y crecimiento potencial. Se encuentran las encefalopatías espongiformes (vacas locas), el virus Hanta, la rabia, el virus de orthopox, la encefalitis transmitida por garrapatas, la hepatitis E (porcinos), la enfermedad de Lyme, Rickettsia spp., tuberculosis (bovina / aviar), tularemia, Brucella melitensis, marina brucelosis, echinococcusmultilocularis, echinococcus granulosus, leishmaniosis, taenia solium, triquinelosis, baylisascaris ascaris (larva migrans), toxoplasmosis y criptosporidiosis / giardiasis.
-Agentes zoonóticos importados de fuera de Europa: la fiebre de Rift Valley, virus del dengue, virus del Nilo Occidental, virus alfa, la influenza pandémica, el SRAS, coronavirus, la viruela del simio, paratuberculosis, virus Borna, patógenos transmitidos a través de sangre y productos sanguíneos, patógenos de los ambientes marinos (Vibrio spp., la gripe A / B, el virus de Calici, Brucella spp., nematodos) etc. En definitiva, una lista que puede producir pavor.
La alta densidad de población y la elevada movilidad (viajes, turismo, inmigración) contribuyen a la rápida expansión mundial de las zoonosis y otras enfermedades infecciosas, causando una mortandad anualEl mycobacterium tuberculosis campa por el orbe
Erradicada aparentemente en España (años 70), actualmente asistimos a la reactivación de la infección ocasionada por la transmisión de la bacteria Mycobacterium tuberculosis desde portadores enfermos a personas sanas cuando se produce el contacto durante el tiempo suficiente (entorno familiar, laboral, de ocio…).
El mayor riesgo de desarrollar la enfermedad lo tienen niños y ancianos y las personas con inmunodepresión, en especial los infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Es una enfermedad infecciosa que puede ser letal si no se diagnostica y trata.
Ningún país ha conseguido todavía erradicar esta patología, aunque el 80% de los nuevos casos, según la Organización Mundial de la Salud, se producen en 22 países –la mayoría del África subsahariana y Asia– y el 95% de las personas que fallecen por su causa viven en países en vías de desarrollo. En la actualidad no se dispone de una vacuna completamente eficaz, y la aparición de multi-resistencias a los fármacos que habitualmente se emplean en su tratamiento es uno de los principales retos a los que se enfrenta la medicina.
En Barcelona, en 2008 la incidencia de la enfermedad subió un 15% respecto al año anterior. Este dato está en consonancia con el alarmante incremento en otras ciudades europeas, como París y Londres, que llegan a cuadriplicar la incidencia barcelonesa (que es de 29 casos por 100.000 habitantes). La progresión de la enfermedad tiene que ver con sus cepas multi-resistentes, la duración del tratamiento, pero sobre todo, la pobreza y el descuido.
Zoonosis
Más de tres cuartos de las enfermedades humanas (emergentes o re-emergentes) en la actualidad son zoonosis, causadas por patógenos de animales o sus productos derivados. La mayoría de estas enfermedades emergentes pasan de reservorios de la vida salvaje a humanos tanto directamente como a través de animales domésticos. La aparición de estas zoonosis cada vez es más reconocida como un problema global con un potencial impacto grave en la salud humana, y una tendencia alcista.
Cuando aparece un virus contagioso, su diseminación global se considera inevitable y, con toda probabilidad, rápida. Las pandemias del último siglo rodearon el mundo en 6-9 meses, incluso en una época en que la mayoría de los viajes transcontinentales eran por barco. Actualmente, la estimación es que los virus emergentes pueden alcanzar todos los continentes en menos de tres meses. Por ejemplo, el SRAS se propagó rápidamente a 30 países, pese a no ser un virus muy infeccioso.
La combinación de factores provoca la aparición y propagación de zoonosis, entre éstos:
-La intensidad y volumen del transporte internacional de personas, animales y productos.
-La intensificación de la agricultura, así como nuevas prácticas en la cría de animales y producción alimentaria para satisfacer la demanda proteica del mercado.
-La demografía y el número creciente de personas con deficiencias inmunitarias a causa del envejecimiento poblacional.
-Factores ecológicos como el cambio climático, urbanización, uso (abuso) del territorio y deforestación, lo que incrementa el contacto entre humanos, animales domésticos y fauna salvaje, aumentando el riesgo de contagio animales-humanos.
-Factores relacionados con el agente causal de enfermedades, como el aumento de su virulencia y resistencia a los medicamentos, la adaptación a los nuevos vectores y huéspedes, así como la mutación y la recombinación en los seres humanos y otros animales después de la exposición a múltiples agentes patógenos (por ejemplo, los virus transmitidos por los alimentos o la gripe).
El cierre de fronteras y restricciones de la movilidad pueden retrasar pero no frenar la entrada de microorganismos en los países, pues ya sabemos que, por ejemplo, no es posible controlar las migraciones de las aves salvajes, que pueden ser portadoras transnacionales de los agentes patógenos.
Hasta la fecha, la investigación sobre riesgos biológicos en el ambiente de trabajo ha sido limitada, pudiendo afirmarse que ha estado bastante relajada la vigilancia de las infecciones y enfermedades de transmisión.
Medidas de control ambientales
La OMS aconseja mantener a los infecciosos en habitaciones cerradas, separadas del resto del hospital y con presión negativa respecto al espacio circundante de forma que el aire contaminado no escape de la habitación al resto del hospital.
La ventilación creará un flujo de aire unidireccional, evitando la recirculación del mismo (entrada y salida diferenciadas). Si es necesario, por motivos arquitectónicos, pueden emplearse sistemas cerrados de filtración y recirculación (con filtros HEPA).
Las habitaciones deben limpiarse por personal protegido con EPI, con agentes antivirales de amplio espectro y probada eficacia frente a los virus. La lencería utilizada debe eliminarse colocándola en contenedores de material biológico peligroso.
La gestión de los residuos y especialmente la ropa contaminada merecerían un capítulo aparte. En muchas ocasiones, es al quitarse la ropa y desecharla cuando se produce la infección, siendo además un foco posible de contaminación cruzada.