Ahondemos en esa ‘jungla’ semi-controlada que es la empresa a través del conocimiento de
sus moradores.
Cómo avistar a ‘pelotas’ y ‘trepas’
En el ámbito laboral siempre encontramos
personas (‘pelotas’, ‘trepas’, en
términos coloquiales) cuya mayor habilidad es emplear estrategias sutiles (o burdas), basadas en la adulación, para
medrar y ganar poder, reconocimiento o
recompensa. El pensador François de
La Rochefoucauld debió conocer de algún ‘pelota’, por lo que decía que “la adulación es una moneda falsa que
tiene curso gracias sólo a nuestra vanidad”. Los ‘pelotas’ tienen éxito con
jefes inseguros o que necesitan auto-afirmación. Pelotear
renta: un estudio de la Universidad de Georgetown dice que el 92% de los empleados son promocionados
en las grandes corporaciones gracias al favoritismo
de algún superior.
No obstante, el ‘oficio de pelota’ es peligroso, pues
no faltarán los complots para
desbancarlo o hacerle caer en desgracia, ya que los compañeros temen que acabe
ocupando una posición que les correspondería a ellos. Del mismo modo, cuando
llega el desastre, los pelotas son los
primeros en ser despedidos sin que les den las gracias, como hizo John F.
Kennedy en una crisis de gobierno.
Séniors? Sí, gracias
Sin duda, los millennials y sus sucesores, Generación Z, o post-millennials, son
el futuro. Sin embargo, para
matizar, diremos que no son el ‘futuro perfecto’; más bien entrañan un ‘futuro
imperfecto’ (que muchas veces se reduce a poco más que la nada cuando falta
internet, Siri, asistente virtual, o la aplicación x). Hoy Freddy Mercury incluso cambiaría
una estrofa de su ‘Too much love’ para decir “Too much technology… will kill you
in the end”.
Mi intención no es alegar contra la tecnología ni los millennials,
pues ambos son necesarios, sino reivindicar
el talento sénior (mayores de 55), que es imprescindible para la supervivencia de la empresa. Además, la tecnología no es privativa de los más
jóvenes: la generación del baby-boom
(esos ‘abuelones’ que afrontan la edad de jubilación actualmente, lleva
justamente 3 décadas subida al tren de
la tecnología. ¿Quién domina más, un nativo
digital o un pionero digital de
los tiempos heroicos del MS-DOS,
cuando había que conocer una sintaxis
inflexible para ‘hablarle’ a los equipos de hardware? ¿Cómo se manejaría
hoy un millennial con aquella sintaxis
pre-windows, tecleando órdenes de sistema operativo en monitores
mono-cromo? ¿Admitiría el Sistema Operativo las abreviaturas, esa costumbre tan extendida entre los más jóvenes que
consiste en descuartizar las palabras
para ganar velocidad?
Este post ha acabado convirtiéndose en una reivindicación del talento sénior, que –muchas veces- es descartado por CEOs, RRHH y miopes ‘Head-Hunters’
Los mayores de 55 años conocen la etapa pre-windows… En cambio,
los jóvenes sólo la post-windows, android, etc. Por tanto, hay más riqueza y background en un mayor…, que
ha participado de lo antiguo, y
sigue participando de lo nuevo.
En definitiva, no es
prudente descartar a una persona a priori y exclusivamente porque tiene 55 o
más años. Después está la cuestión demográfica. Mientras el grupo de edad que rebasa los 55 años
ha crecido un 19,8% en la última
década en España, el de jóvenes de 16 a
29 años ha caído un 20,7% desde 2008. Los ostensibles cambios demográficos aventuran situaciones inesperadas. El envejecimiento de la población activa
(española y europea) es imparable,
como se ha constatado en la jornada ‘Ageing, el tsunami que nos viene’,
organizada por la consultora de RRHH, PoepleMatters, a principios de junio
2019. Los problemas para el mercado laboral son acuciantes al
tiempo que las empresas se ven forzadas a gestionar plantillas envejecidas por
la falta de relevo generacional. Las
personas de más de 55 años, que suponían menos de un tercio de la población
adulta hace diez años, ya son en la actualidad el 37,7% (14,6 millones de los
38,8 millones que conforman la población adulta española). Y es que se está alargando la vida laboral del grupo de los
séniors, circunstancia que no es
mala, sino positiva para la
empresa.
Para explicar el
fenómeno, Alfonso Jiménez, socio director de PeopleMatters, dice que “tenemos
que acostumbrarnos a ver muchas canas (o calvas) en
las empresas, pero parece que éstas aún no lo han asumido. No hay tantos jóvenes para seguir el ritmo
de fichajes y jubilaciones de otros momentos. Ahora es la población del ‘baby boom’ la que está llegando a la
edad de la jubilación, siendo una
generación con experiencia y que
tiene que ser productiva durante, al
menos, 15 años más. Se impone buscar un equilibrio: profesionales con mucho que aportar y empresas que
entienden cómo pueden cuidarles”.
Así que las empresas con ‘best practices’ han
captado que los mayores de 55 años
aportan valores necesarios, y que cuidar, atraer y retener el talento sénior es
condición de su propia supervivencia.
Y sí –aunque no era mi
intención- este post ha acabado convirtiéndose en una reivindicación del talento sénior, un talento que –muchas veces- es
descartado por CEOs, RRHH y miopes ‘Head-Hunters’ –especialmente los de la
generación millennial- por falsos
prejuicios, desconocimiento o, incluso, miedo.
Así, puestos a ofrecer algún consejo
final, recomendamos el ojo avizor: es vital catalogar debidamente a las especies de la ‘fauna’ empresarial, de
modo que no sobrevaloremos y tampoco
denostemos. La valía personal de
un trabajador está siempre por encima de la edad y las ficciones
engañosas, algo que el buen líder debe tener muy bien interiorizado, si
quiere aprovechar el talento en extinción al tiempo que hace justicia.
Este artículo integra varias noticias elaboradas para Mape Seguridad Laboral
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