Sabemos por experiencia que todo cambia, nada es permanente. Los humanos hemos convivido desde
la noche de los tiempos con ambientes
hostiles, debiendo sortear una suerte de ‘arenas movedizas’ en nuestro
entorno físico y temporal. Ya lo formuló en la antigüedad Heráclito de Éfeso con su ‘todo
fluye’ (Πάντα ῥεῖ). Y, en nuestros días, la post-modernidad habla de la ‘realidad líquida’, un contexto voluble y cambiante que
cursa con situaciones V.U.C.A.
Ante la realidad que fluye y cambia, la innovación (renovación, transformación) es la mejor estrategia adaptativa. Porque ¿qué sentido tiene permanecer inmutable en un entorno en continua evolución?
El significado de VUCA
La sigla VUCA
surge de la agrupación de las iniciales de las palabras inglesas Volatile + Uncertainty + Complexity +
Ambiguity, que explicitan la realidad de un mundo que es volátil, incierto, imprevisible, complejo y
difícil de interpretar.
No hay duda de que vivimos instalados en el cambio. En 20 años desaparecerá la
mitad de los empleos actuales. Estamos ante un nuevo escenario que requiere nuevo
talento, y donde las capacidades que poseemos actualmente han perdido
valor. Ante un futuro que, pese a ser incierto, resulta motivador, debemos
concentrarnos en un valor imperecedero:
el talento de las personas. Los departamentos de Recursos Humanos tienen
ante sí el reto de captar el talento y
fidelizarlo, dejar de gestionar la mediocridad y sustituyéndola por la
excelencia.
Evitar las arenas movedizas del mundo VUCA exige decidir, y hacerlo rápido. Son peores
las decisiones que no se toman que
las decisiones erróneas. Además, no se puede perder tiempo, aseguran aquéllos
del ‘equivócate, pero rápido’. Así,
para enfrentarse a la volatilidad
(volatility), hay que gozar de una visión
clara de la organización, especialmente de sus objetivos y valores. Ante la incertidumbre (uncertainty), hay que
explotar el entendimiento: conocer
en profundidad las estrategias que la empresa es capaz de llevar a cabo. Frente
a situaciones complejas
(complexity), debemos saber actuar con claridad.
El liderazgo en un entorno VUCA se caracteriza por la valentía a la hora de
afrontar los desafíos. Y, finalmente, ante la ambigüedad (ambiguity), optaremos por la agilidad, pues en medios cambiantes, la flexibilidad es clave para el afrontamiento
con garantías de éxito.
VUCA también entraña
oportunidad
Según el economista estadounidense, Frank Knight, la incertidumbre es parte necesaria de la actividad
empresarial, ya que ayuda a generar beneficios.
En un entorno VUCA, la competencia aumenta y existen más posibilidades de
diferenciarse, siempre que se actúe con rapidez
a la hora de identificar las
oportunidades que ofrecen los cambios. Knight coincide con lo ya dicho de
que las organizaciones deben tomar decisiones
de una forma rápida que permita
anticipar los riesgos y gestionarlos con eficiencia.
Evitar las arenas movedizas del mundo VUCA exige decidir, y hacerlo rápido. Son peores las decisiones que no se toman que las decisiones erróneas
Por tanto, el entorno VUCA necesita de líderes y talento adaptables,
capaces de hacer frente las condiciones inestables del mercado. La capacidad de adaptación es, pues, la
mejor estrategia. Porque no tiene
sentido permanecer inmutable en un entorno en continua evolución. Se
necesita una planificación estratégica que
contemple, por ejemplo:
-Definición de la
dirección a medio/largo plazo. Establecer el posicionamiento deseado (en
otras palabras, definir nuestro mercado y cómo queremos ser percibidos).
-Conocer las
tendencias del mercado. La alta competencia y la inestabilidad del mercado
requieren olfato, innovación radical y respuestas ágiles. La rapidez en la toma
de decisiones es una ventaja competitiva de gran valor. En muchas ocasiones, la
anticipación nos dará esa ventaja competitiva.
-Ajuste mutuo entre
empresa y entorno. Adecuar la organización a los nuevos retos y desafíos.
Saber con quién vamos a competir. Nuestros principales competidores llegarán
desde otras industrias, no necesariamente desde nuestro mismo sector.
-Identificar nuevas
tendencias empresariales y aprender de la innovación de otros sectores
mediante el análisis de casos prácticos. La prospectiva estratégica resultará
de gran utilidad.
-Identificar, generar
y priorizar nuevas oportunidades de negocio. En el conocido análisis DAFO
(debilidades-fortalezas) deberemos gestionar los cuatro cuadrantes, pero una
organización deberá focalizarse especialmente cuando relacione sus fortalezas
(F) con las oportunidades (O).
-Identificar y potenciar las nuevas competencias necesarias. En un nuevo entorno necesitaremos nuevos talentos.
-Identificar y potenciar las nuevas competencias necesarias. En un nuevo entorno necesitaremos nuevos talentos.
-Hacer que la empresa
sea más competitiva de forma sostenible. Buscar la diferenciación. Si una
organización considera que diferenciarse es costoso, que valore el coste de no
diferenciarse.
-Identificar y
gestionar los riesgos. Contar con un mapa de riesgos como herramienta de
control y previsión. En muchas ocasiones, las organizaciones empiezan su
declive antes de que los resultados económicos lo digan. Banalizando este
aspecto, los resultados económicos nos hablan del pasado, y para poder “prever”
el futuro necesitaremos estar alerta con otros indicadores. Parafraseando a
Jorge Luis Borges: “El futuro no es lo
que va a pasar, es lo que nosotros vamos a hacer”. El futuro de una
organización depende muchísimo más de sus propias decisiones que del entorno. No decidir –volvemos a insistir- es el peor factor limitante para
afrontar la amenaza (no exenta de oportunidad) del mundo VUCA. Yo sigo la máxima citada del ‘equivócate, pero hazlo rápido’. ¿Y tú?
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