Mucho se ha escrito del pueblo siberiano de Muslyumovo. Se le considera el lugar
más contaminado del planeta, o el segundo Chernobil. No podemos cerrar esta
tanda de esperpentos nucleares sin aportar algunos datos para la reflexión.
A simple vista, Muslyumovo es un lugar recóndito e ignoto de apariencia idílica. Nada más lejos de
la realidad. Se encuentra junto al río
Techa, que le da la vida, y le administra simultáneamente la muerte. El río
transporta la letal carga radiactiva que, durante décadas, ha liberado la central de Mayak, kilómetros arriba en
el curso fluvial.
El planeta y nuestros
hijos, y viceversa
Probablemente, el mayor peligro de la energía atómica no sea
la propia energía, sino el ser humano y su actitud. Como única reflexión
planteamos una pregunta doble: ¿Qué
planeta vamos a dejar a nuestros hijos? ¿Qué hijos vamos a dejar a nuestro
planeta? Probablemente la ecología clásica sólo se plantea la primera pregunta,
cuya solución no es fácil. En cualquier caso, si queremos un planeta sano y una
explotación sostenible del mismo, tenemos que empezar a cambiar la mentalidad
de las generaciones emergentes. Hemos de formar adecuadamente a los hijos que
dejaremos a nuestro planeta para que lo cuiden. Dicho de otro modo, dejemos de preocuparnos por el planeta y
ocupémonos de la educación de quienes lo gestionarán. Si prende la llama
del sentido común y la sostenibilidad, evitaremos la repetición de errores que
ya forman parte inevitable de la historia reciente.
Necesitamos que cunda el ejemplo de Ramzis
Fayzullin. Por la exposición de sus progenitores, nació con
hidrocefalia y graves problemas de salud. Su proclama quedó recogida en el
slogan “Por favor, piensen en el futuro”.
Ramzis ha sido una víctima de la
insostenibilidad. Los responsables de su desgracia no deben ser ajenos a la
queja de este joven. “Yo quiero ser como
los demás. No quiero hijos como yo”, reclamaba entristecido cuando sus
compañeros se burlaban de su aspecto, y las chicas le rehuían.
Si prende la llama del sentido común y la sostenibilidad, evitaremos la repetición de errores que ya forman parte inevitable de la historia reciente. Necesitamos que cunda el ejemplo de Ramzis Fayzullin
Siniestra cronología
-En la década de los 40 se construyó la central de Mayak,
que suministró el plutonio para las primeras bombas atómicas soviéticas, e
inauguró el vertido de residuos radiactivos en el río Techa. La zona se
convertiría además en un cementerio de residuos nucleares importados.
-En 1957, la explosión de un tanque de residuos contaminó un
área poblada por 1,5 millones de personas. Fue el accidente más grave antes de
Chernobil.
-Diez años después (1967) una sequía dejó al descubierto el
polvo radiactivo depositado en un lago cercano a Mayak.
-En la década de los noventa la población empieza a conocer
lo que se les ocultó durante más de cuatro décadas, y que explicaba la letanía
de muerte y destrucción en forma de “enfermedades especiales”, según un
eufemismo de las autoridades. No por ello se puso en marcha un modelo de
gestión responsable.
-Entre 2001 y 2004 hasta 40 millones de metros cúbicos de
lodo radioactivo terminaron en el vertedero radiactivo que es el río Techa. Aún
hoy, en su lecho, la radiación supera 1.000 veces los valores considerados como
normales. Los lugareños siguen viviendo
–y muriendo- en un río cloaca, que antaño fuera fuente de vida para Muslyumovo.
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