Nuestro cuerpo, que es homeotermo
(temperatura estable), necesita un sistema de regulación para mantener la
temperatura dentro de unos márgenes muy reducidos. La comodidad térmica (ISO 7730) se definiría como una ‘condición mental que expresa satisfacción’.
Fisiológicamente, la comodidad obedece a la ecuación: M – W ± R ± C ± RES – E = 0. Si el resultado de la
ecuación no es igual a cero, nuestro cuerpo trabaja para cambiar el parámetro.
La situación de no equilibrio se traduce en disconfort térmico.
El INSHT nos recuerda que el exceso
de calor corporal puede provocar un aumento de la “probabilidad de que se
produzcan accidentes de trabajo, se
agraven dolencias previas (enfermedades cardiovasculares, respiratorias,
renales, cutáneas, diabetes, etc.), se produzcan las llamadas enfermedades
relacionadas con el calor”.
Calor y seguridad
laboral
La seguridad frente al calor depende de la temperatura ambiental, pero también de la corporal. De hecho, la
principal fuente de calor para el organismo es, con diferencia, la producción
de calor metabólico. Entre el 75 y
el 80% de la energía desarrollada con el trabajo muscular se libera en forma de
calor. Para enfriar el cuerpo tenemos
que sudar, y para sudar hay que beber agua. Si falla este parámetro
(hidratación) incurriremos sin remedio en los problemas asociados de estrés por
calor, que deberemos solucionar para evitar males mayores a nuestra salud.
Al trabajar podemos perder grandes cantidades de sudor (más de dos
litros/hora durante varias horas). Incluso una
pérdida de sudor de tan sólo el 1% del peso corporal (60-80 cl) afecta
considerablemente al rendimiento laboral, lo que se manifiesta en un
aumento de la frecuencia cardíaca (aumenta unos cinco latidos por minuto por
cada 1% de pérdida de agua corporal).
Cualquier distorsión de los mecanismos fisiológicos de termólisis para mantener estable la temperatura corporal conduce al peligroso estrés térmico
Uno de los desequilibrios más
frecuentes que sobrevendrá en caso de ejercicio elevado (agravado por el
factor temperatura/humedad ambiental) será la deshidratación. Una deshidratación severa puede producir agotamiento por calor y colapso
circulatorio. Además de la pérdida hídrica, la sudoración supone una pérdida de electrolitos, principalmente
sodio (Na+) y cloro (Cl–), y en menor medida, magnesio (Mg++), potasio (K+) y
otros. Si se ha excretado gran cantidad de sudor y la reposición ha sido
simplemente con agua, puede que el contenido de cloruro sódico del organismo
sea bajo, lo que causa calambres por
una alteración del funcionamiento de los nervios y los músculos. Esta
problemática suele ser especialmente acuciante con tiempo cálido (olas de calor
como la actual) para trabajadores que ejecutan su actividad a la intemperie
(obreros de la construcción, obras públicas, trabajadores del campo, etc.).
-Síncope por
calor. Es una pérdida temporal de conocimiento por la reducción del riego
cerebral.
-Edema por calor. Se manifiesta con
hinchazón de manos y pies, y pueden sufrirlo personas no aclimatadas expuestas
a un ambiente caluroso.
-Calambres por
calor. Pueden aparecer tras una intensa sudoración. Son dolorosos espasmos que
afectan a las extremidades y los músculos abdominales.
-Agotamiento por
calor. Es el trastorno más común. Se produce por deshidratación severa tras
perderse una gran cantidad de sudor a consecuencia de un esfuerzo físico
prolongado.
-Golpe de calor. Es el más grave
de los trastornos del calor, convirtiéndose en una urgencia médica grave que
puede provocar la muerte. Su complejo cuadro clínico viene caracterizado por
una hipertermia (temperatura elevada)
incontrolada que causa lesiones en los tejidos. La carga térmica puede desembocar en un fallo del Sistema
Nervioso Central, con lo que nuestro mecanismo de regulación térmica deja de
funcionar. El resultado es fatal en
minutos (elevación de la temperatura corporal por encima de los 40º C) caso
de no producirse una intervención rápida.
No acabaremos sin citar de pasada la radiación solar. Prevenir sus efectos nocivos implica evitarla en la medida de lo posible,
además de proteger el cuerpo con ropa de
trabajo adecuada o cremas solares, y usar gafas de sol para evitar daños
oculares (retina).
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