Tenemos al minero como el paradigma del trabajador en el límite de lo
humano, pero hay muchos otros trabajos, que sin parecerlo, se equiparan en
dureza al del minero. Entre los muchos oficios en que el padecimiento laboral
no está claramente reconocido nos referiremos en esta ocasión a las encajadoras
de fruta y, por ser la estación, a las encajadoras de naranjas.
Si los valencianos contaran con un
“Víctor Manuel” local tal vez cantarían algo así: “La abuela fue encajadora, allá en la cooperativa / Y encajando
sazonadas frutas / se dejó la vida”. Naranjas, sudor y miedo forman parte
de la realidad cotidiana de los almacenes horto-frutícolas valencianos y
españoles.
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