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viernes, 27 de diciembre de 2013

“Liquidador”, mucho más que un término coloquial

La palabra liquidador apareció como un término coloquial. Sin embargo, pronto adquirió contenido, siendo la palabra exacta que aparece grabada en las medallas soviéticas y distintivos que se entregaron al personal involucrado en la liquidación del desastre. Cabe decir que fue un personal heterogéneo. Este post abundará en el alcance que debe dársele a la denominación ‘liquidador’ a partir del recuento -no exhaustivo- de los oficios que intervinieron en la infernal liquidación de Chernobil y sus efectos colaterales.

Emergencia nuclear… todos a una
La gestión de la emergencia nuclear de Chernobil involucró a muchos oficios con diferentes niveles de responsabilidad. Los primeros que debieron enfrentarse a la realidad sin una consciencia clara de la gravedad y el calado del accidente fueron los técnicos que trabajaban en los reactores, al mando de Anatoly Dyatlov.
Cuando hubo constancia de que la catástrofe era inminente e imparable, el personal de la planta fue secundado por los bomberos y por los cuerpos de defensa civil de las Fuerzas Armadas Soviéticas, que trabajaron intensamente en la retirada de materiales contaminantes y la desactivación del propio reactor.
Colaboraron asimismo las brigadas internas y la policía, encargándose de la seguridad, el control de los accesos y la evacuación de la población civil de los núcleos poblados más cercanos a la central (Prypiat es desde entonces una ciudad fantasma).


Del mismo modo, la fuerza aérea y la aviación civil soviética también pusieron su granito de arena ejecutando críticas operaciones de vuelo con helicópteros, transporte y monitorizado de la contaminación radiactiva.
La emergencia también atrajo a numerosos civiles con formación científica, ingenieros y trabajadores industriales y de la construcción. Los transportistas hicieron asimismo su trabajo aportando suministros y facilitando la movilidad del personal, además de hacer posible la evacuación en tiempo récord de Prypiat que, en el momento del accidente, albergaba una población en torno a las 50.000 habitantes.
Un equipo de mineros del carbón construyó una enorme barrera para proteger de la contaminación al acuífero situado debajo del reactor siniestrado.
Finalmente, intervinieron en el caos nuclear de Chernobil los profesionales de los medios de comunicación, que ofrecieron información sobre el terreno; o los fotógrafos que tomaron instantáneas de aquel teatro de operaciones dantesco y de los propios liquidadores efectuando sus peligrosas operaciones.
La tasa de carcinogenicidad de los liquidadores se estimó como cuatro veces superior a la del resto de la población. El goteo de muertes, imparable.
Daños y víctimas colaterales
En las casas del área de exclusión intervinieron los sanitarios –civiles y militares- ayudados por legiones de limpiadoras, cuya misión fue eliminar los alimentos dejados en las casas evacuadas para impedir un brote infeccioso de proporciones nunca vistas. Un detalle que no es intrascendente fue la necesidad de que unas escuadrillas se concentrasen en la liquidación de todos los animales domésticos, dejados atrás en los hogares abandonados de prisa y corriendo durante un éxodo siniestro. 

“Nunca mais”
La lección de la catástrofe impulsa a la sociedad occidental a proclamar un ‘Nunca mais’, agradeciendo a los liquidadores su sacrificio. Fueron miles de trabajadores heroicos y anónimos, y unos pocos que escaparon al anonimato. Entre éstos, el lugarteniente Volodymyr Pravik, jefe de una brigada de bomberos, ha sido uno de los liquidadores más conocidos, además de víctima inmediata del desastre.
Más suerte tuvo Anatoly Stepanovich Dyatlov, técnico nuclear que supervisaba el test del reactor 4 el día del fatídico accidente. Se le acusó de “mala gestión criminal de empresa potencialmente explosiva” y fue sentenciado a 10 años de cárcel, de los que cumplió sólo 5. Escribió el libro “Chernobil. Cómo ocurrió” en el que proclama que las deficiencias de diseño de la planta, las condiciones de mantenimiento, junto con una tecnología obsoleta, fueron los principales causantes del accidente por encima de los fallos humanos del personal. Dyatlov recibió una dosis de radiación de 550 rem (5,5 sievert). Murió de un fallo cardíaco en 1995.

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