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martes, 22 de enero de 2019

Cómo dejar en el trabajo la ‘mochila emocional’

La desconexión del trabajo al concluir la jornada es necesaria para la calidad de vida. Dependiendo de factores individuales, los trabajadores están sujetos en mayor o menor medida a prolongar el estrés del trabajo fuera de su horario laboral. En términos coloquiales, diríamos que son personas que se llevan la ‘mochila’ a casa, y en esa mochila metafórica hay una carga nociva de basura emocional. Otros, en cambio, vivimos comúnmente bombardeados por el discurso cansino del ‘yo interior’ que nos agota llevándonos por un bucle de pensamientos que, en el mejor de los casos, sólo conduce a la carga mental; en otros, al pesimismo, escepticismo, negatividad…

 Un artículo no puede solucionar problemas de estrés-ansiedad que requieren intervenciones metódicas y crónicas, pero sí divulgar algunos consejos, publicados en la Harvard Business Review, para dejar el estrés del trabajo encerrado en la taquilla, al menos hasta la siguiente jornada, o para poner fin a pensamientos que nos toman como rehén. De no hacerlo, las consecuencias se cebarán con nosotros y nuestro entorno (familia-amigos).

Estrés a raya
El estrés es un síntoma. Por tanto, habrá que intervenir en sus causas con patrones de comportamiento saludables, por ejemplo:
-Asociar el trabajo a determinados momentos y lugares, y no permitir que se rebasen esos límites. Diversos estudios muestran que aproximadamente un 50% de las personas llevan trabajo a sus casas y que la incidencia de interferencias entre el trabajo y la vida es mayor entre aquéllos que tienen empleos con más autoridad y presión. Es obvio que si el trabajo permea el hogar o ámbito privado, también lo harán las tensiones asociadas al entorno laboral.
Para las personas que trabajan en su casa (teletrabajadores) es fundamental que destierren el hábito de usar el portátil en el sofá, o en la cama. Para poder desconectar, la persona debe trabajar en un espacio determinado. Así, cuando salga de su espacio de trabajo, entrará automáticamente en un contexto mental que no es el laboral.
-Poner fin al abuso de dispositivos móviles. Estos dispositivos son auténticos ladrones de tiempo que, por otra parte, generan presión y estrés, al tiempo que dificultan la desconexión. Los estudios indican que un usuario medio puede revisar su teléfono más de cuarenta veces al día, y llegar a pasar casi cinco horas diarias usando dispositivos móviles. De ahí que un 30% de los usuarios considere a sus teléfonos inteligentes como una “cadena” a la que están unidos por una relación harto contradictoria de amor-odio.
Es conveniente contar con móviles diferentes para el trabajo y el uso personal, dejando el teléfono de empresa apartado (incluso apagado) las noches y los fines de semana. Igualmente, los expertos recomiendan no mirar el correo electrónico de trabajo dos horas antes de irse a dormir.
-Contar con una red social de apoyo. Está comprobado que el no sentirse solo cursa con niveles de estrés más bajos, pues la persona ve aumentada su capacidad de afrontar los problemas, al tiempo que crece su autonomía y, con ello, la autoestima y la perspectiva vital.
Los dispositivos móviles son auténticos ladrones de tiempo que, por otra parte, generan presión y estrés, al tiempo que dificultan la desconexión
 -Crearse un hábito de fin de trabajo. El primer hábito será establecer un horario improrrogable. Así, concluida la jornada laboral, se abre la posibilidad de establecer rutinas de ocio: ir al gimnasio, hacer ‘running’, meditar, practicar teatro amateur, bricolaje, o ese sinfín de cosas que nos divierten y, por tanto, nos sumergen en un contexto diferente del habitual. Lo que no ayuda es salir del trabajo para correr a hacer las tareas domésticas (doble jornada o doble presencia). Por ello, el texto de Harvard Business Review recomienda “crear un tercer espacio”, que significa que “ninguna persona corre de responsabilidad en responsabilidad sin respirar”.

Síndrome de la vida acelerada
Todos tenemos prisa y, aunque ésta no siempre esté justificada, lo cierto es que lo vivimos con irritabilidad, enojo, nerviosismo y ansiedad. Hay terapias de choque contundentes para ayudarnos a “bajar de vueltas” en los momentos pico. Una de ellas es un ejercicio físico (intenso pero de corta duración). La experta en estrés, Kathleen Hall, recomienda tener una cuerda en la oficina y saltar. Otros pueden preferir hacer flexiones para desestresarse. El ejercicio mejora la oxigenación, precursora de la liberación de endorfinas. Otros especialistas sugieren los estiramientos de yoga (5 segundos) que pueden hacerse incluso estando sentados en la silla de la oficina; o concentrarse en la respiración (haciendo inspiraciones profundas); visualizar mentalmente imágenes agradables (los límites los pone la imaginación); relajarse inhalando extractos naturales (aromaterapia).

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