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lunes, 31 de diciembre de 2018

Trabajar de noche perjudica seriamente la salud


No dejan de aparecer estudios con nuevas evidencias sobre la nocividad del trabajo nocturno. Paradójicamente, este problema de salud laboral afecta con especial saña a los profesionales del sector sanitario. Un estudio de la American Journal of Preventive Medicine, efectuado sobre 75.000 enfermeras a lo largo de 22 años, viene a concluir que el trabajo nocturno tiene consecuencias devastadoras para la salud. Simplemente trabajar con turnos variables, que incluyan más de tres jornadas en el turno de noche al mes, ya es perjudicial para la salud.

Datos concluyentes
Por término medio, las enfermeras del Servicio Madrileño de Salud (SERMAS) trabajan 5 noches al mes. Ello, según el citado estudio, provocaría una mayor mortalidad asociada al trabajo en turno de noche, cuya tasa sería hasta un 11% más alta, si la situación se prolonga durante 5 años. Lo normal es que estos profesionales (médicos y enfermeros/as) se inicien en el desempeño de sus carreras profesionales con turnos de noche y guardias agotadoras, aspectos que evidencian no sólo una mala organización del trabajo, sino una escasa coherencia del sistema laboral y sanitario con la preservación de la salud, que es algo mucho más extenso y complejo que la mera ausencia de enfermedad.


El personal de enfermería del turno de noche sufre una ratio muy elevada de cáncer (prevalencia en torno al 9%), enfermedades coronarias y úlceras gastrointestinales. La depresión hace mella en el 12% de los profesionales, por encima de la media de la población española. Otras enfermedades asociadas –sin hacer una lista exhaustiva- son alteraciones circulatorias (especialmente varices), alergias, hemorroides, esguinces, ansiedad, migrañas, epilepsia, etc. Y no se puede olvidar el aumento del número de accidentes de trabajo y de la gravedad de los mismos.
Para conocer mejor las consecuencias del trabajo nocturno en los profesionales de enfermería, SATSE Madrid (sindicato sectorial) está desarrollando un amplio estudio sobre este tema.

Dormir no es un lujo, sino una función fisiológica vital y diaria. Una noche entera sin dormir equivale al deterioro de un nivel de alcohol en sangre de 0,19

Siniestralidad laboral
Dependiendo de factores individuales, conducir un vehículo de vuelta a casa después de una guardia médica o un turno de noche multiplica el riesgo de forma peligrosa. Según Christopher Drake, científico del sueño del Hospital Henry Ford, “cuatro horas de sueño (la mitad de lo que se considera normal) “producen un deterioro similar a beber seis cervezas”. “Una noche entera sin dormir equivale al deterioro de un nivel de alcohol en sangre de 0,19”, advierte Drake.
El mayor número de accidentes laborales entre el colectivo sanitario se produce entre las 24 y las 6 horas, debido a la falta de atención y la disminución del estado de alerta que provoca la fase correspondiente del ritmo circadiano.
Javier Albares, médico especialista del sueño y neuro-fisiólogo clínico es concluyente al precisar que “la fatiga/somnolencia están detrás del 20% de los accidentes. La conducción con somnolencia multiplica el riesgo por ocho. El problema se agrava en conducción de largas distancias y trayectos monótonos. El principal trastorno del sueño es que los trabajadores españoles (por motivos diversos, entre ellos el horario, que no se corresponde con nuestro huso geográfico) estamos crónicamente privados de sueño. Dormimos una hora menos que otros europeos. Es errónea la creencia de que el sueño es un lujo. El sueño perdido no se recupera, y dormir poco merma nuestra capacidad de alerta, lo que supone mayor riesgo de accidente en general y al volante en particular. Hemos de recuperar la consciencia de que el sueño es una función fisiológica vital diaria, y que un adulto necesita dormir entre 7-8 horas”.

Dormir es un placer
El sueño es una actividad placentera y, contra lo que pudiera pensarse, no es pasiva ni ociosa, ya que el cerebro sigue trabajando toda la noche, aunque con otro ritmo y objetivos. El sueño está asociado con funciones inmunes, endocrinas, de aprendizaje y memoria. El ser humano está diseñado para vivir de día y dormir de noche. Toda inversión de los requisitos cursa con desajustes, como demuestran todos los estudios.
El sueño (ajustado al ritmo circadiano) asegura el bienestar emocional y potencia nuestra creatividad. Ayuda a consolidar los nuevos registros de la memoria y a actualizar los antiguos, además de crear nuevas conexiones neuronales. La privación del sueño (en el caso del sector sanitario, por motivos laborales) incrementa la actividad de los genes responsables del estrés y la muerte celular.
El uso de dopantes, tentación muy al alcance de la mano para personal médico-sanitario, sería la peor de las opciones para quienes viven crónicamente mal dormidos. Las sustancias dopantes podrían ser percibidas como la ‘solución’ a problemas organizativos o de gestión dentro de la organización, convirtiéndose en una alternativa a las medidas preventivas y la gestión adecuada de las medidas correctoras, por ejemplo, readaptar los horarios, adecuación de las pausas de descanso o la formación de los trabajadores por turnos para que gestionen los ritmos circadianos.

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