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lunes, 19 de diciembre de 2016

Robots colaboradores, ayudantes incansables

Cada día es más frecuente la expresión ‘fabricación 4.0’, entendida como la cuarta revolución industrial, que avanza de la mano de la digitalización y la robótica. La fabricación experimenta así un cambio sin precedentes, que tiene interesantes consecuencias en el campo laboral e industrial.

Hubo una época en que la automatización fue el medio para reemplazar a los trabajadores. Actualmente los fabricantes (mayoritariamente constructores de automóviles) usan la robótica para reforzar su fuerza laboral, permitiendo que los trabajadores sean más eficientes, al tiempo que ven reducida su carga física. El uso de robots (muchas veces, humanoides) que colaboran con los trabajadores constituye la última manifestación de un panorama industrial en efervescencia y transformación. ¿Qué objetivo se persigue con esta legión emergente de máquinas trabajadoras?

El uso de robots humanoides que colaboran con los trabajadores constituye la última manifestación de un panorama industrial en efervescencia y transformación

Evitar lesiones
Las aplicaciones industriales que están empleando robots actualmente se caracterizan por la ejecución de tareas repetitivas que pueden suponer sobrecarga no sólo física sino también mental. Los ergónomos y prevencionistas han constatado desde hace décadas la prevalencia de las lesiones músculo-esqueléticas en los empleos industriales. La Comisión Europea considera los TME como un problema de salud pública, ya que sobre el 50% de la población europea declara dolores músculo-esqueléticos en alguna parte del cuerpo. En los últimos quince años se ha dado en España un aumento cuantitativo hasta llegar a suponer el 40% del total de accidentes laborales. El peso de las TME en la salud laboral es incuestionable: más del 80% de las enfermedades profesionales reconocidas son debidas a factores ergonómicos. Entre las afecciones ósteo-musculares, que son las más numerosas, prácticamente el 85% son enfermedades por fatiga de vainas tendinosas (irritación de la membrana que cubre los tendones). Esta enfermedad se produce en codos, hombros o muñecas, debido a movimientos repetitivos, con o sin grandes esfuerzos.

El robot colaborador
La automovilística Audi ha sido una de las pioneras de su sector en poner en la cadena de montaje a robots y humanos trabajando mano con mano. Fue el caso de la planta de Ingolstadt. En España, Seat, otra filial del grupo matriz VW, también ha implantado los robots colaboradores. Hay múltiples ventajas, tanto para la fuerza de trabajo como para los gestores empresariales. Los robots pueden trabajar prácticamente 24 horas ininterrumpidas, además de lograr una eficiencia extrema en tareas repetitivas con absoluta precisión, preservando la calidad y la productividad de la factoría.
La delegación de ciertas funciones en el robot mejora la productividad de algunas operaciones. En las tareas de montaje de componentes en el motor, el trabajador humano dirige la operación, y es el robot el que extrae las piezas de las cajas y las acerca a las manos del operario, que se ahorra la ejecución de ciclos repetitivos. 




Según los responsables de calidad de Ingolstadt, “el robot ejecuta esta tarea tan rápido como cualquier operario, además no se equivoca ni sufre el cansancio que genera el movimiento repetitivo”. La colaboración estrecha tampoco crea problemas de seguridad para el trabajador, pues los robots colaboradores tienen propriocepción como los humanos y conocen siempre su ubicación espacial para interactuar armoniosamente con el entorno. Asimismo, van equipados con sistemas de detección de fuerza redundante para que no puedan causar daño físico si se produce contacto accidental con el humano.

¿Son todo ventajas?
La valoración varía en función del opinante. Mientras en círculos empresariales se vislumbra el principio del fin de la hegemonía de China como fabricante mundial, los trabajadores pueden percibir a los robots como un implacable contrincante: no se cansa, no protesta, no necesita fiestas ni vacaciones, es sumiso y eficaz, no tiene cambios de humor y nunca recurrirá a la huelga como elemento reivindicativo. Por otra parte, los robots colaboradores (o asistentes) liberan al trabajador de las tareas tediosas de ciertas operaciones, lo que puede llevar al trabajador a quedar confinado como ejecutor de una única tarea (mono-función) que le lleve a caer en el aburrimiento. Asimismo, aunque de momento no sea el caso, el asistente podría imponer su ritmo de trabajo al operario… y ya sabemos quién acabaría cansándose antes. 
Sin que sea el objetivo principal de la fabricación 4.0, más tarde o más temprano la fuerza robótica desplazará a los trabajadores manuales. Una parte encontrará trabajo en el área del software-hardware de los propios robots, pero es probable que se genere un excedente de mano de obra que acabará perjudicando a los menos preparados para competir en la que se considera la cuarta revolución industrial.

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