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lunes, 29 de diciembre de 2014

Fukushima contrata “limpiadores-kamikaze”

El argumento es siempre el mismo: una empresa –comunidad o lobby- ve amenazados sus intereses y, como respuesta defensiva, recurre a echar tierra sobre el asunto en un claro ejemplo de táctica oscurantista las más de las veces. Es como si negando-ocultando la magnitud de un problema, y distrayendo la opinión pública mundial, el problema se disolviese en el océano. Pero los problemas no suelen disolverse espontáneamente, más bien se agravan cuando no hay actuaciones transparentes y rápidas para atajarlos.
Este aserto inicial puede aplicarse al ‘affaire’ Fukushima. En los últimos días hemos sabido más sobre dicho culebrón nuclear de regusto ácido: la central –o sus intermediarios- está contratando a mendigos para convertirlos en limpiadores kamikaze de la contaminación radiactiva que liberó (libera o liberará) la central.
Una vez más la historia se repite. Los desdichados limpiadores pobres actuarán cual liquidadores que, liquidando y liquidando el veneno de la radiación inmanente en la zona, ejecutarán su propia liquidación por un cicatero puñado de yenes. Mientras haya personal necesitado, desinformado o simplemente ingenuo, los malos gestores siempre encontrarán carne de cañón fresca para minimizar el alcance de su impericia salpicada de egoísmo y desprecio de las vidas ajenas.

Unas cuantas comidas calientes
El país del sol naciente no se libra de las bolsas de pobreza con sus inevitables legiones de indigentes. Los inventores del Just-In-Time (JIT) han visto en sus menesterosos locales la solución logística a sus problemas. ¡Eso es aprovechamiento de recursos, a precio de saldo, justo a tiempo!
Los limpiadores kamikaze de Fukushima cobrarán menos de 80 euros diarios por su ‘performance’ temeraria, con los que habrán de sufragarse los gastos de comida y alojamiento. Escaso es el rendimiento económico de tan descomunal riesgo. Durante un tiempo imposible de precisar esta nueva hornada de liquidadores en liquidación al más puro estilo Chernobiliano podrán, al menos, comer caliente. Algunos incluso se comportarán como estómagos agradecidos que encontraron la ‘salida’ a su situación de penuria. Pero, una inmensa mayoría –nos tememos- morirá víctima de esa pestilencia moderna descubierta industrialmente por Madame Curie.

Mientras haya personal necesitado, desinformado o simplemente ingenuo, los malos gestores siempre encontrarán carne de cañón fresca para minimizar el alcance de su impericia

El cesio en el agua… y la RSC sólo como escaparate
El goteo de errores de Fukushima será desconocido porque la ocultación es la norma. Así, no sabremos ni el número, alcance y medio de propagación de los escapes. Sin embargo hay evidencias que son difíciles de obviar: el cesio 137 sigue imparable su viaje hacia las costas del continente americano. En su camino y destino final alterará la biología de los seres vivos –dicho de una manera eufemística- en la gran ‘huerta’ del futuro que es el mar. ¿Quizás la evolución futura del planeta pase por la mutagénesis de las especies, ser humano incluido? No es una posibilidad remota, pues nos alimentamos del resto… y bio-acumulamos las toxinas que ingerimos.
La RSC (Responsabilidad Social Corporativa) es una política que luce muy bien en las memorias que editan las empresas, o publican en sus páginas web aireando sus logros. Sin embargo, es una política difícil de aplicar con coherencia, especialmente cuando la empresa tiene que gestionar sus crisis. 
Tepco, operador de Fukushima, está ofreciendo su grotesca reinterpretación de lo que es su sentido de la responsabilidad  (RSC) ante el mundo.

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