SECCIONES DE INTERÉS

lunes, 30 de diciembre de 2013

Chernobil-Leaks, el goteo de errores perdura Chernobyl-Leaks, the errors' leaking goes on and on

Los malos cocineros tapan sus errores con salsas. Los malos médicos, con tierra; y los malos gestores nucleares con plomo y hormigón armado. Así es como se intentó echar tierra sobre el fiasco de Chernobil tapando el reactor 4 con lo que conocemos por sarcófago, como si de un enterramiento se tratase. La chatarra nuclear (foto) perpetua la memoria.



Bad cooks cover their mistakes with sauces. Bad doctors, with soil; and bad nuclear managers with lead and reinforced concrete. This is how the Chernobyl’s fiasco was hushed covering reactor number 4 with what we know as sarcophagus, as if it was a burial. The nuclear scrap (picture) perpetuates the memory.

“Chernobyl-Leaks”, errors’ leaking goes on and on

Bad cooks cover their mistakes with sauces. Bad doctors, with soil; and bad nuclear managers with lead and reinforced concrete. This is how the Chernobyl’s fiasco was hushed covering reactor number 4 with what we know as sarcophagus, as if it was a burial.

Macro-graveyard of vehicles used for the liquidation of Chernobyl




The material mass of the sarcophagus is not time-proof. Neither has succeeded to bury the social alarm and scandal nor radiation leaking, which is even worse.
Twenty seven years after the accident we notice what we could call as “Chernobyl-Leaks” (with leaky-release of radioactivity included), which will perpetuate the consequences of an errors’ chain for millennia, also revealing the scarce control of current technology over the atomic energy. Currently our handling of nuclear energy would be similar to that performed by a Neanderthal with a butane stove.
The Chernobyl’s dripping of errors can be seen on many fronts: the precariousness of the sarcophagus, the ruins of Prypiat, the city of the plant workers, and the opencast graveyard for the many types of vehicles used to achieve the liquidation.

The sarcophagus needs retirement
Built in despaired emergency, the sarcophagus was not an effective ‘grave-cloth’ even just finished, with an area not enough tight against radioactive emission of the reactor. Into the bowels of that lethal magma would still remain more than 95% of the nuclear fuel, since the accident was not a nuclear explosion but a steam one, which would have released only 5% of the fuel. Therefore, the ‘bomb’ is still alive. What’s more, in February 2013, the snow weight caused part of the roof structure to fall on the turbines section. Currently, work is done to build a second sarcophagus: 20.000 tons of steel that ought to shroud the error for, at least, other century.

Prypiat , the “city of the future”
Planned and executed in the 70s as the ‘city of the future’ by the authorities, Prypiat was an exemplary and pretty town. Today it is a monument to human stupidity stopped in a time capsule (with the symbolism of the former Soviet Union still exposed in its avenues).
Many stories are circulating about this damned city, which, logically, it’s been again colonized by the wild nature, among which a local fauna appears with evidences of genetic mutations and carrying stratospheric levels of radioactivity.
Although visited by curious people (Geiger counter in hand), radiation levels make it unviable as human settlement over the next millennia.
The paradoxes of history have wanted Prypiat to become –as its founders one day wished- the city of the future, just the prototype of what might be a city after the nuclear apocalypse.

Opencast nuclear graveyard
Last but not least, about 15 km from the zone 0 builds up what is perhaps the largest mass of radioactive scrap metal, consisting of thousands of vehicles that were used in the liquidation, spread over an area of more than 1 km in length. Twenty-seven years after the accident, this nuclear graveyard still emits over 30 roetgens radiation per hour, about a third of the radiation considered deadly.
Some helicopters -highly contaminated- were buried, but the rest of the material is corroding abandoned to the elements, it is scrapped by unconscious or feeds the speculation of unscrupulous people that sought to seize a giant helicopter to turn it into a fashionable cafe.
Chernobyl errors are still leaking, deriving into a ‘Chernobyl-Leaks’ which will last for centuries. The multiple liquidations performed have only done patching. However, what has been liquidated is the confidence of society in certain energies, their managers and the politicians, who use to hush their huge mistakes with patches no tight or credible at all.


“Chernobil-Leaks”, el goteo de errores perdura

Los malos cocineros tapan sus errores con salsas. Los malos médicos, con tierra; y los malos gestores nucleares con plomo y hormigón armado. Así es como se intentó echar tierra sobre el fiasco de Chernobil tapando el reactor 4 con lo que conocemos por sarcófago, como si de un enterramiento se tratase.


Macro-cementerio de vehículos empleados en la liquidación de Chernobil




La mole de materiales del sarcófago no es indemne al paso del tiempo. Tampoco ha conseguido enterrar la alarma-escándalo social ni las fugas radiactivas, cosa que aún es peor.
Veintisiete años después del accidente constatamos que aún existe un “Chernobil-Leaks” (con filtraciones-liberación de radiactividad incluidos), que perpetuará durante milenios las consecuencias de una cadena de errores, revelando además el escaso control de la tecnología actual sobre la energía atómica. Actualmente, nuestro manejo de la energía nuclear sería equiparable al que haría un neandertal de una estufa de butano.
El goteo de errores de Chernobil se hace evidente en múltiples frentes: la precariedad del sarcófago, la ruina de Prypiat, la ciudad de los trabajadores de la central, y el cementerio a cielo abierto de los vehículos de todo tipo empleados en la liquidación.


El sarcófago pide la jubilación
Construido con la lógica emergencia, el sarcófago no fue una ‘mortaja’ eficaz ni aún recién acabado, con una superficie poco estanca a la emisión radiactiva del reactor. En las entrañas de aquel magma mortal aún quedaría más del 95% del combustible nuclear, pues el accidente no fue una explosión nuclear, sino una explosión de vapor, que sólo habría liberado el 5% del combustible. Por tanto, la ‘bomba’ está viva. Por si fuera poco, en febrero de 2013, debido al peso de la nieve, parte del techo de la estructura cayó sobre la sección de turbinas. Actualmente, se trabaja en la construcción de un segundo sarcófago:20.000 toneladas de acero, que habrían de amortajar el error durante, al menos, otros cien años.

Prypiat, la “ciudad del futuro”
Planeada y ejecutada en los años 70 como la ‘ciudad del futuro’, por las autoridades, Prypiat fue modélica y bonita. Hoy es un monumento a la estupidez humana anclada en la cápsula del tiempo (con la simbología de la extinta Unión Soviética aún expuesta en sus avenidas).
Circulan muchas historias sobre esta ciudad maldita que, en buena lógica, vuelve a ser colonizada por la naturaleza salvaje, en la que no falta una fauna local con evidencias de mutaciones genéticas y niveles estratosféricos de radiactividad.
Aunque es visitada por curiosos (medidor geiger en mano), los niveles de radiación la hacen inviable como asentamiento humano durante los próximos milenios. La paradoja de la historia ha querido que Prypiat sea –como desearon sus fundadores- la ciudad del futuro, el prototipo de lo que puede ser una ciudad después de un apocalipsis nuclear. 

Cementerio nuclear a cielo abierto
Por último y no por ello menos importante, a unos 15 km de la zona 0 se acumula la que quizás sea la mayor masa de chatarra radiactiva, constituida por los miles de vehículos que se emplearon en la liquidación, diseminados en un área de más de 1 km de longitud. Veintisiete años después del accidente, este cementerio nuclear aún emitía más de 30 roetgens de radiación a la hora, aproximadamente un tercio de la radiación considerada letal.
Algunos helicópteros –muy contaminados- fueron enterrados, pero el resto del material se corroe a merced de los elementos atmosféricos, es desguazado por inconscientes, o alimenta la especulación de desaprensivos que pretendieron hacerse con un gigantesco helicóptero para convertirlo en un café de moda.
Los errores de Chernobil siguen goteando en un ‘Chernobil-Leaks’ que será secular. Las múltiples liquidaciones ejecutadas sólo han puesto parches. Ahora bien, lo que sí han liquidado es la confianza de la sociedad en ciertas energías, sus gestores y los responsables políticos, que suelen tapar sus monumentales errores con parches nada estancos ni creíbles.

viernes, 27 de diciembre de 2013

"Liquidador", mucho más que un término coloquial "Liquidator", much more than a colloquial term

La palabra liquidador apareció como un término coloquial. Sin embargo, pronto adquirió contenido, siendo la palabra exacta que aparece grabada en las medallas soviéticas y distintivos que se entregaron al personal involucrado en la liquidación del desastre. Cabe decir que fue un personal heterogéneo. Este post abundará en el alcance que debe dársele a la denominación ‘liquidador’ a partir del recuento -no exhaustivo- de los oficios que intervinieron en la infernal liquidación de Chernobil y sus efectos colaterales.

The liquidator word appeared as a colloquialism. However, soon it acquired content, being the exact word engraved in Soviet medals and badges that were given to people involved in the liquidation of the disaster. It must be said that it was a diverse workforce. This post will abound in the scope to be given to the term ‘liquidador’ from the scrutiny -not exhaustive- of the roles who participated in the infernal liquidation of Chernobyl and its collateral effects.

“Liquidator”, much more than a colloquial term

The liquidator word appeared as a colloquialism. However, soon it acquired content, being the exact word engraved in Soviet medals and badges that were given to people involved in the liquidation of the disaster. It must be said that it was a diverse workforce. This post will abound in the scope to be given to the term ‘liquidador’ from the scrutiny -not exhaustive- of the roles who participated in the infernal liquidation of Chernobyl and its collateral effects.



Nuclear Emergency… working all together
The management of the Chernobyl nuclear emergency involved many jobs with different levels of responsibility. The first to confront the reality without a clear awareness of the seriousness and depth of the accident were the technicians working in the reactors, led by Anatoly Dyatlov.
When they got to knowledge that the catastrophe was imminent and unstoppable, the plant staff was seconded by firefighters and the brigades of civil defense of the Soviet Armed Forces, who worked intensively in removing contaminating materials and deactivation of the reactor itself.
Also offered a helping hand the internal brigades and police in charge of security, access control and evacuation of the civilian people from the population centers closest to the plant (since then Prypiat is a ghost town).



Likewise, the Soviet air force and civil aviation took part in the assistance running critical flight operations with helicopters, transportation and monitoring of radioactive contamination.
The emergence also attracted many civilians with scientific training, engineers and industrial and construction workers. Carriers also did their work by providing supplies and staff mobility, in addition to make it possible the evacuation of Prypiat in record time, which at the time of the accident, had a population of around 50,000.
A team of coal miners built a huge barrier to protect the aquifer beneath the damaged reactor from contamination.
Finally, were involved in the Chernobyl nuclear chaos the professionals of the mass media, who provided information on the field, or those photographers who took snapshots of that gruesome operations theater and of the liquidators themselves while were performing their lethal operations.
Carcinogenicity rate of Liquidators was calculated as four times higher than that of the rest of population. The drip of deaths, ceaseless.

Collateral damage and casualties
In the houses of the exclusion area the health personnel –civilians and military- played their role. They were helped by legions of female-cleaners whose mission was to eliminate food left in the houses evacuated to prevent an epidemic outbreak of unseen proportions. One detail not minor was the need for a few squadrons concentrating in the extermination of all domestic animals, left behind in abandoned homes on the run for a sinister exodus.

“Never again”
The lesson of the catastrophe impels the Western society to proclaim a ‘Never again’, thanking the liquidators their self-denying sacrifice. There were thousands of anonymous and heroic workers, and a few who escaped to anonymity. Among these, the deputy Volodymyr Pravik, head of a fire brigade, has been one of the most popular and also an immediate victim of the disaster.
Better luck had Anatoly Stepanovich Dyatlov, nuclear technician who supervised the reactor 4 test the fateful day of the accident. He was accused of “criminal bad management of potentially explosive industry” and was sentenced to 10 years in prison, of which he served just 5. He wrote the book “Chernobyl. How it happened” in which he proclaims that deficiencies in plant design, maintenance conditions, along with obsolete technology, were the main causes of the accident instead of staff’s human errors. Dyatlov received a radiation dose of 550 rem (5.5 sievert). He died of heart failure in 1995.

Read Spanish version

“Liquidador”, mucho más que un término coloquial

La palabra liquidador apareció como un término coloquial. Sin embargo, pronto adquirió contenido, siendo la palabra exacta que aparece grabada en las medallas soviéticas y distintivos que se entregaron al personal involucrado en la liquidación del desastre. Cabe decir que fue un personal heterogéneo. Este post abundará en el alcance que debe dársele a la denominación ‘liquidador’ a partir del recuento -no exhaustivo- de los oficios que intervinieron en la infernal liquidación de Chernobil y sus efectos colaterales.

Emergencia nuclear… todos a una
La gestión de la emergencia nuclear de Chernobil involucró a muchos oficios con diferentes niveles de responsabilidad. Los primeros que debieron enfrentarse a la realidad sin una consciencia clara de la gravedad y el calado del accidente fueron los técnicos que trabajaban en los reactores, al mando de Anatoly Dyatlov.
Cuando hubo constancia de que la catástrofe era inminente e imparable, el personal de la planta fue secundado por los bomberos y por los cuerpos de defensa civil de las Fuerzas Armadas Soviéticas, que trabajaron intensamente en la retirada de materiales contaminantes y la desactivación del propio reactor.
Colaboraron asimismo las brigadas internas y la policía, encargándose de la seguridad, el control de los accesos y la evacuación de la población civil de los núcleos poblados más cercanos a la central (Prypiat es desde entonces una ciudad fantasma).


Del mismo modo, la fuerza aérea y la aviación civil soviética también pusieron su granito de arena ejecutando críticas operaciones de vuelo con helicópteros, transporte y monitorizado de la contaminación radiactiva.
La emergencia también atrajo a numerosos civiles con formación científica, ingenieros y trabajadores industriales y de la construcción. Los transportistas hicieron asimismo su trabajo aportando suministros y facilitando la movilidad del personal, además de hacer posible la evacuación en tiempo récord de Prypiat que, en el momento del accidente, albergaba una población en torno a las 50.000 habitantes.
Un equipo de mineros del carbón construyó una enorme barrera para proteger de la contaminación al acuífero situado debajo del reactor siniestrado.
Finalmente, intervinieron en el caos nuclear de Chernobil los profesionales de los medios de comunicación, que ofrecieron información sobre el terreno; o los fotógrafos que tomaron instantáneas de aquel teatro de operaciones dantesco y de los propios liquidadores efectuando sus peligrosas operaciones.
La tasa de carcinogenicidad de los liquidadores se estimó como cuatro veces superior a la del resto de la población. El goteo de muertes, imparable.
Daños y víctimas colaterales
En las casas del área de exclusión intervinieron los sanitarios –civiles y militares- ayudados por legiones de limpiadoras, cuya misión fue eliminar los alimentos dejados en las casas evacuadas para impedir un brote infeccioso de proporciones nunca vistas. Un detalle que no es intrascendente fue la necesidad de que unas escuadrillas se concentrasen en la liquidación de todos los animales domésticos, dejados atrás en los hogares abandonados de prisa y corriendo durante un éxodo siniestro. 

“Nunca mais”
La lección de la catástrofe impulsa a la sociedad occidental a proclamar un ‘Nunca mais’, agradeciendo a los liquidadores su sacrificio. Fueron miles de trabajadores heroicos y anónimos, y unos pocos que escaparon al anonimato. Entre éstos, el lugarteniente Volodymyr Pravik, jefe de una brigada de bomberos, ha sido uno de los liquidadores más conocidos, además de víctima inmediata del desastre.
Más suerte tuvo Anatoly Stepanovich Dyatlov, técnico nuclear que supervisaba el test del reactor 4 el día del fatídico accidente. Se le acusó de “mala gestión criminal de empresa potencialmente explosiva” y fue sentenciado a 10 años de cárcel, de los que cumplió sólo 5. Escribió el libro “Chernobil. Cómo ocurrió” en el que proclama que las deficiencias de diseño de la planta, las condiciones de mantenimiento, junto con una tecnología obsoleta, fueron los principales causantes del accidente por encima de los fallos humanos del personal. Dyatlov recibió una dosis de radiación de 550 rem (5,5 sievert). Murió de un fallo cardíaco en 1995.

Leer versión inglesa

jueves, 26 de diciembre de 2013

"Liquidadores", voluntarios para morir / "Clean-up" workers, volunteers to die

Los ‘liquidadores’ son el primer frente de choque en cualquier catástrofe. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra ‘liquidar’ tiene, entre otros significados, el de ‘acabar con algo, suprimirlo o hacerlo desaparecer’.
El impacto de la actividad humana sobre su entorno no adquirió unos tintes realmente dramáticos hasta el siglo pasado. No fueron necesarios, por tanto, los ‘liquidadores’, esas primeras personas que tratan de contrarrestar los efectos de una catástrofe, con riesgo de sus vidas.



The ‘liquidators’ (clean-up workers) are the first forefront at any catastrophe. According to the dictionary of the Real Academia de la Lengua Española, the word ‘liquidate’ has, among other meanings, that of ‘stopping something from going on, remove it or make it disappear’.
The human activity impact on the environment did not acquire a really dramatic scope until the last century. Therefore, ‘liquidators’, those people who firstly try to counteract the effects of a disaster, risking their lives, were not necessary.

“Clean-up workers”, volunteers to die

The ‘liquidators’ (clean-up workers) are the first forefront at any catastrophe. According to the dictionary of the Real Academia de la Lengua Española, the word ‘liquidate’ has, among other meanings, that of ‘stopping something from going on, remove it or make it disappear’.
The human activity impact on the environment did not acquire a really dramatic scope until the last century. Therefore, ‘liquidators’, those people who firstly try to counteract the effects of a disaster, risking their lives, were not necessary.





From Chernobyl… with fear
There seems to be consensus that the term ‘liquidator’ was created by Russians to refer to those people, poorly equipped, who faced the hell of fire and radiation untied after the accident of a reactor in the nuclear plant of Chernobyl (Ukraine), in 1986.
The cinematographic precedent of the film “From Russia with love” has been followed years later with a happening –not fictitious- that we could synthesize as “From Chernobyl with fear”. Obviously, the undeniable fear of European nations, near or far to the scene of the tragedy, that were bathed in a radioactive cloud, surely unprecedented in the history of mankind.
We’ll never be able to assess the environmental and human lives cost of the poisoning cloud. However, we can say that if it did not acquire apocalyptic proportions was due to the self-denying work of the liquidators, volunteers mostly, who faced radiation and fought it precariously with a mass of concrete that was dropped upon the stricken reactor, and that the world came to call the Chernobyl sarcophagus. Many of those liquidators of the collective mistake that was the Ukrainian plant were themselves liquidated in turn by the effect of the lethal doses of radiation received. It was an act of generosity and dedication that has been repeated recently in Japan.

Fukushima and the silence of the Japanese
Life is beautiful, even in Fukushima despite the devastating effect of the earthquake, combined with a tsunami that hit the Japanese nuclear plant. The Japanese authorities have sought to keep a prudent silence for minimizing the severity of the loss and the pain of its wounded national pride. Again in this nuclear emergency liquidators played their role, although in a limited number. Official figures established a quantity of 50 (The 50 of Fukushima), who would have been working in shifts. The total figure would be between 180 and 800 brigade-liquidators. Nonetheless, the actual number will never be known, since it seems that there had also been the selfless collaboration of civilians. And among those helpers, most people would be elderly, who sacrificing themselves, tried to prevent other young people helping the emergency from suffering the effects of exposure to lethal doses of radiation. The director of the stricken plant died two years after the accident.
Chernobyl and Fukushima show the paradigm of self-sacrifice on the part of the liquidators. Though the word seems to be reserved for major emergencies brigades, we believe that should be extended. Liquidators, according to dictionaries and evidences, are all those contributing to stop an emergency, whether it is a nuclear accident or an oil spill, earthquake, cyclone or hurricane, floods, terrorist attacks, major fire…, endangering their own lives.

Read the Spanish version

miércoles, 25 de diciembre de 2013

"Liquidadores", voluntarios para morir

Los ‘liquidadores’ son el primer frente de choque en cualquier catástrofe. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra ‘liquidar’ tiene, entre otros significados, el de ‘acabar con algo, suprimirlo o hacerlo desaparecer’.
El impacto de la actividad humana sobre su entorno no adquirió unos tintes realmente dramáticos hasta el siglo pasado. No fueron necesarios, por tanto, los ‘liquidadores’, esas primeras personas que tratan de contrarrestar los efectos de una catástrofe, con riesgo de sus vidas.



Desde Chernobil… con temor
Parece haber consenso en que el término ‘liquidador’ lo acuñaron los rusos para referirse a aquella legión de personas que, con medios escasos, se enfrentaron al infierno de fuego y radiación desatados tras el accidente de un reactor en la central nuclear de Chernobil (Ucrania), en 1986.
Al precedente cinematográfico que fue “Desde Rusia con Amor” podemos decir que, años más tarde, siguió un acontecimiento –nada ficticio- que hemos querido sintetizar como “Desde Chernobil con temor”. El temor obvio de las naciones europeas que, próximas o lejanas al lugar de la tragedia, fueron bañadas por una nube radiactiva, seguramente sin precedentes en la historia de la humanidad.
Nunca podremos evaluar el coste medioambiental y en vidas humanas de esta nube. Sin embargo, podemos afirmar que si la nube no adquirió unas proporciones apocalípticas fue debido al trabajo abnegado de los liquidadoresvoluntarios en su mayoría, que se enfrentaron a la radiación, atajándola precariamente con una mole de hormigón que se lanzó sobre el reactor siniestrado, y que el mundo dio en llamar sarcófago de Chernobil. Buena parte de aquellos liquidadores del error colectivo que fue la central ucraniana fueron a su vez liquidados por el efecto de las dosis mortales de radiación recibida. Fue un acto de generosidad y entrega que se ha repetido recientemente en Japón.

Fukushima y el silencio de los japoneses
La vida es bella, incluso en Fukushima pese al devastador efecto del terremoto, combinado con un tsunami, que afectó a la central nuclear japonesa. Las autoridades niponas han querido mantener un silencio prudente para minimizar la gravedad del siniestro y el dolor de su orgullo nacional herido. Nuevamente en esta emergencia nuclear actuaron los liquidadores, aunque en un número limitado. Los datos oficiales han manejado cifras de 50 (Los 50 de Fukushima), que trabajaron en turnos rotatorios. La cifra oscilaría entre los 180 y los 800 brigadistas-liquidadores. Aunque el número real nunca será conocido, pues parece que también se dio la colaboración altruista de la población civil y, entre los colaboradores, serían mayoría las personas de edad avanzada que, con su sacrificio, intentaban impedir que otras personas jóvenes socorrieran la emergencia y padeciesen los efectos de la exposición a dosis mortales de radiación. El director de la central siniestrada sólo sobrevivió dos años al accidente.
Chernobil y Fukushima ponen de manifiesto el paradigma del auto-sacrificio por parte de los liquidadores. Aunque el término parece reservado para los brigadistas de grandes emergencias, consideramos que debe ampliarse. Liquidadores, según el diccionario y la evidencia, son todos los que contribuyen a poner término a una emergencia, sea accidente nuclear, o sea un vertido de petróleo, un terremoto, un ciclón o huracán, unas inundaciones, atentado terrorista, gran incendio…, poniendo en peligro sus propias vidas.

Leer la versión inglesa

viernes, 20 de septiembre de 2013

Empleos 'verdes', trabajo sucio

Las ‘tecnologías verdes’ para el medio ambiente no están exentas de peligros para la seguridad y salud de los trabajadores


La etiqueta ‘verde’ se asocia con ecología y ‘viste’ mucho. Sin embargo, siguiendo la analogía de un refrán, no es verde todo lo que se anuncia como tal, como no es oro todo lo que reluce.
La recogida y separación de residuos se considera empleo verde. Quizás sea así en el primer mundo si se dispone de los medios adecuados. Definitivamente, no es un empleo verde cuando se desenvuelve en condiciones de pobreza e insalubridad, normalmente en lugares del tercer mundo.


Empleos ‘verdes’, trabajo sucio

Las ‘tecnologías verdes’ para el medio ambiente no están exentas de peligros para la seguridad y salud de los trabajadores


La etiqueta ‘verde’ se asocia con ecología y ‘viste’ mucho. Sin embargo, siguiendo la analogía de un refrán, no es verde todo lo que se anuncia como tal, como no es oro todo lo que reluce.
La recogida y separación de residuos se considera empleo verde. Quizás sea así en el primer mundo si se dispone de los medios adecuados. Definitivamente, no es un empleo verde cuando se desenvuelve en condiciones de pobreza e insalubridad, normalmente en lugares del tercer mundo.


De hecho, la gestión y el reciclado de residuos podría ser uno de los sectores emergentes de la economía verde con más riesgos para la salud laboral, según un informe de la Agencia Europea de Salud y Seguridad en el Trabajo (OSHA).
Aunque ciertos trabajos tengan la consideración de “verdes”, las tecnologías que se emplean en los mismos no lo son en absoluto. Las tecnologías verdes son, por lo general beneficiosas, aunque debe hacerse un análisis profundo antes de su aplicación si no queremos resultados adversos o, incluso, contrarios a los perseguidos. Por ejemplo, la sustitución de algunas sustancias dañinas para el medio ambiente por otras ‘amistosas’ con el medio ha resultado ser peligrosa para la salud de los trabajadores. Así, el cambio de pinturas con disolvente a pinturas de base acuosa ha comportado la adición de biocidas. Análogamente, sustituir los hidro-clorofluorocarbonos por los clorofluorocarbonos aumenta el riesgo de exposición a carcinógenos y la probabilidad de incendios.

¿Cegados por las buenas intenciones?...
Parece obvio, pues, que lo que es bueno para el medio ambiente, no siempre es bueno para las personas. Haremos breve cita de algunos otros ejemplos:
-Fabricación de paneles fotovoltaicos. Esta actividad, uno de los paradigmas de la sostenibilidad y el ecologismo, emplea más 15 materiales peligrosos. Entre otros riesgos, los trabajadores pueden verse expuestos al teluro de cadmio, cuya manipulación es peligrosa al ser altamente cancerígeno. También afrontan riesgos convencionales: caídas, trabajo a las elevadas temperaturas, en espacios reducidos, electrocución, etc.
-Fabricación de aerogeneradores eólicos. Los trabajadores pueden verse expuestos a riesgos químicos derivados de la exposición a  gases, vapores y polvos nocivos.
Cualquier actividad económica implica un equilibrio entre el riesgo y el beneficio, en el que, dependiendo de la actividad, el riesgo puede variar desde la mera pérdida material al daño a la salud o la pérdida de la vida. Sea verde o no, el trabajo siempre genera el riesgo de accidentes y enfermedades, cuya reducción o eliminación constituye uno de los principios fundamentales de la seguridad laboral.
La evaluación de los peligros laborales asociados a las tecnologías verdes y actividades conexas deviene así un tema de importancia capital que, en consecuencia, no puede dejarse al azar. No tiene sentido que estos nuevos trabajos, llamados no sólo a mejorar el entorno, sino también a revitalizar la economía y generar empleo, se creen con prisa y desorden sin atender a su calidad e ignorando su incidencia en la salud laboral, máxime cuando pueden degenerar en una lacra social antes de que se tomen las adecuadas medidas de protección. En otras palabras, la razón de fondo de la ‘filosofía’ verde no puede cegarnos ni nublarnos el entendimiento: hay que relativizar el valor de la etiqueta ‘verde’, que, a priori, tiene mucho ‘glamour’.
Seguidamente, abordamos los empleos verdes con el foco puesto en la seguridad y salud laboral.

Energía solar
El grupo de las energías renovables, que atrae el interés de los inversores, está creciendo rápidamente y, según las previsiones, acelerará el ritmo en los próximos años. Estimaciones conservadoras establecen que este sector estaría empleando globalmente más de cuatro millones de trabajadores (la mitad en el segmento de los bio-combustibles). El interés por las energías alternativas puede hacer el sector de las energías renovables crezca hasta generar veinte millones de empleos hacia 2030.
La energía solar se transforma en electricidad mediante paneles fotovoltaicos. Los riesgos laborales están presentes en la fabricación, instalación y al final del ciclo de vida de los paneles, cuando se convierten en un residuo. Al fabricarlas, se emplean más de 15 sustancias peligrosas: los peligros se derivan de los productos químicos usados conjuntamente con las obleas de silicio, componente principal de las placas. La fabricación de las células solares, componente de las placas supone el uso de productos de limpieza que pueden ser tóxicos. Por tanto, los trabajadores que fabrican los módulos fotovoltaicos y sus componentes deben protegerse de la exposición a las sustancias que manejan.
Los paneles solares se convierten en un residuo electrónico al final de su vida útil (20-25 años). Contienen materiales nuevos, como teluro de cadmio y arseniuro de galio, cuyo reciclaje es complejo, presentado un reto tecnológico para la seguridad, la salud y la protección del medio ambiente.
Algunos peligros físicos que afrontan los trabajadores al instalar paneles solares son similares a los de la construcción, como las caídas de altura, manejo manual de cargas, temperaturas extremas (altas o bajas), trabajo en espacios confinados y electrocución durante construcción y mantenimiento. Existe un peligro adicional, que afecta en este caso a la salud de los bomberos y los residentes, derivado de los humos que se liberan de la combustión módulos fotovoltaicos en caso de incendio en un edificio que los tenga instalados.

Reciclar es verde. No así las condiciones de trabajo de muchos recicladores. El trabajo de reciclado puede ser sucio, contaminante, poco atractivo o peligroso, además de mal pagado, incluso en países desarrollados

Energía eólica
La fuerza del dios Eolo ha experimentado un gran auge de uso en la última década, esperándose que prosiga su expansión. Laboralmente, este sector industrial abarca el desarrollo de proyectos, fabricación de turbinas (aerogeneradores) y componentes, construcción, instalación, explotación y mantenimiento de los cada vez más presentes molinillos. Los riesgos en la fabricación son similares a los de la industria del automóvil o la construcción aeroespacial, mientras que los riesgos derivados de la instalación y el mantenimiento son asimilables a los de la construcción. Los trabajadores pueden quedar expuestos a sustancias químicas como las resinas epoxy, estireno y disolventes, gases nocivos, polvos, nieblas y vapores, humos de fibra de vidrio, endurecedores, aerosoles y fibras de carbono. También corren peligros físicos por la existencia de partes en movimiento, así como el trabajo manual en la fabricación y el mantenimiento de las palas o aspas. Son problemas de salud comunes las dermatitis, mareos, somnolencia, daños hepático y renal, ampollas, quemaduras químicas o causticaciones, así como insidiosos efectos (presuntamente mutagénicos) en la reproducción sexual.

Durante el mantenimiento no pueden obviarse peligros físicos como las caídas de altura, trastornos musculo-esqueléticos (TME) y posturas forzadas al trabajar en espacios confinados, carga física para subir a las torres, electrocución y lesiones ocasionadas por la maquinaria rotante o la caída de objetos. No es posible la estimación numérica de los accidentes por la falta de datos estadísticos.

Energía hidráulica
Genera electricidad sin la quema de combustibles fósiles, por lo que no produce las emisiones asociadas al carbón, petróleo o gas. El impacto ambiental proviene del embalsamiento del agua, reducción del nivel de agua y cambios en sus flujos, así como la construcción de pantanos, carreteras o líneas de alta tensión. La energía hidráulica proporciona más del 17% de la electricidad mundial, convirtiéndose, con diferencia, en la energía renovable más importante de las usadas en la generación de electricidad.
Los peligros y riesgos asociados con la construcción, explotación y mantenimiento de grandes plantas hidráulicas son los mismos que encontramos en la construcción y en el transporte y distribución de energía eléctrica. Incluye las lesiones que provocan equipos mecánicos y el manejo de materiales, los riesgos por accidente eléctrico durante la instalación o construcción de líneas aéreas o soterradas, la exposición química al gas de hexafluoruro sulfúrico, y al bifenilo policlorado.
Los trabajadores deben estar provistos con equipo de protección que incluya los cinturones de seguridad y equipo de protección contra las caídas de altura, protección respiratoria y protección eléctrica. Asimismo dispondrán de protocolos de respuesta a emergencias in situ, ya que muy frecuentemente los accidentes más graves se producen durante la construcción de las grandes presas. Estas instalaciones también pueden tener un impacto social grave si provoca el desplazamiento de las comunidades y los pueblos indígenas locales.

Bio-energía
El sector de las bio-energías está teniendo un rápido desarrollo, incluye bio-combustibles, bio-gas y bio-masa para generar calor y electricidad. El desarrollo futuro de esta tecnología se hará empleando materias primas como las algas, monocultivos y grasas animales/aceites de cocina usados. Una de las preocupaciones medioambientales es el empleo de suelo agrícola para cultivar las ‘cosechas energéticas’. Los bio-combustibles están en el punto de mira de los investigadores y medioambientalistas por su efecto sobre el alza del precio de los alimentos o la pérdida de biodiversidad, dependiendo el alcance de su efecto del cuidado que se ponga en la gestión del recurso.
En forma líquida, sólida o gaseosa, la bio-energía también despierta preocupaciones medioambientales y las relativas a la seguridad y la salud de los trabajadores. Los peligros, que surgen principalmente de la producción de materia prima, son similares a los de la agricultura y el sector forestal. La producción de cultivos tradicionales como caña de azúcar o soja se asocia con la exposición a los fitosanitarios. La recolección manual de la caña de azúcar también implica la carga física en lugares típicamente húmedos y calurosos. En casos extremos, puede producirse la muerte del trabajador por agotamiento (golpes de calor). Durante los procesos térmicos, se produce la exposición a sustancias carcinógenas, gases, monóxido de carbono, óxidos de azufre, plomo, compuestos orgánicos volátiles (COVs), trazas de mercurio (se evapora a partir de los 40º C), metales pesados y dioxinas procedentes de la combustión de materia. La polución emitida por unidad de energía generada dependerá del refinamiento de la tecnología empleada.
Almacenada, la biomasa supone un peligro de fuego, y que el material usado para los procesos no siempre es fácil de almacenar. También existe el riesgo de explosión cuando se dispersan pequeñas partículas en el aire. Por otra parte, la biomasa puede causar polución del aire, dispersión de esporas y líquidos residuales con potencial para afectar a la salud, lo que implica una manipulación y almacenaje muy cuidadosos.
Los problemas de seguridad de los aspectos citados son muy similares a procesos análogos en el sector de los recursos fósiles: operación de turbinas de gas, almacenaje seguro, manipulación y transporte de líquidos inflamables. Es vital disponer de códigos de buenas prácticas para la anticipación, identificación, evaluación y control de peligros y riesgos, sean conocidos o no.

Gestión de residuos y reciclaje
Reciclar es ‘verde’, no así las condiciones de trabajo de muchos recicladores debido, principalmente, al empleo de prácticas no apropiadas: por ejemplo, quemar cableado con aislante de plástico para recuperar el cobre produce humos tóxicos y dioxinas que contaminan el medio ambiente y a los recicladores.
Reciclar se está convirtiendo en parte integral del diseño de producto y la gestión de residuos. Sin embargo, las nuevas tecnologías de reciclado pueden desatar nuevos riesgos dada la presión para preservar las cualidades y prestaciones de los productos. Asimismo, la recogida de productos de desecho puede conllevar la manipulación de sustancias peligrosas, desde nanomateriales y nuevos tipos de químicos hasta el continuo crecimiento de residuos electrónicos (cargados de sustancias tóxicas). Igualmente, los procesos de reciclado y valorización energética de los residuos pueden generar peligros como la producción de gases o explosiones.
La futura minería-vertedero de recursos hará que aumenten las exposiciones a sustancias nocivas. Los perjudicados serán los países pobres, destino habitual de las exportaciones de residuos de las primeras economías mundiales. En la guía jerárquica de la gestión de los residuos, la prevención es la primera opción, y la eliminación (o reciclado) el último recurso. En la práctica, no es así. El trabajo de reciclado puede ser sucio, contaminante, poco atractivo o, incluso, peligroso, además de mal pagado, incluso en países desarrollados. Un estudio sobre las condiciones de trabajo en los centros de reciclado de Suecia señalaba la necesidad de acciones preventivas, como mejora de la maquinaria y el equipo, además de mayor formación, especialmente en el manejo de residuos peligrosos.
En el Reino Unido, trabajadores de una estación de reciclado de residuos eléctricos sufrieron envenenamiento por mercurio debido a su trabajo de reciclaje de las ‘eco-bombillas’ (bajo consumo) debido a procedimientos inadecuados de trabajo. Otro ejemplo es el reciclaje de chatarra, que ocupa a muchos trabajadores. En Estados Unidos, las causas más comunes de enfermedad en esta industria son el envenenamiento con metales pesados, trastornos musculo-esqueléticos por movimientos repetitivos, enfermedades o desórdenes dermatológicos o respiratorios.
En la mayoría de países en vías de desarrollo, el creciente volumen de residuos ha desbordado a los gobiernos. Con frecuencia, los residuos médicos infecciosos y los desechos tóxicos de la industria no son separados de la basura doméstica antes de ir a parar a los vertederos. En este panorama sombrío encontramos que la actividad de reciclado es ejercida principalmente por trabajadores de la economía llamada ‘informal’. Las estimaciones cifran el número de recicladores mundiales entre 15 o 25 millones. China, el mayor generador de residuos del mundo, emplea una cifra estimada de 10 millones de personas en el reciclaje. Los recogedores de residuos son, por lo general, personas vulnerables, pobres, normalmente mujeres y niños, que se encuentran continuamente expuestos a sustancias peligrosas, materiales agresivos y todo tipo de patógenos. Por si fuera poco, carecen de reconocimiento social o económico. La situación se agrava con la irrupción en los vertederos de nuevos desechos electrónicos de nocividad tan poderosa como desconocida.
·Desguace de buques
En la medida que reduce la necesidad de explotación minera para obtener materia prima, el desmantelamiento y reciclaje de barcos puede clasificarse como una fuente potencial de ‘empleo verde’. Sin embargo, las características de los barcos y los materiales altamente contaminantes que llevan convierten el desguace en una fuente de peligros para la salud laboral y medioambiental debido a condiciones de trabajo inadecuadas. Los peligros incluyen la exposición a sustancias peligrosas como amianto, aceites y combustibles, pinturas tóxicas, PCBs, isocianidas, ácido sulfúrico, plomo y mercurio. Hay que contar también los riesgos físicos, mecánicos, biológicos, ergonómicos y psicosociales.

Riesgos ‘verdes’ en sectores tradicionales
·Minería
La minería, a cielo abierto o subterránea, es uno de los sectores más peligrosos. Entre los riesgos, encontramos fuego y explosiones, electrocuciones, exposición al polvo de sílice, mercurio, otros productos químicos y calor. La silicosis es una de las enfermedades profesionales más graves, que provoca una progresiva discapacidad física, que se hace permanente por el deterioro de la capacidad pulmonar.
Por otra parte, es bien conocido el impacto medioambiental de la minería a través de sus distintos contaminantes. El impacto medioambiental y sobre la salud que tiene el mercurio se hace evidente en muchas zonas mineras, además de liberarse a la atmósfera y contribuir así a la propagación y globalización de la toxina. La minería informal del oro, que emplea el mercurio para extraer el metal precioso, supone otro daño a la salud de las personas y del medio natural.
·Agricultura y silvicultura
El uso de fertilizantes químicos y fitosanitarios representa un problema de salud en esta actividad, que se ve minimizado en la llamada agricultura ecológica al utilizar sólo fertilizantes orgánicos. Pese a los evidentes beneficios de la biotecnología agrícola, no se ha desarrollado una gran investigación sobre las implicaciones que pueden derivarse para la salud y la seguridad de los trabajadores, o las consecuencias para el medio ambiente.
Los peligros derivan de los procedimientos de producción, así como de las habilidades y conocimientos de los trabajadores para manejar los productos de la agricultura biotecnológica. Se necesitan nuevos sistemas de manipulación para evitar la contaminación cruzada y asegurar el almacenaje aséptico. Hay que prevenir el daño que puede inducir la inhalación del polvo generado por productos modificados genéticamente, etc.
La actividad forestal también genera empleos verdes, cuyos riesgos laborales son muy similares a los de la explotación forestal convencional. La única diferencia estriba en que la gestión sostenible se apoya en trabajadores competentes, lo que mejora las condiciones de seguridad laboral. El desarrollo de los empleos verdes en este sector depende de la puesta en práctica de condiciones de ‘empleo decente’, a partir de los ‘Decent Work Standards’ y las recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
·Construcción y rehabilitación
La construcción es un contribuyente típico de los gases de efecto invernadero. Por tanto, las nuevas construcciones que son eficientes energéticamente y la rehabilitación sostenible tienen un gran potencial para la creación de empleos verdes que, en contrapartida, exigen habilidades y conocimientos que no son necesarios en la construcción convencional.
Los riesgos de la construcción verde no difieren de los de la construcción convencional (moverse en el espacio de trabajo, trabajar en altura, uso de herramientas manuales y eléctricas, riesgos eléctricos, espacios confinados, almacenamiento y manipulación de productos químicos). La instalación de fuentes de energías renovables en los tejados, nuevos materiales de construcción, aislantes y pinturas conteniendo nanomateriales pueden convertirse en fuentes de riesgos laborales.
En la rehabilitación, la exposición al amianto es un riesgo frecuente y de difícil cuantificación, que requiere trabajadores y equipos de protección especializados.

Despiece 1
Empleo ‘verde’
Según la definición más citada, procedente del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA, 2008), el empleo verde es “el trabajo en la agricultura, el sector manufacturero, las actividades de investigación y desarrollo (I+D),  administrativas y de servicios, que contribuye de forma importante a la conservación o la restauración de la calidad ambiental. En concreto, pero no de manera exclusiva, esto incluye puestos de trabajo que ayudan a proteger los ecosistemas y la biodiversidad; a reducir el consumo de energía, materiales y agua mediante estrategias de alta eficacia; a ‘descarbonizar’ (quema de fuentes de energía contaminantes) la economía, y a reducir al mínimo o totalmente la generación de todas las formas de residuos y contaminación”.
La Comisión Europea (2012) entiende por empleos verdes “los que cubren todos los puestos de trabajo que dependen del medio ambiente o que se crean, se sustituyen o se redefinen (en términos de dotación de un carácter ecológico a los conjuntos de capacidades, métodos de trabajo, perfiles, etc.) en el proceso de transición hacia una economía más verde”, y añade que “esta definición amplia es complementaria y no se opone a la del PNUMA”, mencionada anteriormente.
Los empleos verdes también pueden abarcar no sólo el puesto de trabajo “ecológico” directo, sino llegar a la cadena de suministro. Los empleos verdes pueden ser directos, indirectos o inducidos.

Despiece 2
Tecnologías verdes, empleos ‘negros’
Aquí nos lavamos las manos frente a los residuos. La exportación de residuos peligrosos desde la UE a países no pertenecientes a la OCDE está prohibida desde 1998, aunque existe una triste constancia en las instancias comunitarias (CE) de que “esta legislación se elude casi sistemáticamente”. Europa se ‘lava las manos’ y –cuando puede- exporta el trabajo sucio. Paradigmático es el caso del portaviones francés Clemenceau (contaminado con amianto) que ha errado por los mares hasta que, finalmente, entrara para el desguace en un puerto británico. India y España (Gijón) fueron otros posibles destinos.
El desguace mundial de buques se ha multiplicado por seis entre 2007 y 2009 (pasando de los 4,2 millones de toneladas brutas a los 24,9 millones de toneladas brutas). Ello está motivado, entre otros motivos, por “la retirada de los petroleros monocasco, la crisis económica y el aumento de la flota mundial”, señalan fuentes de la Euro-Cámara.
Se estima que más de 5 millones de toneladas de materiales potencialmente nocivos procedentes de los buques que se desguacen entre 2006 y 2015 terminarán en astilleros de desmantelamiento. Por este motivo, los eurodiputados proponen que sólo los astilleros o instalaciones que se acrediten ante la UE puedan manejar materiales peligrosos sobre suelos impermeables o poseer instalaciones de tratamiento de residuos aguas abajo y que operen conforme a las normas de la UE en materia de protección de la salud humana y del medio ambiente. Asimismo, estos desguaces deberían quedar sometidos a auditorías periódicas de salud ambiental y laboral.